Editorial

Brasil, el Mercosur y nuestra política exterior

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Por Nicolás Albertoni ///

La semana pasada tomó por sorpresa a varios países de la región la propuesta que formulara el presidente del Senado de Brasil, Renán Calheiros, relacionada al Mercosur. Acompañada de varias otras que llevaban el titulo de Agenda Brasil, el planteo de Calheiros sugería que, para afrontar la crisis económica, su país debía terminar con la unión aduanera a la que el Mercosur aún busca arribar y permitir a sus miembros avanzar con negociaciones bilaterales. A las pocas horas de hacerse pública dicha afirmación, la Cancillería de Brasil resaltó que la propuesta era la visión de un senador y no del gobierno.

Lejos de sorprendernos, entiendo que la idea de Calheiros debería motivarnos a reflexionar una vez más acerca de si vamos por el camino correcto en materia de política exterior. No buscando culpables –como jamás debe suceder en cualquier reflexión de política pública– sino buscando soluciones y entre todos.

Hay una perspectiva de este tema que no debemos dejar pasar: a pesar de que desde Itamaratí se han desmarcado de los dichos del senador, lo importante a resaltar es que a través de esta iniciativa Brasil dejó entrever que la alta esfera política ya maneja esta alternativa como posible.

Si bien en el corto plazo no parece que pueda concretarse, de ser mañana una realidad, ¿quiénes serían los más perjudicados? Es decir, ¿qué sucedería si mañana Mercosur decidiera sincerarse? Sinceramiento –aclaremos– que no implica ni más ni menos que darnos cuenta que difícilmente arribaremos al estatus de unión aduanera y será mejor avanzar hacia una sólida zona de libre comercio que nos permita a todos promover negociaciones que cada país crea conveniente, sin que ello implique jamás perder la marca “Mercosur”.

De concretarse esta sugerencia de Calheiro no hay duda que hoy los países pequeños seríamos los más perjudicados. Sucede que, mientras diseñan una estrategia de inserción para firmar acuerdos con el resto del mundo, las economías mayores tienen mucho tiempo que los mercados pequeños para sobrevivir con sus mercados internos. Pero si de la noche a la mañana Mercosur decide sincerase y autoriza a sus miembros negociaciones bilaterales, un país como Uruguay no podría cambiar tan fácilmente de ritmo.

La razón es muy simple: nuestra política exterior no tiene una dinámica negociadora que nos permita salir a firmar TLCs tan fácilmente. Nos acostumbramos a estar sentados en un sillón muy cómodo que se llama Mercosur. Y es razonable que nos resulte difícil movernos, pero será solo moviéndonos que encontremos las oportunidades que el mundo hoy ofrece y no por mucho tiempo más.

Este anuncio tras bambalinas de Brasil entiendo que es una luz amarilla que nos debería motivar a agilizar nuestro debate interno y entre todos –quizá mediante una “mesa nacional” formada por sindicalistas, empresarios, académicos y politicos– pensemos con claridad hacia dónde ir…

Propongo un ejercicio simple con el que se podría comenzar cualquier ámbito que busque reflexionar seriamente sobre nuestra política exterior: primero, analicemos cuáles son nuestros principales productos de exportación. Segundo, miremos quiénes son los principales países que compiten con nosotros como vendedores de esos productos. Tercero, anotemos cuántos acuerdos comerciales tienen esos competidores con los clientes que ambos compartimos.

Desde aquí, en el Departamento de América Latina de Georgetown University, estamos haciendo este ejercicio y les adelanto que los resultados no son buenos para nuestro país: sucede que nuestros principales competidores hoy están mucho más conectados que nosotros con los clientes que compartimos.

Conclusión, de no movilizarnos, en pocos años la realidad nos dará la espalda, seguramente como respuesta a la actitud que por varios años nosotros venimos teniendo…

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