El Ministerio de Economía y Finanzas presentó un paquete de medidas con estímulos específicos para 14 sectores de actividad.
EMILIANO COTELO (EC): Como ustedes saben, al comienzo de esta semana el Ministro de Economía, Danilo Astori, acompañado de otros miembros de su equipo, dio a conocer en conferencia de prensa un paquete de medidas con el objetivo explícito de estimular la actividad económica y reactivar la inversión. Las medidas suponen beneficios e incentivos a unos 14 sectores de la economía, entre los que encuentran, los exportadores, la industria automotriz, la industria alimenticia, la producción de maquinaria agrícola, los negocios de frontera, el sector logístico, la construcción, el sector audiovisual, los servicios globales y el turismo, por mencionar algunos de los más relevantes. Más allá del detalle de los anuncios realizados, parece importante analizar con una mirada más amplia este paquete de medidas y conversar acerca de cómo se evalúa su potencial impacto. Para eso estamos en diálogo con la economista Florencia Carriquiry, de la consultora Deloitte.
ROMINA ANDRIOLI (RA): Florencia, para entrar en tema, ¿cómo vieron estos anuncios del lunes? ¿Qué primera conclusión sacan de la conferencia de prensa que realizó el Ministro Astori y sus colaboradores presentando este paquete de medidas?
FLORENCIA CARRIQUIRY (FC): Una primera reflexión que surge tras la conferencia de prensa del lunes, es que este paquete de medidas, más allá de sus detalles, deja de manifiesto una preocupación clara en el gobierno en torno al desempeño que está teniendo la actividad económica y la inversión en este último tiempo. A nuestro juicio el gobierno está reconociendo que hay dificultades y que esas dificultades alcanzan a muchos sectores de la economía. Y esto nos parece importante porque hasta el momento las declaraciones del equipo económico y de las autoridades de gobierno en general no habían sido tan claras en ese sentido y como otras veces marcamos, un primer paso para pensar en solucionar los problemas, es reconocerlos.
Y en ese sentido, coincidimos en la preocupación. Muchas veces hemos comentado que la economía no está teniendo un buen desempeño, finalizado el ciclo de fuerte expansión en 2014, con la caída de los precios de los commodities, entramos en un período de crecimiento muy magro y de hecho, la economía está totalmente estancada desde hace más de un año y con varios sectores que están en una senda de retracción clara y bastante prolongada. En ese marco, tenemos al empleo que sigue cayendo, al consumo estancado también y a la inversión en los menores niveles desde 2005 en apenas 16% del PBI.
Ahora, si bien coincidimos en que hay problemas, en términos generales y de nuevo, sin ánimo de evaluar una a una las medidas anunciadas, nos parece que el enfoque de tomar medidas sectoriales no es adecuado en una coyuntura como esta.
RA: ¿Por qué decís eso, Florencia?
FC: Porque los problemas no están localizados en unos pocos sectores que requieren medidas de ayuda o estímulo. El propio hecho de que haya que ofrecerle beneficios o incentivos a 14 sectores en la economía, de la más diversa índole además (porque hay sectores manufactureros, está la construcción, está el turismo y hay diversos servicios alcanzados también por las medidas) deja a nuestro juicio en evidencia que las dificultades son muy generalizadas y que tienen que ver con temas más de fondo del contexto macroeconómico.
Nosotros en Deloitte venimos sosteniendo hace tiempo que el problema de fondo detrás de la falta de crecimiento y de la caída de la inversión son los desequilibrios macro que venimos acumulando. Me refiero en particular al atraso cambiario y al desalineamiento entre la evolución de los salarios y la productividad en las empresas, que afectan la rentabilidad de las empresas y desalientan la inversión.
RA: En su visión, entonces, ¿qué éxito puede tener este paquete de medidas en modificar esas tendencias de estancamiento económico, caída de la inversión y pérdidas de empleos?
FC: En términos generales, nos parece que las medidas van a tener un impacto muy acotado.
De nuevo, sin ánimo de discutirlas una a una, nos parece que algunas tienen más sentido que otras. Por ejemplo, vemos favorablemente que se eliminen tasas, como la del BROU, que grava a todas las exportaciones. De hecho, habría que revisar todas las tasas que se cobran asociadas al comercio exterior y a diversas actividades, que muchas veces no tienen una contrapartida clara y terminan siendo impuestos encubiertos, que afectan la competitividad de la producción nacional. Sin ir más lejos, hace un par de años, en la rendición de cuentas del 2017, se aumentó la tasa consular a las importaciones, que hoy grava con 2% y 5% a las importaciones (salvo unas pocas excepciones) ese tipo de tasas encarece insumos y afecta la competitividad de la producción nacional.
Por otro lado, hay algunas de las medidas anunciadas que no son “nuevas” sino que suponen prorrogar un estímulo o beneficio ya existente (como es el caso de la prórroga por un año de las tasas especiales de devolución de tributos para un conjunto de sectores que vienen enfrentando problemas desde hace un tiempo largo), otras apuntan a sectores que tienen un peso muy reducido en la economía y que tienen muy poca capacidad de competir con la producción importada (como es el caso, por ejemplo, de la fabricación de maquinaria agrícola, difícilmente veamos un crecimiento muy relevante de este sector) y otras están pensadas para actividades muy puntuales (como, por ejemplo, los servicios audiovisuales o algunas actividades de procesamiento de bienes en zonas francas, que puedan tener como destino el mercado local).
En definitiva, este tipo de enfoque no ataca los problemas de fondo y por tanto no va a ser efectivo en revertir las tendencias de deterioro que venimos viendo en la economía. De hecho, en nuestra opinión este tipo de medidas con beneficios fiscales diferentes para cada sector es inconveniente también porque supone distorsiones en la asignación de recursos, cuando, reitero, los problemas de falta de demanda y de deterioro de la rentabilidad son muy generalizados hoy por hoy en la economía.
RA: Está claro, entonces, que no están esperando un impacto relevante de este paquete de medidas, ¿En sus pronósticos contemplan que la inversión y el empleo van a seguir cayendo en 2020?
FC: Nuestra visión es que este tipo de medidas no van a revertir en lo sustancial el deterioro que estamos viendo en el clima de inversiones y en el mercado de trabajo. Los resultados de nuestra última encuesta de expectativas empresariales confirman muy poca vocación de invertir y también mucha reticencia a contratar trabajadores entre los empresarios. En la encuesta de mayo, menos de 10% de los ejecutivos consultados consideraba que el clima de negocios en Uruguay es bueno, algo más de la mitad de las empresas indicaron tener menor rentabilidad que un año atrás y sólo un 17% de los empresarios encuestados señaló que tenía una expectativa de que su rentabilidad mejorara en el transcurso de un año.
Y en ese contexto, en relación a las perspectivas de inversión en las empresas, el 64% de quienes respondieron nuestra encuesta en el primer semestre indicó que la inversión de su empresa se mantendría más o menos igual y un 21% sostuvo que preveía un descenso. Y, a nivel de las perspectivas de contratación de personal, más del 30% de los encuestados marcó que esperaba reducir la dotación de trabajadores en sus empresas y menos del 10% pensaba en aumentarla.
Con lo cual, considerando esos resultados de la Encuesta de Expectativas Empresariales y teniendo en cuenta también la evolución que están teniendo las importaciones de bienes de capital este año (que acumulan caídas muy significativas) y el seguimiento que en Deloitte hacemos del desempeño financiero de las empresas en diferentes sectores de actividad, que marca problemas de rentabilidad en varios sectores, nuestros pronósticos no están contemplando un repunte de la inversión en los próximos trimestres ni tampoco del empleo, si dejamos al margen obviamente los impactos del proyecto de UPM, que serán muy importantes en 2020.
En definitiva, entendemos que las medidas anunciadas por el gobierno van a tener impactos realmente muy limitados, porque este tipo de estímulos no suple la necesidad de corregir los desequilibrios macroeconómicos (en particular la falta de competitividad y rentabilidad que arrastran las empresas). A nuestro juicio eso es condición indispensable para pensar en una recuperación sostenida de la inversión en Uruguay.
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Foto: Presidencia