La agenda política y económica de esta semana quedó acaparada por las medidas de ajuste fiscal que pretende llevar adelante el Gobierno. En nuestro programa hemos abordado este tema en varias instancias pero en estas últimas horas han surgido nuevos planteos y preguntas. Por ejemplo, ¿cómo juegan los cambios en las deducciones del IRPF? O ¿por qué no se suben más los impuestos a las rentas del capital y de las empresas?
Análisis económico
Jueves 26.05.2016
EMILIANO COTELO (EC) —Como ustedes saben, la agenda política de esta semana quedó acaparada por las medidas de ajuste fiscal que pretende llevar adelante el Gobierno.
Lógicamente, también en nuestro programa hemos abordado este tema en varias instancias… Y ahora, les proponemos volver a este asunto en nuestro espacio de análisis económico…
Ya tuvimos un primer análisis el martes con Tamara Schandy, pero en estas últimas horas han surgido nuevos planteos y preguntas… Por ejemplo, ¿cómo juegan los cambios en las deducciones del IRPF? O ¿por qué el Gobierno no apeló a subas del IRPF solamente para los salarios notoriamente altos? O ¿por qué no se suben más los impuestos a las rentas del capital y de las empresas?
En seguida, el diálogo es con el economista Pablo Rosselli, socio de la consultora Deloitte.
Pablo, comencemos por el tema deducciones… Los primeros análisis se concentraron en la suba de las tasas del impuesto a la renta de las personas físicas pero con el paso de las horas aparecieron otros temas… ¿Cómo inciden en concreto los cambios en las deducciones?
PABLO ROSSELLI (PR) —El tema es así… El IRPF se paga por franjas. Hay un monto mínimo no imponible de unos $ 23.400… Quien gane por mes menos de eso no paga IRPF. Luego hay varias franjas… por lo que supere los $ 23.400 de salario nominal y hasta unos $ 33.400, se paga un 10 %. Por lo que supere esos $33.400 se paga más… el siguiente tramo es de 15 %… y luego otros tramos de 20 %, 22 %, 25 % y 30 %.
Como explicamos el martes esas tasas de impuestos se incrementaron a partir de la tercera franja. El 15 % pasa a 18 %, el 20 % pasa al 23 % y las otras suben 4 puntos porcentuales. O sea que la tasa máxima ahora pasa a ser de 34 %.
Sin embargo, para el cómputo del impuesto hay un conjunto de deducciones que se aplican… y allí también hay un cambio que en los hechos determina que las deducciones sean menores.
RA —¿Podemos explicar bien este punto? ¿Qué cosas se pueden deducir?
PR —Hay varios conceptos que se pueden deducir pero los más importantes son los aportes a la seguridad social y al FONASA. También hay una deducción por hijo de un gasto ficto por hijo que se encuentra en $ 3.600 mensuales. Se pueden deducir algunas cuotas de créditos hipotecarios si el valor de compra de la vivienda no excede un valor de unos US$ 80.000 a precios de hoy…
El tema central es cómo se deducen esos gastos. Hasta ahora, a esos gastos se les iba aplicando las mismas tasas de impuestos que en cada franja corresponde pagar… Por ejemplo, una persona que tiene un ingreso de $ 80.000 mensuales, paga el impuesto con tasas que comienzan en 0 %, siguen en 10 %, van a 15 % y llegan a 20 %.
A los gastos deducibles también se les va aplicando esas tasas… Por una parte del ingreso no paga impuesto, y por una parte de los gastos no los deduce. Por otra parte, paga 10 % y deduce gastos al 10 %. Por una parte, paga 15 % y deduce gastos al 15 %…
Lo que el Gobierno anunció es que a los gastos que se pueden deducir se les aplicará una tasa única de 8 %… Eso quiere decir que las personas terminarán deduciendo menos que antes… Porque antes, cuando subía el ingreso aumentaban las tasas del impuesto pero también aumentaba el porcentaje del gasto que se podía deducir… Ahora, ese porcentaje quedará en 8 %…
RA — ¿Y cuál es el impacto de este cambio en las deducciones?
PR —El impacto depende de cada caso… Pero podemos decir que cuanto más gana una persona, se incrementa más el impuesto a pagar, porque subió la tasa del impuesto y porque baja lo que puede deducir.
Para ver esto con claridad, si te parece, podemos manejar un par de ejemplos… considerando una persona que trabaja y que tiene dos hijos.
RA —Me parece bien… ¿Qué dan esos números?
PR —Una persona que tiene un salario nominal de unos $ 50.000 por mes ahora paga un IRPF de $ 3.100 (equivalentes a aproximadamente 6,2 % de su ingreso). Con los cambios propuestos pagará unos $ 3.900 (7,8 % de su ingreso). Terminará pagando $ 800 más, $ 600 más, porque subieron las tasas y $ 200 porque bajan las deducciones.
Una persona que gana unos $ 80.000 mensuales, ahora paga $ 8.600 (un 10,7 %) y pasará a pagar unos $ 10.700 (13,4 %). Paga unos $ 2.100 más, $ 1.500 por más tasas y $ 600 por menos deducciones.
En estos dos casos vemos que la suba de tasas es mucho más importante que el cambio en las deducciones… La incidencia de cada cambio depende del ingreso de la persona y de lo que pueda deducir pero en general es mucho más relevante el aumento de la tasa.
RA —¿Y por qué el Gobierno también apeló a este cambio en las deducciones? La verdad es que está siendo bastante criticado por eso.
PR —Es cierto. A nivel de la opinión pública parece haber entre los contribuyentes una fuerte demanda por que el IRPF permita deducciones. De hecho, hay mucha gente que está genuinamente convencida que el IRPF no es un impuesto a la renta porque no hay muchas deducciones… El argumento apunta que una renta es una suerte de ganancia y que por lo tanto debería permitirse deducir más gastos de la familia.
La verdad es que la palabra renta puede querer decir ganancia pero también puede querer decir ingreso… Y en el mundo, las deducciones son en general bastante limitadas… Y lo son por una razón simple: si hay muchas deducciones el impuesto recauda poco.
Pero parece claro que hay una demanda fuerte de los contribuyentes del IRPF para que haya más deducciones y el Gobierno está yendo por el camino contrario. No sabemos con certeza por qué toma esa decisión pero hay una hipótesis simple… El Gobierno necesita recaudar más; apela a que sean las rentas personales la principal herramienta para recaudar más… Y para eso pretende subir las tasas y bajar las deducciones… Sin bajar las deducciones, las tasas deberían subir todavía más para obtener el mismo resultado.
EC —Pablo, un par de preguntas para terminar… La primera… Desde varios sectores (del FA y el PITCNT) se reclama que el Gobierno debió apelar a subas del IRPF solamente en las franjas más altas, salarios, por ejemplo, de más de $ 100.000 mensuales. ¿Cómo lo ven ustedes?
PR —El Gobierno tiene un dilema allí… Si apunta a salarios tan altos como esos, la población puede entender que esa medida es más justa, porque alivia digamos el costo de la clase media… Pero la cantidad de personas con salarios tan altos no es mucha en Uruguay. Un estudio de María Carnevale y Victoria Novas publicado este año muestra que de lo que se recauda de IRPF por rentas del trabajo, solamente un 35 % proviene de personas que ganen más de $ 120.000 mensuales.
Puede parecer más justo concentrar el aumento de impuestos en salarios más altos, pero cuanto más arriba se apunte menos personas tributan…
RA —Y la última pregunta… Otro reclamo que se ha escuchado es por qué no se apunta más a las rentas de capital y a las ganancias de las empresas. También hay planteos de revisar los beneficios a la inversión.
PR —Acá hay distintos elementos. El IRPF a las rentas de capital rinde bastante poco… Los depósitos bancarios prácticamente no pagan interés así que por ahí hay poco espacio de mejora aunque el Gobierno propone unificar las tasas a la renta de los depósitos bancarios en 7 % (había tasas más bajas para algunos casos); por otro lado, el Gobierno tiene dificultades para fiscalizar el IRPF de los alquileres; y también es difícil alcanzar con eficacia las rentas y dividendos obtenidos por inversiones de uruguayos en el exterior porque hay problemas de fiscalización… que se suman al hecho de que los intereses y dividendos en el exterior son en estos tiempos bastante bajos… Probablemente, a largo plazo, en la medida que avancen las cooperaciones de intercambio de información tributaria entre los gobiernos, será posible aumentar más las tasas a las rentas puras de capital… pero a corto plazo no hay mucho espacio de mejora allí.
En cuanto al impuesto a la renta de las empresas, el Gobierno plantea algunas medidas en relación a la deducibilidad de pérdidas fiscales y a la distribución indirecta de dividendos a través de préstamos de las empresas a sus accionistas, que son un modo de postergar el impuesto a los dividendos… Pero a nuestro juicio, el equipo económico se está cuidando de enviar una señal negativa hacia las empresas porque eso podría afectar la inversión y el crecimiento del país en el largo plazo.
Por último, puede ser razonable evaluar el funcionamiento del sistema de beneficios a la inversión y su eficacia, pero eventuales cambios en el régimen de promoción de inversiones, con la inversión privada que de todos modos está cayendo, no tendrían impactos fiscales relevantes en los próximos dos años. A nuestro juicio, el Gobierno hace bien en no modificar ahora el régimen de beneficios fiscales y en no introducir muchos cambios en el IRAE.
***
Foto en Home: Conferencia de prensa del Ministerio de Economía en donde se anunció un ajuste fiscal. Crédito: Pablo Vignali/adhoc Fotos