Hace pocos días el Banco Central dio a conocer nuevas estadísticas sobre el uso que hacemos los uruguayos de los distintos medios de pago.
Emiliano Cotelo (EC): Una vez más, los datos muestran con bastante claridad un aumento sostenido en la utilización de la tarjeta de débito para hacer compras (y no solamente para retirar dinero de los cajeros, como solía ser su función habitual). ¿Compiten con las tarjetas de crédito? ¿O se desplaza el uso de efectivo? ¿Qué características tienen las compras que se pagan con tarjeta de débito? En seguida, les proponemos abordar éstas y otras preguntas con el economista Leonardo Mangado, de la consultora Deloitte.
Romina Andrioli (RA): Leonardo, te propongo que comencemos por repasar algunas cifras básicas para ubicar a los oyentes. ¿Cuántas tarjetas de débito hay en Uruguay? ¿Cuánto se usan para hacer compras?
Leonardo Mangado (LM): Hay unos 2.3 millones de tarjetas de débito y en el último reporte del Banco Central se indica que en el primer semestre del año se hicieron unos 25 millones de operaciones de compra usando esos plásticos. Eso equivale a decir que hubo un promedio de casi 2 compras por tarjeta por mes, aunque obviamente habrá plásticos que se usan con más frecuencia y otros que directamente no se utilizan para comprar, sino que sólo se usan en su formato habitual de retiro de efectivo de los cajeros automáticos.
Lo interesante de computar ese indicador de intensidad de uso –por llamarlo de alguna manera- no es el nivel sino su evolución en el tiempo. Lo digo porque el volumen de compras con tarjeta de débito ha aumentado muy fuertemente en los últimos años y la explicación se encuentra justamente en el mayor uso de los plásticos, no tanto en el crecimiento del parque de tarjetas.
RA – Me imagino que el punto de inflexión debe haber sido la entrada en vigencia de la ley de inclusión financiera y el hecho de que aparecieran los descuentos de IVA para incentivar el uso de las tarjetas. ¿Los datos permiten comparar con ese momento?
LM – Sí. En realidad el uso de las tarjetas de débito en “función compra” venía creciendo desde bastante antes. La tasa de crecimiento era porcentualmente muy grande (por ejemplo en 2012 o 2013 crecía a razón de más de 70% por año), pero su volumen total era muy pequeño. Como tú decías fue efectivamente hace dos años con la ley de inclusión que hubo un despegue mayor.
Si comparamos las cifras de este primer semestre de 2016 con el primer semestre de 2014 (antes de la entrada en vigencia de la ley), la cantidad de operaciones de compra se multiplicó por más de 6 veces. El stock de tarjetas también creció, pero sólo 20% en estos dos años. Lo que explica el salto es entonces la intensidad de uso. En el segundo semestre de 2014 la intensidad de uso se duplicó y en los semestres sucesivos siguió subiendo muy fuertemente.
Hay una comparación que creo que es muy elocuente y es que las 25 millones de operaciones que se hicieron en el primer semestre de 2016 ya son más que todas las compras que se habían hecho con tarjeta de débito entre 2010 y 2014.
RA – ¿Hay datos de qué tipo de compras son? Por ejemplo, ¿de qué rubros? ¿por qué montos?
LM – En el reporte del Banco Central no hay información respecto al comercio en el que se gasta ni al producto que se compra, pero sí hay información del dinero gastado en compras con tarjetas de débito. Si se combinan esos datos con los de cantidad de operaciones, se obtiene que el monto promedio por compra es de unos $ 1.200.
RA – ¿Son compras que desplazan el uso de tarjetas de crédito?
LM – No podemos estar completamente seguros, pero las estadísticas más bien sugieren que no. De hecho, tanto la cantidad de operaciones como el gasto que se canaliza a través del uso de las tarjetas de crédito han seguido subiendo de manera firme en estos últimos años. Lógicamente en términos porcentuales son aumentos menos “espectaculares” que los que se vieron en el uso de los plásticos de débito, porque ya era un hábito mucho más maduro cuando llegó la ley.
Recién decía que la cantidad de operaciones con tarjeta de débito se había multiplicado por 6 respecto a dos años atrás. En ese mismo período el uso de las tarjetas de crédito emitidas en Uruguay aumentó “sólo” 22%. No se puede hacer el ejercicio contra-fáctico de cuánto habría subido si no se hubiese difundido tanto el uso de las de débito, pero por cierto ni cayó ni enlenteció su ritmo de crecimiento respecto a años anteriores. Otra forma de ver el tema es pensar que el uso de las tarjetas de crédito sigue creciendo a razón de 10% interanual incluso cuando el consumo evidentemente se enlenteció muchísimo en Uruguay. Eso habla de un patrón de cambio de hábito que sigue avanzando con bastante fuerza.
RA – Leonardo, recién decías que el uso de la tarjeta de crédito es un hábito más maduro, mientras que el pago con tarjeta de débito es más reciente pero viene creciendo a tasas muy fuertes. ¿Cómo se compara hoy en día el gasto total con uno y otro medio de pago? ¿El gasto con tarjetas de débito sigue siendo una fracción pequeña del total?
LM – Sí, pero cada vez menos pequeña. De hecho, en el primer semestre de 2016 se gastó el equivalente a casi US$ 1.000 millones con tarjetas de débito. El gasto con tarjetas de crédito es prácticamente el doble (unos US$ 2.000 millones si consideramos sólo las emitidas en Uruguay). O sea que el débito ya es 1/3 del total de gasto con tarjeta, cuando hace dos años era menos del 20% y hace 5 años era sólo el 3% del total.
Pero reitero, no es que el débito se vaya “comiendo” a las tarjetas de crédito sino que lo que crece es el volumen total de operaciones con plásticos… en detrimento de consumos que quizás de otro modo se harían en efectivo.
RA – Justamente eso te quería preguntar. ¿Hay alguna forma de medir eso? Me refiero a cómo se compara el gasto con tarjetas en relación al pago en efectivo…
LM – El reporte del Banco Central tiene estadísticas de retiro de efectivo de los cajeros automáticos, que nos da cierta pauta. En 2013 (previo a la Ley de Inclusión Financiera) el gasto con tarjetas de débito representaba solamente un 2% del monto de retiros de efectivo de los cajeros. Esa proporción viene creciendo sostenidamente y hoy está en torno de 17%. Y si al gasto con tarjetas de débito le sumamos los débitos directos (que son pagos que se realizan debitando directamente del saldo de la cuenta bancaria del pagador) la proporción sobre retiros de los cajeros es de 32%…
RA – Para ir terminando, Leonardo, ¿qué información hay sobre el uso de otros medios de pago menos tradicionales, fuera del efectivo, las tarjetas o los cheques? Me estoy refiriendo por ejemplo a los pagos móviles, a las transferencias electrónicas, al dinero electrónico…
LM – Las transferencias no son un instrumento nuevo, pero es cierto que se han redinamizado. Obviamente no es sólo operativa de personas sino que hay muchos movimientos a nivel corporativo, pero si comparamos el volumen de dinero que se movió por esta vía en el primer semestre de 2016 supone un aumento de 80% en relación al primer semestre del año pasado… Y si tomamos un período un poco más largo, vemos que en los últimos 5 años casi se multiplicó por 4. Claramente la tecnología ha jugado un rol clave acá.
Y algo similar se ve a nivel de los otros medios de pago que mencionabas, aunque en esos casos los volúmenes son todavía mucho más pequeños.
RA – ¿De qué montos estamos hablando, Leonardo?
LM – El reporte del Banco Central indica transacciones de pagos móviles por US$ 56 millones en la primera parte de 2016, frente a sólo US$ 35 millones en igual período de 2015. Dinero electrónico es la primera vez que se incluye en el informe… y se están reportando US$ 72 millones en este semestre.
Cuando uno compara estas cifras con los US$ 1.000 millones de gasto con tarjeta de débito o los US$ 2.000 millones de gasto con tarjeta de crédito que recién mencionaba, obviamente se trata de operativas aún muy pequeñas… pero están creciendo mucho y si mantienen este ritmo de expansión pueden tornarse en volúmenes relevantes en el sistema de pagos uruguayo. No olvidemos que hace menos de 5 años las compras con débito tampoco llegaban a US$ 100 millones de dólares por semestre.