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De Brexit a Bregret: El desencanto del Reino Unido con las consecuencias económicas y ¿existe la posibilidad de que vuelva a ingresar la Unión Europea? Análisis de Mathias Consolandich (Exante)

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Foto: Garry Knight

ROMINA ANDRIOLI (RA): La opinión pública en el Reino Unido ha experimentado un cambio notable en los últimos años con respecto a su salida de la Unión Europea.

De acuerdo con diversos sondeos realizados en los últimos meses, una proporción significativa del electorado británico parece estar considerando la posibilidad de dar marcha atrás al Brexit. Aproximadamente el 56% de los encuestados muestra un interés favorable hacia la idea de volver a unirse al bloque europeo. Otras encuestas revelan que, entre aquellos que respaldaron el Brexit, el 22% considera que el proceso resultó mal o muy mal, y solo un 18% que cree que fue exitoso o muy exitoso.

Entre los que cambiaron de opinión, se citan preocupaciones como precios más altos, perjuicios a la economía y escasez de personal como problemas que generó el Brexit.

Con este contexto como telón de fondo, consideramos oportuno dedicar el espacio de análisis económico de hoy a examinar los efectos que el Brexit ha tenido en la economía británica. Para profundizar en este tema, estamos en contacto con Mathías Consolandich, de la consultora Exante.

Mathías, si te parece empecemos por repasar como fue el desempeño económico del Reino Unido después del Brexit. En términos comparativos, ¿la economía británica creció más o menos de lo que lo hizo la Eurozona?

MATHÍAS CONSOLANDICH (MC): Varía según el período que se considera. Desde el 2016 para acá, es decir desde que se aprobó el referéndum, el crecimiento económico del Reino Unido fue ligeramente menor. En promedio, durante esos 8 años el PIB aumentó 0,5% por año, mientras que el PIB de la Eurozona se incrementó en 0,7% por año. La diferencia es pequeña, pero al cabo del período eso significa una brecha acumulada de casi 2%.

Es cierto que el Brexit se terminó materializando a inicios de 2020, pero la comparación desde 2016 es relevante porque ya desde ese momento vimos impactos sobre las decisiones de inversión o de consumo de los agentes.

Si consideramos desde el 2020 para acá, ambos bloques tuvieron un desempeño muy similar. Está claro que fue un período de crecimiento bajo, que recoge el impacto de la pandemia y también la guerra en Ucrania que tuvo una afectación importante en Europa.

RA: ¿Y antes del Brexit el Reino Unido tenía un desempeño mejor al del resto de Europa?

MC: Sí, históricamente venía creciendo a un ritmo mayor al de la Eurozona. Por ejemplo, entre el 1995 y 2005 el Reino Unido creció a una tasa promedio de poco más del 3% anual, en comparación con el 2,2% de la Zona del Euro. Lo mismo ocurrió en la década siguiente, entre 2005 y el 2015 las tasas de crecimiento son más bajas por la crisis del 2008, pero también la economía británica creció más.

Por lo tanto, el desempeño relativo frente al resto de los países de la Zona del Euro parece ser peor luego del Brexit.

Ahora, más allá de la comparación con el resto de Europa, es relevante preguntarse si el PIB del Reino Unido habría mayor o menor del que fue sin el Brexit.

RA: Y en ese sentido entonces, ¿qué impactos se podría decir que tuvo la salida de la Unión Europea sobre el PIB del Reino Unido?

MC: Responder esa pregunta Romina es complejo, porque en definitiva requiere hacer un análisis contrafactual. Este tipo de análisis puede abordarse de diversas maneras, pero cualquiera de los enfoques está sujeto a márgenes de error significativos. Hay varios estudios que intentan replicar esto y aislar el efecto del Brexit. Uno de ellos es del Centro de Estudio para la Reforma Europea que estima que el nivel de actividad del Reino Unido sin el Brexit habría sido hasta un 6% mayor de lo que es.

Como decía, estas estimaciones contrafactuales son por demás complejas, pero más allá del nivel hay cierto consenso en que el Brexit supuso un impacto negativo sobre la actividad. Y algo aún más relevante, es que el Brexit implicó un shock negativo para el crecimiento potencial de la economía.

RA: ¿A qué te referís con esto del crecimiento potencial Mathías? Es un término que manejamos en otras oportunidades, pero puede ser oportuno recordarlo a los oyentes.

MC: El crecimiento potencial vendría a ser aquel ritmo al que crece la actividad económica cuando existe plena utilización de todos los factores productivos y tenemos tanto al capital y al trabajo asignados de forma eficiente. Es todo aquello que afecta a la capacidad productiva de la economía.

En el caso del Brexit, su impacto en el PIB potencial es evidente. Por un lado, redujo el capital disponible en la economía. Varios estudios apuntan a que la inversión en el Reino Unido disminuyó significativamente debido al Brexit, alrededor de 10% menos frente a lo habríamos tenido si no se aprobaba el referéndum.

Además, el Brexit resultó en una menor cantidad de trabajadores en la economía, principalmente debido a los cambios en la regulación migratoria, que eliminaron la libre movilidad de mano de obra con la Unión Europea. Esta escasez de trabajadores se concentró, en gran medida, en empleos de baja calificación.

También afectó la productividad y los términos de intercambio. Este último punto era previsible dado que la Unión Europea era el principal socio comercial del Reino Unido. A pesar de que se negoció un acuerdo de libre comercio sabíamos que los mayores controles fronterizos y sanitarios iban en muchos casos a encarecer el comercio tanto para importadores como para exportadores.

RA: ¿Eso estuvo detrás del aumento en los precios de los últimos años? Antes mencionaba que el encarecimiento en los costos de vida era uno de los puntos que resaltaban los que cambiaron de opinión respecto al Brexit.

MC: Es uno de los motivos, pero el aumento en los precios al igual que en todo el mundo recogió otras cosas. El shock de precios entre 2021 y 2022 obedeció a los problemas de oferta en la salida del COVID y al salto en los precios de la energía por la guerra en Ucrania. Esto fue muy relevante por la dependencia que tenía la matriz energética del Reino Unido a Rusia.

Pero es cierto que más allá del shock energético, el Reino Unido tuvo niveles de inflación más altos que Europa. De hecho, la inflación subyacente (que excluye los precios de la energía) alcanzó picos de 6,5% en el Reino Unido frente al 5,7% en la Eurozona. Y si bien la inflación ha venido bajando en el último año, todavía permanece en niveles altos. A noviembre la inflación subyacente se ubicaba en 5,1% en el Reino Unido, mientras que en la Eurozona ya bajó a 3,4%.

Por lo tanto, parte de esos mayores niveles de inflación son atribuibles al Brexit. En particular en aquellos rubros donde dónde la dependencia de las importaciones del bloque es mayor. De hecho, una investigación de la London School of Economics que se publicó el año pasado señalaba que Brexit es responsable de un tercio de la inflación de precios que se observó por ejemplo en los alimentos desde 2019. Ellos estiman que los nuevos controles regulatorios, sanitarios y fronterizos agregaron alrededor de £250 por cada hogar.

RA: A la luz de esto que estuvimos conversando Mathías, ¿es posible que el Reino Unido se plantee seriamente volver a ingresar en la Unión Europea?

MC: Esa puede ser una posibilidad que explore el sistema político, pero más allá de los aspectos económicos también entran en juego otro conjunto de elementos que fueron en cruciales en el referéndum de 2016.

Hace algunas semanas salió un artículo de Martín Wolf, que escribe para el Financial Times, en el que se mostraba escéptico de que ello fuera a ocurrir y levantaba un par de puntos que me resultaron interesantes.

En primer lugar, que iniciar el proceso para solicitar el reingreso a la Unión Europea conllevaría adentrarse en un terreno desconocido, lleno de incertidumbre. Este paso volvería a centrar la atención del parlamento por un tiempo indeterminado. Se requeriría, al menos, un nuevo referéndum, que de aprobarse supondría iniciar nuevas negociaciones con resultados impredecibles. Sabemos que escenarios de alta incertidumbre suelen tener consecuencias negativas para la actividad económica a corto plazo e inhiben las decisiones de inversión.

En segundo lugar, no hay garantías de que el acuerdo al que llegaría el Reino Unido hoy sea el mismo que tenía antes. La decisión sobre este acuerdo no estaría en manos del Reino Unido, sino de la Unión Europea, que probablemente desearía que el nuevo miembro sea más cooperativo y comprometido que el anterior. Sería razonable pensar que no se permitirán excepciones y hasta se podría condicionar el ingreso al abandono de la libra y la adopción del euro. Eso sería una prueba del compromiso del Reino Unido y también la haría más difícil de abandonar nuevamente.

Por lo tanto, parece poco probable que se vaya a recorrer este camino porque el partido conservador que está en el gobierno tiene una posición contraria. Y porque el líder del partido laborista de la oposición, que en las encuestas saca una ventaja de más de 20 puntos de cara a las próximas elecciones, ya se manifestó que no convocará a un nuevo referéndum para revocar el anterior, aunque si buscará renegociar parte del acuerdo con la Unión Europea en busca de un resultado más beneficioso.

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