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Entrevista central, viernes 31 de julio: Dolores Moreira

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Entrevista con Dolores Moreira, medalla de plata en vela en los Juegos Panamericanos Toronto 2015

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EN PERSPECTIVA
Viernes 31.07.2015, hora 8.19

EMILIANO COTELO (EC) —Los Juegos Panamericanos de Toronto nos dieron unas cuantas alegrías. Lo más sonado, por supuesto, vino por el lado del fútbol, en que Uruguay volvió a hacerse del oro después de más de 30 años. Pero también fuimos sorprendidos por una sanducera, de apenas 16 años, que se convirtió en la medallista uruguaya más joven en la historia de estos juegos y regresó de Canadá trayendo bajo el brazo su pase a los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Su nombre es Dolores Moreira, y fue una de las sensaciones celestes al obtener la medalla de plata en la categoría Láser Radial de vela, un deporte poco conocido por los uruguayos.

Vale la pena detenernos en lo que ella consiguió, cómo llegó hasta allí, cuáles son sus planes.

Esta mañana nos acompaña para contarnos cómo es competir a ese nivel con tan pocos años y, sobre todo, qué expectativas tiene.

Dolores, bienvenida y, en primer lugar, ¡felicitaciones!

DOLORES MOREIRA (DM) —Muchas gracias.

EC —Supongo que has recibido muchos saludos, muchos halagos, muchos abrazos en estos días, ¿no?

DM —Sí, sí, una locura todo.

EC —¿Cuándo volviste a Montevideo?

DM —Volví hace dos días. Llegué a las 11 de la mañana y me recibieron con una caravana y una conferencia de prensa.

EC —No te lo esperabas…

DM —No, no, para nada.

EC —¡Te convertiste en una estrella!

DM —[ Se ríe.] Y… algo así. No, pero no […] todavía. Falta.

EC —¿Falta? Estás como acomodándote a una realidad nueva, ¿no?

DM —Sí. No me acostumbro, soy muy tímida en las entrevistas, [se ríe] ¡me da vergüenza!

EC —Contanos de la vela, que no es un deporte con el que la mayoría de los uruguayos estén familiarizados. ¿Cómo se lo explicás a los demás? ¿Cómo es este deporte?

DM —Es un barquito, vamos en un barquito de 4,5 m de largo, la vela mide 5,7 m2, y hacemos un recorrido donde pasamos por boyas, por diferentes marcas. Lo hacemos en determinado tiempo, pero el tiempo no interesa, no es de importancia, lo que sí es de importancia es cómo llegues, si llegás primero tenés 1 punto, si llegás segundo tenés 2… Se corren 12 regatas y quien sume menos puntos gana. Y podés descartar tu peor regata.

EC —Hay distintas categorías en vela.

DM —Sí, Láser Radial es la categoría olímpica femenina, y también están Láser Estándar, que es la masculina, y Láser 4.7, que no es olímpica, es otra categoría en láser. Después hay muchos tipos de barcos, pero yo me dedico al láser radial.

EC —Son barquitos individuales.

DM —Sí, hay de diferentes tipos, hay de hasta cuatro personas. En los Panamericanos hay de hasta cuatro personas, pero hay barcos que son gigantes y requieren de mucha tripulación.

EC —El láser es el primero en tamaño después del optimist.

DM —Sí.

EC —El optimist es el que usan los niños para practicar, para entrar en la náutica, es como una cajita de zapatos.

DM —Es como el babyfútbol de la vela. Yo arranqué en eso a los 9 años.

EC —¿Cuán desarrollado está este deporte en nuestro país? Te lo pregunto porque últimamente los uruguayos nos quedamos con un nombre muy marcado, que fue el de Alejandro Foglia, abanderado en los últimos Juegos Olímpicos, que terminó octavo en su categoría. Allí la vela se hizo presente. Pero ¿qué pasa?, ¿cuánta gente se dedica? ¿Cómo lo ves?

DM —No mucha gente practica este deporte. Por ejemplo en el nacional solo fuimos 13 personas. No mucha gente lo compite. Sí compiten en Optimist, ahí hay bastante gente, pero cuando terminan el Optimist se bajan y se dedican a estudiar o a otras cosas, ya no le dan más importancia a la vela.

EC —¿Cómo te involucraste tú en un deporte como la vela? ¿Desde cuándo?

DM —Empecé a los 9 años en Paysandú. Mi primo hacía Optimist, una vez me invitó, además yo siempre veía los barquitos pasar por el río. Fui, probé, me encantó y nunca más me bajé. Y seguí en Optimist hasta los 15 años, que es la edad límite.

EC —Allí en Paysandú, teniendo en cuenta la presencia permanente del río, ¿no hay un poco más de amor por la vela, por la náutica?

DM —Más o menos. Tampoco mucha gente lo practica. Pero sí creo que la mayoría de los chicos en Paysandú han probado el optimist, a algunos les gusta, a algunos no. Pasa que todo el mundo piensa que es un deporte muy peligroso, pero no, para nada.

EC —¿No es peligroso?

DM —No, no, no.

EC —¿Por qué?

DM —Lo que tienen miedo es a darse vuelta cuando hay mucho viento, todo el mundo tiene miedo a darse vuelta. No saben que si se dan vuelta no pasa nada, lo pueden destumbar, lo dan vuelta de nuevo, lo ponen en la forma normal rápidamente, y es divertido. Darse vuelta es divertido, superdivertido.

EC —En el caso tuyo, la pasión por la vela es familiar. Contabas algún antecedente, pero hay más.

DM —Sí, mi padre practicaba windsurf, lo hacía en Paysandú, pero por diversión nomás. Y mis primos hacían… En realidad empecé porque mi primo me invitó y además porque mi padre le quiso comprar el barco, el optimist, para ayudarlo a que se comprara un windsurf. Así empecé.

EC —¿Y tu hermana cómo juega en todo este cuadro?

DM —Cuando empecé las invité a ellas, a mi hermana Agustina y a mi hermana Victoria. A Agustina le gustó mucho, lástima que empezó cuando tenía 14 años, ya estaba a punto de terminar el Optimist. Y Victoria empezó a los 12, más o menos, pero no le gustó. Agustina tuvo oportunidad de ir a un Sudamericano y a un Norteamericano, pudimos ir juntas.

EC —Hay una historia divertida allí: cuando Agustina cumplió 15 años, en el 2010, la familia le había preparado su fiesta de 15, pero ella optó por cambiar la fiesta por participar en ese torneo en Canadá y para que pudieran ir en familia todos a acompañarla. ¿Cómo fue aquello?

DM —Sí, Agustina prefirió que fuéramos todos en familia y correr su último campeonato junto conmigo. Porque en el Sudamericano, que había sido acá en Uruguay, no pude clasificar yo, y al Norteamericano, como era abierto, sí podía. Entonces optó por hacer su última regata conmigo y además que fuéramos en familia. Estuvo divino.

EC —Salió bien la experiencia.

DM —Sí. Buena elección.

EC —Supongo que gran frustración de las amigas, que esperaban la fiesta, pero muy bueno para ustedes desde el punto de vista de la integración y también del desarrollo en el deporte para ella y para ti, que ibas a seguir de largo.

DM —Sí. Ella después siguió en otra categoría, pero ahora está con los estudios y se bajó.

EC —¿Qué resultados habías obtenido hasta ahora acá compitiendo a nivel juvenil?

DM —En 2013 conseguí la medalla de oro en los Juegos Sudamericanos Juveniles, fui campeona sudamericana en tres clases, en Snipe, en Láser 4.7 y en Radial Sub 19 y en 4.7 Sub 19.

EC —Venías bastante bien, entonces.

DM —Sí.

EC —Pero no era tan obvio que en los Panamericanos pudieras dar el salto que diste. ¿Cómo era el entrenamiento? Empezaste en Paysandú, ¿y cómo siguió después tu trabajo en ese sentido?

DM —Como a los 13 años me hice socia del Yatch Club Uruguayo, acá en Montevideo, y empecé a venir a entrenar acá. Y ahora sigo entrenando acá, vengo los fines de semana, y algunos días entre semana salgo sola en Paysandú. Pero entreno acá en Montevideo o en Punta del Este, porque mi entrenador es de Punta del Este.

EC —¿Cómo es eso? ¿Qué diferencias hay entre entrenar en Paysandú, en Montevideo y en Punta del Este? ¿Por qué estás haciendo los tres lugares?

DM —Porque para llegar a ser un buen navegante tenés que intentar navegar bien con todas las condiciones: con olas, sin olas, con corriente, sin corriente, con viento, sin viento… cuantos más factores, mejor. Y yo intento, no soy buena en todos, intento aprender lo mejor que puedo. Paysandú ya lo tengo medio calado porque nadé toda la vida ahí, pero en Punta del Este con la ola todavía tengo problemas, y con viento también.

EC —O sea que el entrenamiento fuerte lo hacés los fines de semana acá en el sur, en Montevideo y/o Punta del Este.

DM —Claro, yo entreno físico allá en Paysandú entre semana, a veces salgo sola en Paysandú a navegar, pero no puedo salir del puerto por la corriente, porque termino en Mercedes. Y bueno, los fines de semana vengo para acá.

EC —Tenés que hacer un entrenamiento físico aparte, decías.

DM —Sí, sí.

EC —¿Exigente?

DM —Sí, todos los días.

EC —¿Cuántas horas de gimnasio?

DM —De dos y media a tres horas.

EC —¿Y al mismo tiempo estás estudiando, seguís estudiando?

DM —Sí.

EC —¿A qué altura estás en secundaria?

DM —Estoy en quinto humanístico. Y ahí vamos. [Se ríe.]

EC —Supongo que no está fácil la distribución del tiempo entre una cosa y la otra, ¿cómo la manejás?

DM —Hago lo que puedo. Lo malo es que llego de un viaje y tengo que ponerme al día al toque, y ya pasan unos poquitos días y me tengo que ir de nuevo. Eso me complica bastante. Y bueno, ahí la vamos llevando.

EC —¿Tu familia qué dice a propósito de ese conflicto deporte-estudio?

DM —Me apoyan. O sea, yo sé que tengo que terminar el colegio, sea en el tiempo que sea tengo que terminarlo, tengo que seguir estudiando. Pero me apoyan, como que ahora mi prioridad es el deporte, justo en este momento.

EC —¿Es posible, cuando sigas creciendo, que te dediques a la náutica? ¿Es una opción laboral?

DM —Sí, ser entrenadora sí. Pero solo ser deportista no, acá en Uruguay no se puede.

EC —¿Y estás pensando en eso? ¿Esa es tu vocación, efectivamente?

DM —Ser entrenadora me encantaría. Sí.

EC —Te lo pregunto porque capaz que tenés otra idea, hacer la facultad de… no sé qué.

DM —No, no tengo ni idea de eso.

***

EC —Hablemos de los Panamericanos. Ahora te tocó esa responsabilidad de competir en los Panamericanos con tan solo 16 años. ¿Es común participar con esa edad en este deporte?

DM —No, todas las chicas contra las que competí tenían de 20 años en adelante, hasta 30. Creo que era la más chica.

EC —En el podio compartiste lugares con colegas tuyas de 28 años. ¡Doce más que tú!

DM —Sí, sí, estaban todas sorprendidas de que pude llegar ahí. Y yo también, obviamente.

EC —¿Con qué expectativas ibas?

DM —Yo aspiraba a clasificar para la medal race, que ahí clasifican las ocho mejores, o a quedar novena.

EC —Medal race es la última de las regatas que se compite en un juego como este, es la que define la historia.

DM —Claro, esa vale por dos.

EC —Tú pretendías llegar a la medal race, con eso te alcanzaba.

DM —Con eso me alcanzaba, sí, estaba más que satisfecha.

***

EC —Tengo varios mensajes que te mandan felicitaciones: “Felicitaciones, Lola”. ¿Te dicen Lola?

DM —Me dicen Lola, sí.

EC —Dolores Moreira tiene 16 años, estudia quinto año humanístico en el Colegio y Liceo de Nuestra Señora del Huerto, de Paysandú. Vive allí con sus padres. Tiene dos hermanas que vinieron a estudiar a Montevideo. Es velerista y acaba de traerse de Canadá la medalla de plata de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 en la categoría Láser Radial de vela. Es la medallista uruguaya más joven en la historia de los Juegos Panamericanos.

EC —Te preguntaba cuáles eran tus expectativas y tú contabas que con llegar a la medal race ya estabas cumplida. Explicanos cómo es la competencia y cómo te fue, cómo transcurrió en tu caso.

DM —Eran 12 carreras, de esas 12 carreras clasifican las ocho primeras a una decimotercera que es la medal race, que vale por dos y es en la que se definen las medallas. Yo aspiraba a llegar ahí, a clasificar última, no importaba. Y bueno, se dio y conseguí la medalla de plata.

EC —Contanos un poquito más. Cómo se compite, de qué se trata, dónde demostrás la habilidad con la vela.

DM —Es un deporte físico y a la vez tenés que saber de estrategia, cómo posicionarte con respecto a los otros rivales, porque podés taparles el viento, hay muchas reglas en la vela, entonces podés jugar con las reglas.

EC —El manejo del viento es fundamental. Estamos hablando de un deporte con vela, eso es obvio. ¿Podés explicarnos un poquito más?

DM —[Se ríe.] Tenés que saber del viento, tenés que anticipar para dónde va a girar el viento; tenés que saber de las olas, de la corriente; tenés que jugar con tus rivales, intentar mandarles viento “sucio”.

EC —¿Cómo es eso?

DM —El viento es nuestro motor, pero como no podemos avanzar contra el viento, tenemos que ir como en zigzag, a 45º del viento, aproximadamente. Una vez que el viento pasa por tu vela genera una turbulencia y cuando llega a un barco que está detrás llega con menos fuerza y con un ángulo diferente. Entonces ahí se puede jugar con el viento sucio.

EC —Tú usás el viento por un lado a tu favor y por otro lado para perjudicar a los otros.

DM —Exacto.

EC —Eso está permitido.

DM —Está permitido, sí.

EC —Pero con algunos límites.

DM —Claro. Por ejemplo, no podés usar el viento para ir más rápido, no podés “remar”; remar es cuando hacés ciertos movimientos con el barco para generar más velocidad de la permitida, es como sacar ventaja. Ahí vienen los jueces y te sancionan con una bandera amarilla y tenés que hacer una penalización de un 7.20, como se llama, ahí hacés dos vueltas sobre ti mismo y con la segunda ya tenés que retirarte de la regata, estás descalificado. Con la tercera también.

EC —¿También hay sanciones según cómo trates a tus rivales?

DM —Sí, en la vela hay muchas reglas y podés jugar con ellas también. Por ejemplo, en un cruce entre barcos hay cierta persona que tiene derecho de paso, preferencia. Por ejemplo, yo tuve un cruce con una guatemalteca y en mi opinión no hice infracción, pero me sancionaron y me descalificaron de la segunda regata.

EC —Te descalificaron, directamente. Te sacaron.

DM —Sí. Una vez terminada la carrera se hace una protesta, que es como una denuncia frente a jueces, tenés que llevar testigos y testificar frente a los jueces.

EC —Álvaro Robaina, uruguayo, que fue juez aquí en los Panamericanos en esta categoría y que además te conoce de los entrenamientos en nuestro país, nos comentaba ayer que el que hubieras podido reponerte ante esa sanción, que no te hubiera golpeado anímicamente, etcétera, fue una de las claves del éxito que después tuviste. ¿Cómo manejaste esa parte?

DM —Estaba enojada, tenía una impotencia. O sea, yo creo que no hice ninguna infracción, pero son cosas que pasan en la vela, es común. Y bueno, en los siguientes días pude mantenerme ahí hasta el anteúltimo día, ahí dejé que todo entrara, porque tuve dos malas regatas, pasé de estar segunda en la general a cuarta. Ahí llegué a pensar ya está, que ya todo estaba perdido, que a la medalla no iba a llegar, y tampoco a la clasificación. Pero por suerte al siguiente día pudimos revertir la situación.

EC —Llegaste a la medal race, a la última, o sea que ahí ya estabas contenta…

DM —Sí, obvio.

EC —… con ese logro ya habías cumplido el objetivo. Pero llegabas en una posición complicada. No tenías posibilidad de medalla de oro, eso ya se sabía.

DM —Sí.

EC —Y para otra medalla la cosa también era ardua. Explicanos eso.

DM —La argentina me llevaba unos cuatro puntos, entonces para poder ganarle en la última carrera tenía que salir yo, un barco cualquiera y después ella, o sea, tenía que meter un barco entre ella y yo.

EC —Tú tenías que meter un barco entre ella y tú…

DM —Claro, tenía que manejarme de una forma, o sea, perjudicarla a ella de tal manera que un barco le ganara.

EC —No dormiste la noche anterior pensando…

DM —No, no, estaba muy nerviosa. Pensé situaciones en las que ella podría venir a arruinarme la regata y no dormí nada. Al siguiente día seguía muy nerviosa, estaba muy asustada…

EC —Pasaste toda la noche calculando, entonces.

DM —Claro, por suerte el siguiente día mi coach deportivo, Carlos Soriani, y mi entrenador, Luis Chiaparro, me ayudaron y pudimos salir adelante.

EC —En el manejo ese que hiciste de la relación con las otras competidoras estuvo tu gran habilidad, dicen los que saben.

DM —Sí, en la regata esa la argentina lo único que tenía que hacer era pegarse a mí, hacer todo lo que yo hiciera y salir un puesto detrás de mí, no importaba, porque ella ganaba igual. Me llevaba cuatro puntos de diferencia, y como la medal race vale por dos, solo me sacaba dos puntos si quedaba un puesto detrás de mí. En la largada me pude posicionar bien, largué tapándole el viento y ahí la obligué a ir a buscar viento “limpio”. Y seguí tapándole el viento, en cada jugada que ella hacía yo iba y le tapaba el viento y logré que quedara última. Ahí me preocupé más por la venezolana, que era la otra con quien estaba peleando la clasificación, porque Brasil, al ser local, no cuenta.

EC —Al ser Brasil local de los próximos Juegos Olímpicos.

DM —Sí.

EC —¿Entonces?

DM —Entonces me preocupé más por la venezolana. Y terminó la argentina última, yo entré segunda y la venezolana terminó sexta, por ahí. Fue una buena regata.

EC —Me decía Álvaro que la evaluación es que hiciste una competencia muy inteligente…

DM —Sí, se podría decir.

EC —… pero al mismo tiempo con una exigencia física grande, ¿no?

DM —Sí, sí.

EC —Las dos cosas.

DM —Por suerte con mi entrenadora física y mi entrenador pudimos hacer un buen trabajo, y espero que sigamos así para Río.

EC —¿Es cierto que cuando terminó, cuando saliste, no sabías que habías conseguido la medalla de plata?

DM —No, yo salí buscando la clasificación y la medalla de bronce.

EC —Cuando terminó la carrera.

DM —Claro, salía de esa carrera. Y cuando terminó la brasileña, que era la que venía segunda y que estaba muy lejos adelante, pensé que no había chance de alcanzarla. Terminé empatando con ella en puntos y le terminé ganando el puesto al final, porque la medal race, que es la última regata, vale más que todas las otras, es la que define, y terminamos empatadas en puntos y yo terminé con la medalla de plata.

EC —Cuando te pasaron esa noticia supongo que el golpe fue fortísimo, ¿no?

DM —Quería tirar a mi entrenador al agua.

EC —Estábamos viendo la toma de cuando entregan las medallas. Había un par de uruguayos como locos ahí felicitándote y gritando con las banderas. ¿Los conocías?

DM —No los conocía, pero estaba muy feliz de que estuvieran ahí. Eran los únicos uruguayos, aparte de mi equipo y de los periodistas, que estaban ahí. Estaba muy feliz de haber logrado esa medalla y poder representarlos a ellos y a Uruguay.

EC —¿La estadounidense que obtuvo la medalla de oro es de algún modo tu ídola?

DM —Sí, es mi ídola.

EC —¿Cómo fue el intercambio con ella?

DM —El último día vino y me habló en español, lo que me sorprendió, me dijo: “Lola, te deseo mucha suerte. Yo sé cuánto esto significa para vos y deseo que te vaya bien”. Y ahí… casi colapso de la felicidad. Y luego de la regata terminé, fui, la felicité, hablamos. La verdad que muy bien. Muy feliz.

EC —Así que mucha cabeza, mucho despliegue físico y muchas emociones.

DM —Sí, sí.

EC —Ahora tenés que reponerte de todo esto.

DM —Y ahí vamos, manejándola como podemos.

EC —¿Cómo sigue esta historia? ¿Cómo continúa tu cronograma de entrenamiento y de competencias?

DM —La clasificación a Río me cambió todo, yo no tenía prevista esa situación. Ya armamos con mi entrenador todo un calendario con respecto a Río, todos los campeonatos a los que debería ir para tener un buen nivel y llegar de la mejor manera. Ahora hay que buscar apoyo; apoyo hay pero no es suficiente.

EC —¿Quién financia toda tu carrera? ¿Tu familia hasta ahora? ¿Hay algún apoyo extra?

DM —Sí, está mi familia, están el Yacht Club Paysandú y el Yacht Club Uruguayo, el Comité Olímpico Uruguayo, el ministerio y la federación. Pero no alcanza, es un deporte muy caro y hay que conseguir más apoyo.

EC —¿Quién se ocupa de eso? ¿Tú directamente…?

DM —Vamos a medias con mis padres. Yo no sé mucho del tema, porque soy pequeña todavía, no entiendo muchas cosas, pero intento meterme en todo lo que puedo y aprender.

EC —Tengo varios mensajes de los oyentes, pero uno, el de Inés, sugiere que no te descuides con los idiomas, que estudies idiomas.

DM —Sí, sí. El inglés sé que es el más importante. Para los otros no, soy un desastre, pero tengo tiempo para aprender todavía.

EC —¿Esta medalla te cambió la vida, te cambió tu futuro profesional?

DM —Yo creería que sí. Vamos a ver, en Río se verá.

EC —Pero antes, entonces, ¿cuál es la próxima escala?

EC —Tenemos el Mundial de Omán en noviembre y ahora en agosto tengo el Mundial Juvenil en Canadá, estoy yendo ahora el 8 para allá de vuelta, a dejar a Uruguay lo más alto que pueda y a hacer lo mejor.

EC —¿Vas solita? ¿Hay otros colegas?

DM —A Kingston, donde es el Mundial en Canadá, van dos chicos más, van Nacho Rodríguez y Santiago Díaz. Pero al Mundial de Omán no, es mundial de mayores femenino, voy sola y quiero ir con mi entrenador, si es que podemos llegar a ir.

EC —Y el peluche.

DM —Y el peluche. [Se ríe]

EC —El peluche te acompaña a todos lados. Es el peluche de los Panamericanos…

DM —Sí, se llama Pachi.

EC — …muy colorido, está en las fotos.

***

EC —Dolores Moreira, Lola, de nuevo felicitaciones, y suerte en todo lo que viene.

DM —Esperemos que sí, todo por Uruguay.

Vea el video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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