Argentina ha estado en el foco de los titulares durante estos últimos días a raíz de los disturbios que rodearon la votación de la reforma previsional impulsada por el Gobierno de Macri. Aprobada esa reforma en el Congreso, el oficialismo va ahora por un paquete de nuevas modificaciones fiscales.
¿Cuáles son los elementos centrales de estas reformas? ¿Cómo se perfila el panorama económico para lo que queda del Gobierno de Macri? En seguida, les proponemos conversarlo con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
Romina Andrioli (RA): Tamara, ¿podemos comenzar repasando a grandes rasgos en qué consiste la reforma previsional que se aprobó en Argentina? ¿Por qué generó tanta controversia?
Tamara Schandy (TS): Explico los aspectos económicos y los elementos más controvertidos del proyecto… Dejo al margen todos los ribetes políticos que hicieron a la discusión y que terminaron derivando en los incidentes en la vía pública que vimos en Argentina, que obviamente exceden la temática de la reforma previsional.
Esencialmente lo que se planteó fue una modificación en la forma en que se ajustan las jubilaciones, pensiones y otras prestaciones. Lo que establece esta nueva ley es que a partir de marzo de 2018 la actualización de los haberes se va a realizar cada trimestre a través de una fórmula compuesta en un 70 % por la inflación y en un 30 % por la evolución de los salarios. Hasta ahora, los ajustes venían siendo semestrales y se basaban en un 50 % a la evolución de los salarios y otro 50 % a la recaudación de la Anses (que es el organismo a cargo de la seguridad social en Argentina).
Una primera conclusión, Romina, es que no se trata de una reforma de fondo, sino que básicamente es una modificación en los parámetros de ajuste de los montos de las prestaciones.
RA: – Asumo que la nueva fórmula da ajustes menores, de allí los problemas para su aprobación…
TS: – Exactamente. En realidad hubo dos temas de controversia.
El primero es que, si bien bajo ambas fórmulas los haberes van a aumentar por encima de la inflación (preservando entonces el poder adquisitivo de los jubilados y pensionistas), con la nueva fórmula aumentan menos, al menos para 2018 y 2019. Por ejemplo, para el haber mínimo en 2018 se estima una suba de 21 % con la nueva fórmula, versus 25 % con la anterior…
El segundo tema que se cuestionó hace al empalme entre las dos fórmulas de ajuste. El primer aumento del nuevo esquema se aplicará en marzo 2018 (seis meses después de la última suba) en base a la inflación y salarios del tercer trimestre de 2017. Lo que se marcaba es que eso puede llegar a generar luego juicios contra la Anses… Al final se negoció incluir un “bono compensatorio”, por única vez, para mitigar el problema del desfase de fechas.
RA: – Tamara, ¿qué ahorro se aspira a lograr en términos del déficit fiscal?
TS: – El Gobierno anunció que espera ahorrar unos AR$ 60.000 millones en 2018 por esta norma. Eso equivale a medio punto del PIB aproximadamente… Igual eso no revierte el déficit de la seguridad social.
Menciono algunos números de contexto… El gasto previsional subió desde 4,3 % del PIB en 2005 hasta niveles en torno a 10 % del PIB este año. En ello incidió, por un lado, que el número total de jubilados y pensionistas más que se duplicó en la última década: pasó de 3,7 millones en 2005 hasta 8,3 millones en 2016… Recordemos que hubo distintas moratorias previsionales que permitieron incorporar al sistema pasivos que no habían realizado aportes suficientes a la Anses durante su actividad. Pero al mismo tiempo en que subió la cantidad de beneficiarios, los montos de las prestaciones también crecieron muy fuertemente. Por poner una referencia, la jubilación mínima aumentó más de 20 % en términos reales entre 2010 y 2017.
En cambio, los aportes al sistema previsional aumentaron en forma mucho menos intensa: desde 3 % del PIB en 2005 hasta un 7 % del PIB este año… La brecha, entonces, entre las prestaciones y los aportes ha ido subiendo sistemáticamente, hasta alcanzar hoy en día un récord de 3 % del PIB. Como decía recién, con esta ley se espera un ahorro de 0,5 % del PIB aproximadamente en 2018… así que está lejos de eliminar el problema, pero al menos lo mitiga.
RA: – Está claro, Tamara. Ahora, el Gobierno también está empujando otros cambios para mejorar la situación fiscal, ¿verdad?
TS: – Sí. El Gobierno de Macri se propuso bajar el déficit primario (esto es, antes del pago de intereses) desde 4,6 % del PIB en 2016 hasta 3,2 % del PIB en 2018.
Este año hubo un factor clave que ayudó a mejorar las cuentas públicas, que fue el aumento de las tarifas y que tuvo un correlato claro en la reducción de los gastos por subsidios.
Si bien ahora para 2018 también ayuda el ajuste previsional, la situación fiscal seguirá siendo muy delicada. Por eso, el equipo económico también lanzó en noviembre un paquete de otras medidas fiscales, que de hecho ya obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados. El paquete abarca una gran cantidad de modificaciones comprendidas en distintas leyes, como la ley de presupuesto 2018, la ley de consenso fiscal con las provincias y la reforma tributaria. Los puntos más importantes refieren a que el gasto público total no puede subir en términos reales, al hecho de que las distintas provincias renuncien a juicios contra el Gobierno nacional por montos muy significativos y la reforma tributaria, que introduce un impuesto a las rentas financieras, cambia algunos impuestos internos y reduce el impuesto a las ganancias de las sociedades (aunque en forma gradual en los próximos años).
RA: – ¿Con esas iniciativas es alcanzable la meta de reducción del déficit que se planteó el Gobierno?
TS: – Varios de los cambios que se van a ir aplicando en forma paulatina y por eso los analistas argentinos en general opinan que los impactos no van a ser visibles en forma muy inmediata.
Más allá de que finalmente se logren aprobar estas reformas en el Senado y en línea con lo que viene siendo el discurso oficial, en el equipo económico está primando una estrategia de ajuste muy gradual.
Hoy Argentina puede convivir con una estrategia así porque en un contexto de condiciones favorables a nivel internacional el país está teniendo un acceso fluido al financiamiento externo, que le permite cubrir un déficit fiscal alto y también un déficit en la cuenta corriente muy abultado.
RA: – Para ir cerrando, Tamara, ¿qué expectativas se manejan en términos de crecimiento económico para el próximo año?
TS: – Las perspectivas en general apuntan a que 2018 será otro año bueno en materia de actividad. 2017 va a cerrar seguramente con un crecimiento en torno a 3 % y los analistas argentinos manejan una expansión similar también para el año que viene, aunque son varios quienes sostienen que el país podría crecer a un ritmo más fuerte. En esa recuperación está jugando un rol clave el consumo privado, que está creciendo a tasas de más de 4 %… aunque también está habiendo un repunte muy fuerte de la inversión, que sube a tasas de dos dígitos.
RA: – Detrás de estas proyecciones, ¿se está asumiendo que Macri va a seguir avanzando con su agenda de reformas?
TS: – Probablemente sí. La reactivación que está teniendo la economía y el resultado de las elecciones de medio término -que dejó a Macri y a “Cambiemos” muy fortalecido- deberían dar sí un mayor aire al equipo económico para seguir avanzando en una agenda de reformas. En general se espera que 2018 sea un año clave para empujar los ajustes, porque ya en 2019 el panorama volverá a estar atado al calendario electoral.
Pero reitero que a nuestro juicio el elemento clave para que Argentina siga creciendo a buen ritmo es que se mantenga un contexto propicio para el acceso a financiamiento externo. Sin eso, esta estrategia de “gradualismo” no sería sostenible y probablemente veríamos una devaluación más grande y un Gobierno enfrentado a la necesidad de implementar ajustes más importantes a nivel fiscal.
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