Luego de horas de negociación, el gobierno no logró que las familias sirias que acampan en la Plaza Independencia reclamando mayor asistencia estatal depongan sus medidas de protesta. En diálogo con En Perspectiva, el secretario de Derechos Humanos de Presidencia, Javier Miranda, aseguró que hay una sola familia que claramente manifiesta su intensión de irse del país.
Otras, dijo el secretario, quieren tener mayores garantías en cuanto a la permanencia de la vivienda, que tienen asegurada pero no comprenden por "problemas de comunicación".
EN PERSPECTIVA
Jueves 10.09.2015, hora 10.40
EMILIANO COTELO (EC) —El reasentamiento en Uruguay de refugiados sirios, uno de los emblemas de la presidencia de José Mujica, se ha transformado en los últimos días en un punto urticante para la nueva administración, la de Tabaré Vázquez.
Desde el lunes representantes de cinco familias acampan en la Plaza Independencia reclamando que el gobierno les facilite el viaje a Líbano o incluso a Siria, un país todavía asolado por la guerra civil, del cual escaparon en su momento. Aducen que el dinero que perciben es escaso y que Uruguay les resulta caro e inseguro.
Ya hemos tenido otros puntos de vista sobre este asunto, nos interesa conversar a partir de este momento con el doctor Javier Miranda, secretario de Derechos Humanos de la Presidencia de la República.
ROMINA ANDRIOLI (RA) —El lunes el prosecretario de Presidencia, Juan Andrés Roballo, les había pedido a estas familias sirias un plazo de 48 horas para analizar la situación. Ese plazo venció ayer. ¿En qué está la situación hoy? ¿Puede haber alguna respuesta?
JAVIER MIRANDA (JM) —En puridad no fue que pidió un plazo, el comentario fue: yo los estoy recibiendo hoy, los estoy escuchando, conversemos en 24 o 48 horas. No es que se dio un plazo para una respuesta.
Efectivamente ayer el doctor Roballo se reunió con representantes de las cinco familias, volvió a escuchar planteos y a, de alguna manera, expresar las gestiones que venimos haciendo desde el programa y el gobierno en general para ver cómo podemos dar solución a esta situación, que sin duda es incómoda.
EC —¿Hasta qué hora estuvieron negociando?
JM —El doctor Roballo estuvo reunido hasta las 20.00 y después nosotros, con el equipo de acompañamiento familiar del programa, seguimos conversando por lo menos hasta la 1.00, 1.30.
EC —¿Y cómo resume el estado de las cosas?
JM —No logramos persuadirlos de que dejaran la plaza, que nos parece que es una mala situación, en particular los parece que no deberían estar los niños porque se les afecta en una decisión que ellos no deciden, y que [su presencia] no cambia sustancialmente la propuesta…
EC —Todo es irregular ahí: que estén ocupando un espacio público, que los niños participen de esta movilización con lo cual no van a la escuela, su salud corre riesgo (se puso muy frío, ha llovido)…
JM —Sí, es una situación que no debería mantenerse. Estamos intentando persuadir de que dejen esta forma de protesta, no que dejen de protestar, el expresar la opinión y el desacuerdo es absolutamente legítimo aunque uno no esté de acuerdo con los planteos que se hacen o no tenga solución para algún planteo en particular para salir del país. creo que es una situación que no es nada buena…
EC —Se prefiere no actuar con la fuerza.
JM —Evidentemente, porque además nos genera una situación de necesitar cuidarlos a ellos también, no es descartable manifestaciones de repudio a estas personas, lo cual tampoco es bueno en términos de población.
RA —Sí, hemos visto varias veces acá un móvil policial que los acompaña.
JM —Sí, se trata de cuidarlos a ellos también.
EC —¿Qué es lo que plantean: su intención de irse del país, o que están dispuestos a quedarse si cambian las condiciones?
JM —Cada familia es una situación distinta. Una sola familia claramente manifiesta su intención de irse del país, de dejarlo, no quiere seguir en el país.
Las otras cuatro familias no están en esa tesitura, de ninguna manera, algunas nos plantean situaciones como: quiero tener mayores garantías en cuanto a la permanencia en la vivienda que hoy tengo. Esto es perfectamente manejable, creo que ahí hay simplemente un tema de comunicación, tienen el acceso a la vivienda y la garantía de mantenimiento de la vivienda.
Otra persona nos plantea: necesito mejores condiciones para producir porque sino no puedo sostener a mi familia. Otra nos plantea: yo estoy muy inseguro con mi situación salarial, gano $ 11.000 por mes, ¿cómo voy a sostener a mi familia cuando el programa se termine?
O sea, son situaciones de incertidumbre y expectativas, legítimas, que son absolutamente entendibles, que en todo el caso el esfuerzo es: a ver, es posible seguir para adelante dentro del programa, es posible que usted dentro de dos años se sostenga, con una atención. El programa tampoco es un proceso de paternalismo, lo que prevé es procesos de autonomía progresiva, ayudar a aterrizar y emprender vuelo, pero la idea es que puedan emprender vuelo solos, sino ni esta ni ninguna política social tendría sentido.
RA —El Estado uruguayo les está dando dos partidas a ellos: una fija y una variable de acuerdo a las condiciones y el número de integrantes de la familia.
JM —Sí, es así. No solo eso: hay un subsidio económico de dos partidas, un fondo fijo y otro rotatorio, que significan condiciones para mantener una vida digna y sin apremios económicos en esta etapa de inserción inicial. A eso se agrega, por supuesto, facilitación en el acceso al trabajo, búsqueda de oportunidades laborales, es un tema absolutamente central no solo por razones de ingreso sino también por razones de integración social y de dignificación de la persona, como cualquiera de nosotros.
Creo que también es muy destacable el tema del acompañamiento familiar, hay un grupo de técnico, psicólogo y trabajador social, que acompañan cotidianamente a las familias, cuando digo “cotidianamente” es con absoluta regularidad, no dos veces por semana de 18.00 a 20.00, realmente se les acompaña. Ahí es donde digo que se produce el mayor grado de tensión, cómo hacemos para apoyar y acompañar y por otro lado no sobreproteger e impedir vuelo autónomo.
RA —Concretamente, ¿cuánto está dispuesto el gobierno a incrementar esas partidas o esas facilidades que se les da?
JM —En términos económicos hoy no está planteado modificar esas sumas, son absolutamente razonables en el contexto de estabilidad económica que se requiere en el proceso inicial de inserción.
RA —Usted la otra vez mencionaba que hay alguna familia que recibe hasta $ 70.000 por mes.
JM —Sí, sí. Ahora, son familias muy grandes, $ 70.000 es muchísimo dinero, sin duda, yo no gano eso ni cerca, ahora, para 14 personas es una cifra… Creo que se puede sostener y así fue calculado, estas cifras no son antojadizas, es a partir de un cálculo técnico que hicimos con la Facultad de Ciencias Económicas sobre líneas de pobreza que permiten una vida digna de sostenimiento mientras se va desarrollando el proceso de inserción.
EC —Pero entonces, si esas cifras no van a cambiar, ¿dónde pueden estar las alternativas?
JM —Las alternativas son… Creo que hay algunos temas que son puramente de comprensión, de volver a explicar, de dar mayores seguridades. Por ejemplo, en un caso concreto, con: mire, quédese tranquilo, usted está viviendo en un apartamento de un edificio del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, que es un sistema de subsidios que está para que pueda acceder toda la población en situación de vulnerabilidad, no va a tener problema de vivienda. Son alquileres del orden de los $ 1.200, $ 1.500, es absolutamente sostenible dentro de los programas generales de protección social que tiene el Estado. Ahí hay un tema de transmisión.
Yo pienso, opino, que están jugando otros factores, no solo los del programa. El programa siempre requiere ajustes, por supuesto, todo programa de trabajo en la realidad requiere ajustes permanentes, pero creo que están jugando factores. Factores de ansiedades: “Se termina el programa y qué va a ser de mí”; familiares: “Mi hijo se inserta en la sociedad y yo, que soy un adulto y me cuesta mucho más, veo que se me empieza a alejar”, ese es un fenómeno que ocurre habitualmente; y sin duda creo que está repercutiendo la coyuntura internacional: si uno lee en las noticias de hoy de mañana que Alemania manifiesta que va a recibir a 30.000 refugiados, en el imaginario de que “en Europa se vive fenómeno” y “ojalá hubiéramos podido ir a Europa”, se vuelve a replantear esa posibilidad.
Creo que hay un sinnúmero de factores que están incidiendo y que hacen comprensible la situación de enojo o de desacuerdo e incomodidad de estas familias. Por eso es que me parece muy importante que no nos situemos en una situación de confrontación con estas familias, diciendo que son unos malagradecidos o cosas por el estilo, creo que es una cosa humanamente entendible…
EC —Es un comentario muy extendido, ¿no?
JM —Claro, yo de alguna manera quiero fomentar el cubrir eso, porque si no voy a generar una situación de violencia contra estas familias que es injusta con las familias: estas personas son víctimas de una situación terrible. Por supuesto que uno no quiere avivados y hay que cuidar eso, pero por otro lado también hay que ponerse en esta situación de inestabilidad [de las familias].
RA —Dentro de las gestiones que está realizando el gobierno, ¿se intentó por ejemplo que se fueran a otro país?
JM —Sí, obviamente, nosotros conversamos en la medida de nuestras posibilidades. Uruguay no tiene capacidad de transformar la política migratoria de ningún país, pero ante el planteo de una familia que claramente se quiere ir…
RA —Porque han dicho que hasta quieren volver a Siria, ¿no?
JM —Sí, yo creo que eso es más una forma de decir. Siria es un país en guerra y en ese caso como Estado, y así lo hemos conversado con la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados [ACNUR] además, no podemos ser factores de que vuelvan a un país en guerra. Asumir la responsabilidad de que una persona vuelva a un estado de guerra… no parece que como Estado uno lo pueda promover de ninguna manera.
RA —¿Y en el caso de los otros países?
JM —En el caso de los otros países depende de las políticas migratorias de cada uno de esos países. Yo puedo tener un pasaporte uruguayo con visa y todo y que en la frontera me paren y me digan: “Usted aquí no entra porque no tiene suficiente dinero”, etcétera. La situación no es que no puedan salir de Uruguay, la documentación que Uruguay les dio -que además no es que Uruguay la da, es el documento previsto en la Convención del Estatuto de Refugiados- universalmente reconocida: salir de Uruguay pueden y el documento es absolutamente válido. Ahora, el problema en realidad está, y ese es el impasse que se genera con esta familia que se quiere ir, en que hay que definir es si hay algún tercer Estado que esté dispuesto a abrir la frontera migratoria para ellos.
EC —Lo que está ocurriendo, ¿qué consecuencias tiene para el futuro? Por ejemplo: ¿el gobierno está haciendo una autocrítica a propósito de su sistema de inserción que se diseñó y aplicó en estos casos?
JM —Eso por supuesto.
EC —¿Se lo va a modificar para el futuro?, porque el otro grupo de familias sirias va a venir de todos modos, ¿o eso está en duda?
JM —Creo que es el peor momento para resolver eso. En una situación de crisis uno no puede tomar resoluciones. Por un lado venimos trabajando con la hipótesis de que viene el segundo contingente, generando todas las condiciones para que eso suceda, fue lo que hablamos hace unos meses aquí mismo. Pero por otro lado yo no puedo hacer de cuenta que aquí no pasó nada. No puedo tomar ningún tipo de decisión en ningún sentido en este momento. Habría que conversar, ver, revisar, y después tomar decisiones, pero eso no se hace en situaciones de tensión.
EC —Para el caso de que efectivamente se concrete la llegada del segundo grupo, ¿qué diferencias habrá?
JM —Algunas notorias…
EC —Algunas las habían evaluado hace meses, pero ahora, con esto que está ocurriendo ahora, ¿qué cambia?
JM —No, yo creo que [lo que está sucediendo ahora] reafirma un tema central que es la forma en que uno se planta al trasladar la información. No quiero ser agresivo de ninguna manera, pero creo que hay que ser un poquito más brusco, más duro, en la forma de transmitir la información. No tener una actitud, que la reconozco en mí mismo, que es tal vez un poco contemplativa, un poco diciendo: “Bueno, vengan que vale la pena”, creo que hay que ser un poco más crudo en la forma de plantear las cosas. Por decir una que es, además, una autocrítica personal.
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Transcripción: Andrea Martínez
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