Riqueza de información lleva a pobreza de atención
Por Ricardo Pascale ///
En 1971, Herbert A. Simon señaló:
«Lo que consume la información es bastante obvio: consume la atención de sus destinatarios. Por lo tanto, una gran cantidad de información crea una pobreza de atención”
A partir de sus ideas comenzaría a profundizarse una nueva rama en economía, esta es la economía de la atención.
Tiempo atrás no había Internet ni televisión. Había periódicos, y la gente más interesada leía Life,Time o el Reader’s Digest. Era una época en que el problema no era encontrar tiempo para leer sino cómo encontrar suficiente buena información para cubrir el tiempo. Al ser más reducida la información, la atención no era un recurso escaso.
Pero hoy, ¿cómo dedicar atención ante tanta información de los medios, de las redes, de los más de 300.000 libros anuales publicados y 400.000 revistas académicas…?
La información se elevó potencialmente. Esto permitió crear nuevas tecnologías que, a su vez, aceleraron el conocimiento. Se creó un ciclo virtuoso, que al mismo arrastró algunos problemas.
Puede aparecer, por ejemplo, un déficit de atención, por el estrés del desequilibrio entre información y la atención disponible que puede traer consecuencias psicológicas y organizacionales no deseadas.
Frente a tanta información, la atención se transforma -ahora sí- en un potente recurso escaso.
¿Cuánto cuesta un déficit de atención? Si los humanos funcionan mejor cuando tienen algo de tiempo para reflexionar antes de actuar, se debe evaluar cuánto espacio destinamos a la atención y la reflexión concertadas.
Se puede pasar sino a patologías como el ADHD (Attention deficit hyperactivity disorder), que impacta en el manejo de las organizaciones.
Los riesgos de no manejar la atención conlleva costos. El éxito parece estar hoy en ser bueno para llamar la atención, de empleados, de clientes, proveedores o inversores. Ya no es suficiente ser una organización sólida y competente; tiene que captar la atención de su público objetivo.
Existen mercados de atención tanto dentro como fuera de una organización.
Empezando por los externos, los estudios atestiguan que la atención tiene sus límites definidos. Lo que se gasta en un lugar no se puede asignar simultáneamente en otro. Y al igual que los alimentos frescos, la atención es un recurso altamente perecedero. Una vez que se pierde la atención de un momento, no se puede recuperar.
La economía de la atención tiene oferta y demanda. A medida que aumenta la oferta de información, aumenta la demanda de atención. Si la oferta de atención es constante o se reduce, hay menos personas disponibles para atender a mucha más información y eso cuesta más.
Somos productores de información buscando la atención de los consumidores y somos consumidores de información con cantidad limitada de atención. La recompensa por asignar la escasa atención puede ser excelente, si se elige eficientemente la fuente de información.
Cada organización tiene, además, su propio mercado interno de atención. Tiene proveedores de información internos y consumidores de atención.
Como en los externos, en los internos hay un déficit de atención. Las fuentes de suministro de información se multiplican, la capacidad de atención no, o peor: se reduce. Las empresas con reingeniería pueden reducir personal. En una economía basada en el trabajo físico, los aumentos de producto realizados con menos personas, elevarían la productividad.
Sin embargo, en una economía de atención, uno puede preguntarse. ¿Cómo podemos prestar atención a toda la información que circula en la organización con menos personas?
Los números se equilibran en los mercados de atención interna, según estudios por dos factores. Uno es el aumento de las horas trabajadas por trabajadores profesionales y administrativos.
Y el otro: muchos trabajadores del conocimiento dedican atención «fuera del horario laboral» al trabajo.
Estos comportamientos son medios para hacer frente al déficit de atención, a veces a expensas de nuestras vidas privadas. Dada la necesidad de dormir, comer y pasar algún tiempo en interacción social con familiares o amigos, esta estrategia tiene límites, y buena parte de la sociedad ya lo alcanzó.
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Para el espacio Voces en la cuarentena de En Perspectiva
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Foto: Flickr.
2 Comentarios
Hay una punta que falta en el análisis, riguroso por cierto:
Los ciudadanos aluvionados de información pierden tino de discernimiento, esa es la punta política faltante (de masificación simple mediante epítomes formulados como propaganda común, paradigmas emotivos y bastante acríticos).
Los ciudadanos desatentos en el vértigo, son fáciles de convencer y anclar en una consigna, son clientes de un producto por saturación de su oferta exacerbada, explícita o subliminal o ambas.
Tal uso de manejar desde sitios de poder a la información, que sí existe, establece dos estatus escalafonarios: tiranía y servidumbre.
El fondo del tema no es nuevo, si lo es la coyuntura tecnológica (sobre el fondo, Goebbels lo sabía y marcó escuela, podría decirse que se aprendió la lección y también quien la aprendió y para que objetivos…)
Estimado Profesor, otra gran e informativa columna.
A veces nos perdemos en esta maraña de información y dejamos de percibir lo realmente importante. El bombardeo de noticias es intenso y por todos los medios al punto que el desborde agrede y es agobiante. Los buenos reportajes o columnas como son las suyas dan un aire de buena información.
Un abrazo y hasta la próxima.