Foto: Pablo Vignali / adhocFOTOS
Romina Andrioli (RA): El nuevo gobierno argentino, encabezado por Javier Milei, dio a conocer la semana pasada sus primeras medidas de política económica.
Hemos tenido varios contactos con nuestro corresponsal en Argentina, Fernando Gutiérrez, para conocer de primera mano los anuncios y sus repercusiones más inmediatas.
En la mañana de hoy, en cambio, les proponemos ocuparnos del panorama económico en Argentina con el equipo de EXANTE. El objetivo es poner el foco en las implicancias de estas primeras medidas sobre nuestro país y repasar cuáles son las claves que tenemos que monitorear desde la perspectiva uruguaya. El diálogo será con la economista Tamara Schandy, socia en Exante.
Tamara, te propongo comenzar ubicando a los oyentes con un repaso de los principales anuncios de la semana pasada. ¿Cómo evalúan en EXANTE el paquete inicial de medidas?
Tamara Schandy (TS): A nuestro juicio las primeras medidas del nuevo gobierno son direccionalmente correctas. Se tomó un camino distinto a lo que Milei y su equipo comunicaba en campaña, lo cual es bienvenido.
Los ejes de este primer paquete son la devaluación y el anuncio de un ajuste fiscal de 5% del PIB. Es un abordaje bastante estándar u ortodoxo respecto a lo que recomienda la teoría económica para una situación como la que atraviesa Argentina, caracterizada por alta inflación, falta de financiamiento externo, falta de reservas y dificultades para crecer.
Dicho eso, igual es muy temprano para concluir sobre la probabilidad de éxito del plan de estabilización. Seguramente esta es una fase I de un programa que todavía tiene que sumar más piezas. Además, hay algunas dudas sobre la forma en la que se va a implementar este ajuste, porque algunas medidas requieren apoyo de otros partidos en el Congreso y porque hay quienes dudan de la viabilidad práctica de algunos de los recortes de gasto propuestos.
Naturalmente también hay incertidumbre sobre la tolerancia social a este ajuste y sobre si estos anuncios serán suficientes para atraer financiamiento de afuera. Pero, en cualquier caso, reitero que a nuestro juicio es un conjunto razonable de medidas para comenzar a corregir la crítica situación económica de Argentina. Y destaco también que la reacción de los mercados fue positiva. El dólar blue se movió poco y la brecha con el dólar oficial bajó a menos de 30%, un nivel que no se veía en más de 4 años.
RA: ¿Cómo están imaginando el panorama cambiario para los próximos meses? Supongo que ésa es la dimensión más crítica para pensar los efectos en Uruguay.
TS: Sí, es una de las claves. Cuando pensamos en el frente cambiario no pensemos solo en el valor del dólar, sino en la combinación de dólar e inflación. En definitiva, lo relevante para nuestras decisiones de gasto en Argentina y para la dura competencia con productos provenientes del país vecino ha sido lo barato que está Argentina medida en dólares.
Es muy probable que estos anuncios den lugar a bastante más inflación, al menos en diciembre y enero. Lo digo por el impacto de la corrección del dólar sobre algunos precios, pero también porque se van a reducir los subsidios a la energía y al transporte y ello implicará mayores precios por esos servicios. A su vez, dejan de regir algunos programas de precios vigilados de la anterior administración. Como resultado de todo esto, los analistas argentinos en general estiman niveles de inflación de 20% – 30% en cada uno de estos dos meses.
RA: ¿Eso significa que Argentina va a dejar de estar tan barata en dólares?
TS: Depende de lo que pase con el tipo de cambio. Si el dólar oficial sube solo 2% mensual después de esta corrección inicial (que es lo que dijo Caputto), lo anterior implicará que Argentina se va a estar encareciendo mucho en dólares cuando los precios se miden al dólar oficial. En pocos meses podría borrarse buena parte del efecto “real” de esta devaluación inicial.
Cuando lo pensamos al dólar blue tenemos que hacer algunas conjeturas adicionales. La evolución del dólar blue dependerá de la credibilidad del plan. Lo observado en los últimos días es auspicioso. Con expectativas de fracaso del plan y espiralización de la inflación deberíamos observar un aumento de la brecha. No lo hemos visto. Si esto siguiera así, Argentina también se va a estar encareciendo medida al dólar blue.
RA: Recién hablabas de diciembre y enero, ¿cuál es la expectativa para el resto del año? ¿Cuándo se lograría la estabilización de precios?
TS: Eso va a depender de varios elementos. A nuestro modo de ver, hay tres piezas claves: (1) que el ajuste fiscal y la obtención de financiamiento externo permita reducir (e idealmente eliminar) la financiación del déficit con emisión monetaria, (2) que el gobierno consiga divisas como para poder defender una pauta devaluatoria “pequeña” (Caputto habló de 2% mensual) después de esta corrección inicial y (3) que haya un anclaje de expectativas suficiente como para que este shock inflacionario inicial no se amplifique a través de la indexación de contratos, salarios y otros precios de la economía.
El ajuste fiscal va a ser recesivo. Los salarios y las pasividades van a estar cayendo en términos reales. La historia muestra que puede haber un freno fuerte de la inflación después del shock inicial si los elementos anteriores se cumplen.
Sin embargo, repito que es muy temprano para saber si el gobierno logrará completar un ajuste fiscal relevante y sobre si conseguirá suficiente financiamiento externo para dotar de sostenibilidad al programa. Por eso, escenarios en los que Argentina vaya a una hiperinflación no pueden descartarse completamente.
RA: ¿Y qué expectativas hay en materia de crecimiento?
TS: En general se espera que al menos tengamos dos trimestres de caída fuerte de la actividad. La magnitud del ajuste fiscal hace muy poco probable que pueda ser contrarrestado por un “efecto expectativas” positivo. Como decía, caerán los salarios y pasividades medidos en términos reales, lo cual impactará en el consumo. Bajará drásticamente la inversión pública. Se recortará el gasto corriente. Todo eso tiene efectos contractivos.
En caso de éxito, la recesión no tiene por qué ser muy prolongada. Sería esperable un repunte de la inversión y de las exportaciones apalancada en la corrección de precios relativos. Pero va a ser importante ver la evolución de las variables económicas en los próximos 3-4 meses para saber si es razonable esperar eso para el segundo semestre.
RA: ¿Cómo están incorporando este nuevo panorama económico en Argentina a las proyecciones para nuestro país?
TS: Si el programa avanza como aspira el gobierno argentino, el encarecimiento de los próximos meses debería moderar el gasto de los uruguayos en Argentina, lo cual resulta una buena noticia para el panorama de actividad en nuestro país. No perdamos de vista que en el año móvil a setiembre se registraron 3,6 millones de viajes de uruguayos a Argentina y esos viajes implicaron un gasto de casi US$ 1.200 millones. Eso equivale a 1,5% del PIB y a 2,5% del consumo privado. No hay datos precisos para cuantificar el comercio de frontera, pero son varios los indicadores que dan cuenta de que el diferencial de precios con Argentina tuvo impactos económicos severos.
Pensamos que Argentina va a seguir barata por unos cuantos meses, pero lo esperable es que esté menos barata que ahora y que por lo tanto el impacto para Uruguay del desvío de consumo sea menor.
RA: ¿Qué expectativas tienen en cuanto a la temporada turística?
TS: Nuestros modelos de proyección nos están arrojando un ingreso de argentinos algo menor al de la temporada pasada. Entre enero y marzo de 2023 vinieron unos 720.000 argentinos. Los modelos dependen de los precios relativos y del poder adquisitivo de los argentinos. No capturan un eventual efecto positivo de expectativas por el cambio de gobierno, cosa que vimos con mucha claridad cuando asumió Macri en diciembre de 2015. En el primer trimestre de 2016, por ejemplo, el número de argentinos subió más de 30% interanual.
Por eso, pensamos que la realidad de este verano puede ser un poco mejor a lo que proyectan los modelos y que vamos a estar algo arriba de 2023, aunque no pensamos que el “upside” sea de la magnitud que vimos con Macri (entre otras razones, porque en aquel momento había menos interrogantes sobre lo que iba a hacer la política económica y además se había anunciado el levantamiento del cepo, cosa que ahora no ocurrió).
RA: ¿Y cómo ven el panorama para las exportaciones de bienes de Uruguay hacia Argentina?
TS: Ése es un tema relevante para algunas industrias, aunque macroeconómicamente las exportaciones a Argentina ya no son tan importantes como en décadas previas.
La buena noticia es que se está desmantelando la discrecionalidad en la obtención de permisos para importar. Eso sin duda es positivo para Uruguay, pero hay dos “peros”.
El primero es que el acceso a los dólares para pagar las importaciones no es trivial. Salvo excepciones, se accede a divisas en cuotas y los plazos para completar el 100% insumen hasta 120 días. A su vez, está por resolverse cómo se soluciona la deuda “atrasada” por importaciones previas al cambio de régimen.
El segundo “pero” es que estamos ante una Argentina que ha devaluado fuertemente su moneda. También aumentó el llamado “impuesto país”, lo que hace que el tipo de cambio efectivo para los importadores no sea AR$ 800 sino AR$ 940. Subió 140% con este ajuste. Ni esto ni el contexto recesivo que en general se espera para los próximos meses favorece que haya más demanda de productos uruguayos, aunque reitero que con un horizonte más largo es una muy buena noticia el avance hacia desmantelar trabas en los trámites de importación.