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Entrevista central, miércoles 18 de octubre: Ricardo Pascale

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EC —¿Y en Uruguay como estamos en esta materia?

RP —Bien, Uruguay es un país que tiene algunas características muy particulares.

EC —¿En el Ministerio de Economía en Uruguay se puede estar tomando decisiones en base a postulados de la economía comportamental?

RP —Habría que preguntárselo a los jerarcas, que son además muy amigos.

EC —Pero ¿qué sabe usted? ¿Qué ha pasado en el pasado? ¿Ha ocurrido ya?

RP —Yo trataba de aplicarla en todo lo que podía. Ni hablar, la economía comportamental para mí fue fundamental para el manejo cuando tuvimos que parar corridas bancarias.

EC —Ese es un terreno obvio en que estos factores juegan.

RP —Brutal, el caso más grave, más paradigmático fue el del Banco La Caja Obrera. Yo tuve que estudiar en Estados Unidos, […], eran temas que no se trataban. Hace 15 años que los empezamos a tratar en la facultad recién. En aquel momento era un viernes y hasta ese viernes el banco venía perdiendo US$ 3,5 millones por día de depósitos.

EC —¿De qué año estamos hablando?

RP —Del 88.

EC —Primer gobierno después de la dictadura.

RP —Primer gobierno después de la dictadura, cuando se cayeron todos los grandes bancos. La crisis en la dictadura fue de los bancos pequeños y se vendieron […] de cartera. La parte más complicada había quedado en el Banco Comercial, el Banco La Caja Obrera y el Banco Pan de Azúcar, esos eran los grandes bancos que habían quedado ahí. Tuvimos una gran ventaja ahí, que fue que los líderes políticos nos dieron mucha confianza, de los tres partidos. Y cuando me viene el último tema, que era el Banco La Caja Obrera, resolvimos fusionarlo con el Banco Pan de Azúcar, que era del Banco República. Llega el jueves o viernes –está escrito en los libros–, venía perdiendo US$ 3 millones por día e hicimos la fusión en el fin de semana. Ahí hubo un apoyo de los medios, de todos los medios, de todas las banderías políticas, todos los medios escritos, orales, televisivos preguntaban cuál sería la titulación mejor. El mensaje ese fin de semana fue como que barría, una radio agarraba a una cantidad de oyentes, un programa televisivo a otra cantidad: “Se resolvió el problema del Banco La Caja Obrera, el Banco La Caja Obrera pasa a ser del Estado porque se fusiona con el Banco Pan de Azúcar, que es propiedad del Banco República”. Yo no sabía qué iba a pasar, no sabíamos qué iba a pasar.

EC —Pero ese mensaje, trasmitido de esa manera, nítida, contundente, funcionó.

RP —Funcionó. Por supuesto, el sindicato apoyó, los líderes políticos apoyaron, al final todo el país estaba atrás de eso. Y el domingo ese llamo a Federico Slinger, que era el presidente del Banco República, y le digo: “¿Qué te parece si nos vamos a las 12.45 a la puerta del Banco La Caja Obrera y saludamos a la gente?”.

EC —El día lunes, cuando abrieran las puertas de nuevo, ustedes iban a estar ahí, el presidente del BCU y el presidente del BROU, saludando a los clientes.

RP —Como diciendo “esto no es un tema de escritorios”, el Estado estaba haciendo un ejercicio de soberanía y dando tranquilidad a todo el mundo, habíamos salido de eso. A veces en circunstancias graves o delicadas uno hace cosas que después piensa y dice “qué barbaridad”.

EC —Les podrían haber tirado tomates, huevos…

RP —Pero la prensa había sido muy patriótica.

EC —Corrieron el riesgo y esa jugada funcionó.

RP —Funcionó, saludamos a todo el mundo. Hablamos primero con el sindicato, que todos los chicos fueran bien arreglados, las chicas arregladas, que el ánimo fuera de alegría, que salimos de esto. Acá no hay dudas, se salió de esto. Y me meto atrás de las cajas y Carlos Maggi, que era el presidente de la sala, me dice: “Pero vos no sos el dueño del banco ni nada que se parezca, no toques nada, sentate allí”. Entonces yo estaba atrás con los cajeros y saludaba a los clientes, y ahí ya fui viendo que iba mermando, que ya nadie retiraba, y nos fuimos con Slinger a El Águila. Fue idea de Slinger, que me dice: “¿Y si nos vamos a tomar un whisky y comer una torta pascualina a El Águila?”, porque estaba todo el mundo allí, iban a decir: “Hay dos posibilidades, o estos tipos están absolutamente locos o esto está totalmente arreglado”.

EC —El restaurante El Águila, en el Teatro Solís, era en ese momento quizás el mejor restaurante de Montevideo, donde se reunían empresarios, inversores, etcétera, del ambiente de la Ciudad Vieja.

RP —Ahí está, la city estaba ahí.

EC —Y ahí fueron ustedes tan tranquilos a comer una pascualina.

RP —Claro, y le pedí al mozo, porque no había celulares, que me trajera los datos que mi chofer me traía cada 15 minutos, que veía que ya habíamos dominado la corrida.

EC —Es un lindo ejemplo, redondito, de construcción de confianza.

RP —Sí, por eso yo soy muy optimista en este país, porque cuando los uruguayos queremos, lo hacemos.

Video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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