Alemania informó la semana pasada que en 2016 tuvo un superávit fiscal de casi 24.000 millones de euros, el mayor desde la reunificación de 1990. También acaba de confirmar un balance positivo récord en su cuenta corriente, de 9% del PBI.
Emiliano Cotelo (EC): Parecen números envidiables, al menos desde Uruguay y en una región en la que estamos acostumbrados a preocuparnos por el déficit del gobierno y por la salida de divisas en la balanza de pagos. Sin embargo y aunque parezca difícil de entender, Alemania está recibiendo críticas desde varios frentes por esta situación. ¿Dónde está el problema? Les proponemos analizar ambas campanas de este debate en diálogo con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
Tamara, empecemos por los números. Decía recién que Alemania informó la semana pasada un superávit fiscal de 24.000 millones de euros, el mayor en casi 30 años. ¿De cuánto ha sido el aumento frente a años anteriores? ¿Cómo se lee ese superávit en relación al tamaño de la economía?
Tamara Schandy (TS): Este es el tercer año consecutivo en el que Alemania tiene superávit fiscal y el aumento es muy notorio. Pasó de reportar un superávit de 8.500 millones de euros en 2014 a uno de casi 24.000 millones ahora.
Estamos hablando de un superávit equivalente al 0,8% del PIB en 2016. No es entonces un número enorme teniendo en cuenta el tamaño que tiene la economía alemana, pero sí es un resultado muy holgado respecto a lo que son los números en otros países desarrollados y en relación a lo que marcan los lineamientos de Maastrich que en su momento pactaron los países que forman parte de la Zona del Euro, que habilitan a los estados a tener déficits de hasta 3% del PIB.
Con la crisis europea, en 2009 y 2010, Alemania llegó a tener déficits de esa magnitud e incluso algo más, pero desde entonces las autoridades han tenido una línea fiscal muy orientada a contener el aumento de la deuda pública y el resultado fiscal viene mejorando año tras año.
EC – Alemania también está informando un superávit récord en la cuenta corriente de la balanza de pagos, en ese caso de casi 9% del PIB. ¿También se trata de cambio relativamente reciente?
TS – En realidad Alemania tradicionalmente siempre ha tenido superávit a nivel de la balanza comercial, pero en los últimos años ha venido en aumento. A grandes rasgos, podríamos decir que desde la posguerra hasta la creación del euro en 1999 tuvo balances moderados, con picos de unos 60.000 millones de euros en los mejores años. A partir de la creación del euro eso empezó a cambiar y paulatinamente se vieron cifras cada vez más altas: el balance comercial superó allí los 100.000 millones de euros, en 2012-2013 llegó a 200.000 millones y el 2016 cerró con 250.000 millones de superávit. Los otros componentes de la cuenta corriente llevan el saldo global a un número algo mayor (266.000 millones), que equivalen a ese 9% del PIB que tú mencionabas.
Un superávit en cuenta corriente puede leerse de varias maneras. Una evidente es que el país exporta más de lo que importa… y la otra en la que solemos hacer hincapié los economistas es que un balance positivo quiere decir que el país en su conjunto (sector público y sector privado) ahorran más de lo que consume o invierte… desde ambas perspectivas viene alimentándose el debate que se ha suscitado en relación a esta situación tan peculiar que tiene Alemania hoy en día y al que tú te referías al inicio.
EC – Detengámonos en eso, Tamara. Por un lado, uno de los asesores de Trump señaló hace poco que Alemania está manipulando la moneda y beneficiándose de un euro “débil” frente al dólar para exportar más de lo que debería. La respuesta alemana, naturalmente, es que la competitividad de su producción manufacturera va mucho más allá de eso…
TS – Sí, y también –obviamente- que el valor del tipo de cambio no es una variable bajo control de Alemania. Por un lado, el dólar se ha fortalecido frente a muchas monedas en los últimos tres años; no es que el euro se haya debilitado sino que el dólar se fortaleció. Por otro lado, además, es en todo caso el Banco Central Europeo que con una política monetaria muy expansiva favorece un euro “bajo”… pero lo hace mirando al resto de los países de la eurozona, que siguen sin poder salir de la situación de letargo económico post-crisis; no por Alemania.
En realidad el debate se hace más complejo cuando se entra en esa perspectiva: no la de Alemania versus Estados Unidos u otras partes del mundo sino la de Alemania versus los países de la propia Zona Euro… Es allí donde aparecen los argumentos más fuertes sobre la “inconveniencia” (por decirlo de algún modo) de que Alemania persista en una combinación de políticas que está generando un superávit de cuenta corriente cada vez mayor.
EC – Vayamos por ese lado entonces. Hacia allí – justamente- supongo que apuntan algunas de las conclusiones del último informe anual de la Comisión Europea, que se refieren a que el “persistente” y “elevado” superávit en cuenta corriente de Alemania “refleja unos ahorros excesivos” y un “tenue” nivel de inversión, lo que tiene una “relevancia transfronteriza”. ¿Qué quiere decir eso exactamente? ¿Que este superávit de Alemania perjudica al resto de los países de la Zona Euro?
TS – Varias cosas. En primer lugar, es cierto que mientras que Alemania tuvo superávit creciente en su cuenta corriente, otros países mantuvieron déficits importantes en los últimos años. España, por ejemplo, ha mejorado pero tuvo déficits sistemáticos hasta 2012 (algunos años con valores de más de 100.000 millones de euros). Algo similar se vio en Francia, o en Italia, por mencionar otros ejemplos. Y son todos países que comparten una moneda única, con lo cual no está la “herramienta” de la devaluación para revertir esa situación… Por eso se suele decir que estas otras economías tienen que trabajar en ir procesando reformas que les permitan mejorar su productividad y achicar la brecha respecto a Alemania.
Al margen de eso, hay todo un debate sobre si Alemania no debería ahorrar menos… generando, por un lado, condiciones de mayor aumento del salario en Alemania y, por otro lado, más actividad en otros países.
EC – ¿Pero cómo hace eso? ¿Es con una política fiscal más expansiva?
TS – Decía antes que la cuenta corriente es reflejo del comportamiento de ahorro y gasto tanto del sector público como del sector privado. A nivel del sector privado podría decirse que lo que hemos visto en los últimos años responde en cierta medida a una tendencia “estructural”, derivada del envejecimiento de la población en Alemania. El mayor ahorro sería entonces la contracara de la necesidad de sostener –en el futuro- el retiro de una población envejecida… Y también reflejaría un comportamiento de las empresas alemanas de invertir más afuera anticipando un crecimiento más bajo a nivel local, justamente por la pobre dinámica poblacional. De hecho, hay proyecciones que apuntan a que la población total puede caer 10% de acá al 2050.
Pero a eso se suma una política fiscal que, como decía al inicio, ha estado muy orientada a bajar el déficit y contener el aumento de la deuda pública, aún cuando el gobierno puede colocar deuda barata (a tasas negativas incluso en algunos plazos, como hemos comentado otras veces en este espacio).
EC – Incluso el FMI, Tamara, que siempre ha sido abiertamente conservador en cuanto a los resultados fiscales de los países, ha sostenido en varias oportunidades que sería recomendable que Alemania usara ese espacio fiscal que parece tener disponible para estimular la economía, ¿verdad?
TS – Sí, es que desde el resto del mundo y en particular desde los otros países de la eurozona el caso para una política más expansiva en Alemania es muy claro. ¿Por qué? Porque si la política fuera más expansiva, cabría esperar una mayor demanda en Alemania y eso motivaría mayores importaciones desde los otros países, que necesitan aumentar sus ventas para terminar de salir de la crisis de 2008. Con la misma lógica, presionaría al alza los salarios.
Desde la propia Alemania, también, debería ser algo deseable para crecer más rápido. La expansión del PIB del año pasado, de 1.9%, es mejor que la de otros países europeos pero dista de ser estelar.
Lo que sucede es que la lógica de más déficit no paga domésticamente. Lo habitual es asociar a los países con déficit de cuenta corriente con políticas derrochadoras. De hecho, el discurso político oficial en Alemania ha puesto mucho énfasis en presentar a los superávits fiscales como algo positivo, que denota buena gestión. Teniendo en cuenta eso y que además se aproximan elecciones en Alemania, por ahora todo parece indicar que las condiciones no están dadas para un giro de la política sino más bien para seguir en una línea en la que se hace alarde de superávits fiscales y de nuevos máximos de exportaciones.