Foto: Javier Calvelo/ adhocFOTOS
EMILIANO COTELO (EC): El miércoles se publicó un nuevo dato de inflación en Estados Unidos y, por primera vez en muchísimos meses, resultó menor a lo que venían proyectando los analistas internacionales.
Lo mismo había sucedido antes con el último dato de inflación en Europa. Y más cerca de nuestro país, el martes se conoció que en julio el IPC de Brasil cayó 0,7%, lo que hizo que la inflación medida en doce meses cediera de 11,9% en junio a 10,1% el mes pasado.
¿Empieza a cambiar el viento externo en materia de precios? ¿Será que ahora sí podemos pensar en que la inflación también empiece a ceder en nuestro país? Ese es el tema que abordaremos en los próximos minutos con la economista Tamara Schandy, socia en Exante.
ROMINA ANDRIOLI (RA): ¿Qué evaluación están haciendo de esta seguidilla de datos de inflación que se han conocido en varios países en estos últimos días?
TAMARA SCHANDY (TS): Fueron buenos datos, en el sentido de que cortaron una racha en la cual sistemáticamente la inflación venía superando las proyecciones de los analistas tanto en Estados Unidos, como en Europa y en Brasil. En definitiva fueron en la dirección que hace tiempo se estaba esperando: registros mensuales que se moderan y permiten que las mediciones de inflación en doce meses empiecen a bajar.
En el caso de Estados Unidos, la inflación bajó de 9,1% en junio a 8,5% en julio y en el caso de Brasil bajó de 11,9% en junio a 10,1% el mes pasado. En Europa la medición anual no cayó (de hecho subió a 8,9%), pero el dato de julio también se observó positivamente porque la variación mensual del IPC fue de solo 0,1%, muy inferior a la de los meses anteriores.
Es importante marcar que buena parte del aflojamiento de la inflación en varios países el mes pasado tuvo que ver con el aflojamiento de las materias primas. Por ejemplo, el precio promedio del barril de petróleo en julio fue 10%-12% inferior al promedio de junio. Pero desde el punto de vista de la señal, lo más relevante es que también cedió lo que llamamos la inflación subyacente (esto es, la inflación depurando el efecto de las variaciones de los rubros más volátiles de la canasta del IPC, como los combustibles y los alimentos).
RA: En la prensa internacional de esta semana se enfatizaba justamente eso respecto al dato de inflación de Estados Unidos, que la inflación subyacente también resultó inferior a lo esperado por los analistas norteamericanos en julio. ¿Eso se puede interpretar como el inicio de una nueva tendencia?
TS: Creo que eso sería demasiado categórico para lo alta que ha estado la inflación en este último tiempo y el enorme margen de error que han tenido las proyecciones. No olvidemos, además, que la inflación subyacente es bastante menos volátil que la inflación total pero igual tiene su “ruido” en el mes a mes.
Dicho todo eso, la inflación subyacente en Estados Unidos durante julio fue la menor en diez meses, con una menor presión tanto a nivel de precios de bienes como de servicios.
Y hay dos elementos que en definitiva alimentan la expectativa de que ahora sí podemos estar llegando a un punto de inflexión en materia inflacionaria. El primero es que los precios de las materias primas han cedido desde los picos de mediados de año. Recién mencionaba el ejemplo del petróleo, pero también ha bajado el precio internacional del trigo, de los lácteos y de varios otros alimentos. El segundo elemento, que es realmente muy importante, es que las economías están perdiendo fuerza luego del rebote post-COVID. En Estados Unidos, en particular, el PIB lleva dos trimestres de caídas pequeñas pero consecutivas. El consumo de bienes tuvo un retroceso y la confianza de los consumidores en torno a los niveles más bajos de los últimos 50 años. Si la demanda se frena, eso debería contribuir a quitar presión sobre los precios.
RA: Los mercados ciertamente parecen haber leído muy positivamente el último dato de inflación de Estados Unidos, ¿no? El miércoles, el día en que se publicó, el índice Standard & Poors 500 de la bolsa de Nueva York subió más de 2% y superó los 4.200 puntos por primera vez desde abril.
TS: Es correcto. También hubo un vuelco en las expectativas sobre lo que hará la Fed en la próxima reunión de setiembre. Hasta ahora los futuros reflejaban una mayor probabilidad de que el mes que viene volviera a haber un aumento de la tasa de referencia de 75 pbs. Luego del dato de inflación, los futuros asignan una mayor probabilidad a un movimiento de 50 pbs. De alguna forma, la lectura parece ser que como la inflación se modera no habrá necesidad de que la Fed tenga que ser tan dura en su próximo movimiento.
Ahora, no perdamos de vista que la inflación sigue siendo sumamente alta. La inflación subyacente en Estados Unidos está en 5,9% anual. Y la propia inflación subyacente mensual de julio, celebrada como “baja” en comparación con meses previos, fue 0,3%. Si se quedara en ese nivel, al cabo de un año la inflación subyacente sería de más de 3,5% anual. Sería tremenda mejora respecto a la situación actual, pero aún estaríamos lejos del objetivo de inflación de 2% que tiene la Fed.
A su vez, a la inflación subyacente alta hay que sumarle que la dinámica en el mercado de trabajo, que sigue siendo bastante sólida a pesar del enfriamiento de la economía norteamericana. Además, los hogares tienen un enorme ahorro generado en pandemia, en los meses en que hubo menos oportunidades de consumo y en que el Estado norteamericano hizo transferencias de dinero a los hogares por montos bastante abultados.
En síntesis, estuvimos ante un muy buen dato de inflación de julio, pero el riesgo que la inflación demore en bajar y se quede en niveles incómodamente elevados por un período más largo de lo que actualmente parecen descontar los mercados sigue estando sobre la mesa.
RA: ¿Cómo ven el panorama inflacionario en Uruguay? A diferencia de lo que comentábamos para Estados Unidos o Brasil, la inflación en doce meses aquí no bajó en julio sino que subió, de 9,3% a 9,6%.
TS: Es cierto, pero igual el dato mensual estuvo muy en línea con lo previsto por nuestros modelos. No diríamos que fue un registro especialmente malo el del mes pasado.
Nosotros seguimos proyectando que la inflación va a ceder. Esperamos ver a la inflación debajo de 9% para diciembre y esperamos observar una caída adicional en el primer tramo de 2023. Para fines del año que viene, proyectamos una inflación más en el eje de 7%.
Esa proyección está soportada en ese contexto internacional que recién describía. Con menos crecimiento de la economía mundial, con muchos de los bancos centrales del mundo habiendo endurecido su política monetaria y con las materias primas aflojándose, es de esperar que ahora sí nos estemos acercando a un punto de inflexión en la dinámica inflacionaria en el mundo. Si eso pasa, en Uruguay deberíamos ver una menor contribución de la inflación “transable”.
RA: También debería ayudar el hecho de que no se esperan ajustes de los precios de los combustibles como los que vimos este año, ¿verdad?
TS: Totalmente. Eso también está en línea con lo que se asume en otros países.
En términos más generales, el pronóstico de que la inflación en Uruguay debería empezar a ceder está muy en línea con lo que se proyecta en otros mercados. En Estados Unidos, la última encuesta de The Wall Street Journal pone la inflación en 6,9% en diciembre y en 2,8% el año que viene, en Brasil el relevamiento de expectativas del Banco Central tiene una mediana de inflación de 5,4% para 2023, en Chile se espera que baje de 13,1% en el último dato a 5,5% a fin del año que viene, en Colombia se espera que caiga de 10,2% a 5,2% en la misma comparación. Esos son solo algunos ejemplos para ilustrar la tónica de los pronósticos globales.
Ahora, también hay que advertir que el sesgo potencialmente es el mismo en todos los mercados. En definitiva, el año pasado también pensábamos que este año la inflación iba a ceder. Y a lo largo de este año los pronosticadores internacionales y nosotros acá en Uruguay también subestimamos sistemáticamente la dinámica inflacionaria. Parecería que “ahora sí” hay razones para pensar que finalmente estamos llegando a un quiebre, pero el escenario sigue sujeto a incertidumbres bastante grandes.