Esta semana el instituto World Economic Forum divulgó su reporte anual de competitividad. Es un informe muy interesante porque compara la situación de casi 140 países en dimensiones que hacen al clima de negocios y a la capacidad de insertarse exitosamente en el mundo. Las dimensiones que se relevan son muy variadas, y van, por ejemplo, desde el entorno institucional a la calidad educativa o al grado de sofisticación tecnológica de los países.
Romina Andrioli (RA): Uruguay es uno de los países incluidos en este reporte, que ya se viene realizando hace 10 años. En esta edición 2016-2017 Uruguay quedó rankeado globalmente en la posición 73 de 138 países. ¿Cuáles son los puntos fuertes de nuestro país? ¿En qué aspectos está más rezagado? De estos temas conversamos en seguida con el economista Leonardo Mangado de la consultora Deloitte.
Leonardo, empecemos por contarle a los oyentes sobre este índice de competitividad… ¿Qué es exactamente lo que se mide? ¿Qué variables se tienen en cuenta?
Leonardo Mangado (LM): Como comentabas recién, es un informe muy extenso y con muchos datos que prepara el instituto World Economic Forum. Lo que se apunta a mirar es la capacidad de competir de los distintos países con una mirada no tan de corto plazo. Nosotros como asesores de empresas nos centramos mucho en variables que afectan a la competitividad a través de los precios relativos, como es el caso del tipo de cambio, la inflación y los salarios.
La visión del informe es algo más estructural. Se relevan un total de más de 100 variables cuantitativas y cualitativas. Las variables cuantitativas son en general indicadores macroeconómicos o demográficos. Por su parte, las variables cualitativas surgen de encuestas a empresarios y otros agentes relevantes. Como te imaginarás, la metodología no es simple, pero todas esas variables se resumen en doce índices. Y a la vez, de esos doce índices se obtiene el puntaje general, que es el que indica que Uruguay quedó posicionado en el puesto 73 de los 138 países que componen el ranking.
RA – ¿Y concretamente cuáles son esos índices que se consideran? ¿Podés poner algún ejemplo?
LM – Sí, claro. Hay un conjunto de índices a los que se les llama “pilares básicos”, es decir, los requisitos mínimos sin los cuáles es difícil pensar cualquier proceso de desarrollo. Estamos hablando de un buen marco normativo y económico para hacer negocios o acceso generalizado a servicios básicos por parte de la población. Dentro de ese conjunto de índices tenemos por ejemplo la calidad institucional, la calidad de la infraestructura, el entorno macroeconómico o el acceso a la educación primaria y la salud.
Por otra parte, tenemos otras variables que buscan identificar los elementos que promueven la eficiencia. Por ejemplo, hay subíndices vinculados al funcionamiento del mercado de trabajo, al mercado de bienes y al desarrollo financiero. Y también se analiza el tamaño de mercado y la penetración tecnológica. Y, por último, hay índices de innovación y de sofisticación de negocios.
RA – Son muchas dimensiones y me imagino que Uruguay estará mejor en unas que en otras, pero a nivel global quedamos a “mitad de tabla”. ¿Qué lectura hacen ustedes de este resultado? ¿Cómo se compara por ejemplo con otros años anteriores?
LM – Si comparamos con el último informe, la posición de nuestro país fue exactamente la misma, el año pasado también quedamos en el puesto 73. Si analizamos los datos con una mirada algo más larga, también podemos decir que Uruguay está en esa zona de “mitad de tabla” hace un buen tiempo. De hecho, en la primera edición de este informe de Competitividad en 2007 nos ubicamos en el puesto 75, no muy diferente a la ubicación en la que estamos ahora. Tuvimos años mejores en los que llegamos a estar en el puesto 63 y años peores en los que caímos a la posición 85… pero, en definitiva, la lectura creo que es que Uruguay no ha logrado consolidar en los últimos años una mejora considerable en los planos que se miden en este trabajo. Obviamente acá estamos hablando en términos relativos a otros países y en términos agregados.
RA – ¿Qué ha pasado con otros países de la región?
LM – En la región tampoco se han visto grandes cambios respecto al año anterior. Dentro de los países de América del Sur el que se posiciona mejor es Chile, que está en el puesto 33 a nivel mundial. Y Colombia y Perú también “rankearon” ligeramente mejor que Uruguay, en los puestos 61 y 67 respectivamente. En cambio, si miramos los países del Mercosur, Uruguay es el que quedó mejor parado… Brasil se situó en el puesto 81 y Argentina y Paraguay también quedaron bastante relegados (en los dos casos por debajo de la posición 100 del ranking). Teniendo en cuenta todo esto, podemos decir que en la comparación regional no nos fue mal, pero tampoco nos destacamos demasiado.
RA – Volviendo a nuestro país y mirando el dato con más detalle, ¿cuáles son los aspectos en los que Uruguay mostró un mejor desempeño?
LM – Es muy difícil abarcar todo, pero como concepto general Uruguay aparece bien ubicado en lo que al principio le llamábamos “pilares básicos”. En particular, de manera consistente con lo que muestran otros índices internacionales, el reporte identifica a Uruguay como un país con muy buena calidad institucional… nos posicionamos 32 en el mundo y primeros en la región, ligeramente por delante de Chile y muy despegados del resto de los países.
También tuvimos buenos resultados en materia de penetración tecnológica. En esa área se considera, por ejemplo, la cantidad de suscriptores a banda ancha de internet, el ancho de banda del servicio o la cantidad de suscriptores de banda ancha móvil. En todos estos aspectos quedamos bastante bien parados, y a nivel global Uruguay quedó en el lugar 36 en términos de difusión o penetración tecnológica.
RA – Queda claro, Leonardo. En el otro extremo, ¿cuáles son las áreas en las que estamos más rezagados y que tenemos que mejorar?
LM – Un tema en el que Uruguay siempre muestra un mal desempeño es en “tamaño de mercado”. Los motivos son bastante obvios… Nuestro país no tiene una población muy grande, y tampoco es rico en términos per cápita. Por lo cual, en esta área corremos con desventaja y es difícil que veamos progresos en los años siguiente.
El otro aspecto que el relevamiento identifica en distintas ediciones como “problemático” en nuestro país tiene que ver con el funcionamiento del mercado de trabajo. En esta oportunidad quedamos en el ranking en el lugar 121 (de 138 países) y bastante rezagado cuando nos comparamos incluso con la región.
RA – ¿A qué se debe eso?
LM – Bueno, el índice de eficiencia del mercado laboral recoge la opinión de un conjunto de empresarios. Eso hay que tenerlo en cuenta, porque los empresarios pueden tener una visión distinta sobre las relaciones laborales que la de la población en su conjunto, y, además, porque las valoraciones cualitativas son de más difícil comparación. Dicho todo esto y más allá del juicio de valor que se haga, parece poco discutible que el proceso de negociación salarial en nuestro país es bastante centralizado. Eso se ve claramente en el índice… nuestro país está en las últimas posiciones en materia de flexibilidad en la fijación de salarios. También está al final de la lista en términos de cooperación entre trabajadores y empresarios y en el vínculo entre paga y productividad. En suma, la valoración de los empresarios del funcionamiento del mercado de trabajo es en general bastante mala. De hecho, la existencia de regulaciones excesivamente restrictivas del mercado de trabajo fue identificado como el factor más problemático para hacer negocios, por delante inclusive de las tasas impositivas, la burocracia estatal o la oferta de infraestructura.