Foto: Martin BERNETTI / AFP
EMILIANO COTELO (EC): En los últimos tiempos, la visión de que Uruguay precisa avanzar hacia una mayor apertura comercial con el mundo ha ido ganando fuerza, tanto en el discurso del gobierno actual como también en algunas filas de la oposición. Con matices y diferencias, parece haber cada vez consenso acerca de la importancia de integrar más al mundo a nuestro país y, en medio de ese debate, la referencia a Chile es ineludible, dado que se trata del país latinoamericano que, de algún modo, lideró el proceso de apertura al mundo y durante mucho tiempo, fue referencia o ejemplo de “éxito” económico en el contexto de nuestro continente.
Con este telón de fondo, hoy les proponemos poner el foco en la economía chilena y repasar su desempeño reciente, las perspectivas y sus principales desafíos en materia económica, Para eso estamos en diálogo con la economista Florencia Carriquiry, socia de Exante.
ROMINA ANDRIOLI (RA): Emiliano recién mencionaba que Chile fue durante mucho tiempo (desde finales del siglo XX) un ejemplo de éxito económico en el contexto latinoamericano. ¿Podemos comenzar por ahí? ¿qué elementos pusieron a la economía chilena en ese lugar de referencia?
FLORENCIA CARRIQUIRY (FC): Sí. Claro. A ver, las bases del modelo chileno se instalaron ya desde el período dictatorial de Pinochet y planteaban esencialmente un modelo de corte liberal y aperturista, que indudablemente fue muy exitoso durante mucho tiempo en materia económica. En particular, Chile tuvo un crecimiento excepcional durante la década de los 90 y en la primera década de los años 2000. El PIB creció en esos 20 años a un ritmo promedio anual de más de 5% (para tener una referencia América Latina en su conjunto creció en el mismo período a un ritmo de 3% promedio anual). Y en ese marco, el PIB per cápita (medido en US$ constantes) se multiplicó por cinco desde inicios de los años 90 hasta 2013. Si bien desde ese año no ha habido mejoras sostenidas en este indicador, Chile se ha mantenido como el país de mayor PIB per cápita de América Latina cuando se miran las cifras corregidas por paridad de poderes de compra. Y en medio de ese proceso la pobreza bajó desde niveles mayores al 30% a inicios de los 90 a niveles en torno al 10% en los últimos años.
Además, ese proceso de crecimiento se dio junto con una mejora marcada de los fundamentos macroeconómicos. La inflación, que estaba en niveles de dos dígitos hasta mediados de los años 90, bajó fuertemente y se estabilizó en niveles menores al 5% desde comienzo de los años 2000 y hasta el repunte de 2021 (hubo sólo un aumento muy transitorio allá por 2007-2008). Y finalmente, las cuentas públicas tuvieron una mejora fuerte, que derivó en una baja pronunciada de la deuda pública. De hecho, desde mediados de la primera década del 2000 y hasta 2015 Chile mantuvo una deuda neta negativa, las reservas superaban su deuda bruta.
Todo esto, entre otras cosas, llevaron a que a nivel global se hablara del “milagro chileno”.
RA: Ahora, ese modelo de alguna manera sufrió una crisis con los estallidos sociales de 2019, ¿verdad? ¿Cómo se explica esa situación de fuerte descontento social pese al éxito económico que recién repasabas?
FC: Efectivamente, el modelo chileno se vio muy cuestionado tras esos estallidos sociales. Como observadores externos y sin ser expertos en la economía y la sociedad chilena parece claro que para llegar a esa situación se conjugaron muchos factores. Este tipo de fenómenos sociales siempre son multicausales y no se gestan de un momento a otro. Entre los mismos analistas chilenos no hay total consenso y se mencionan distintas hipótesis para explicar las turbulencias sociales que se desencadenaron en 2019.
Algunos hacen foco en que la economía chilena estaba mostrando cierto deterioro en varios frentes, con una desmejora fiscal y un freno importante de la actividad económica, ya desde el fin del auge de los commodities en 2014 y eso reflejaba que el modelo precisaba un nuevo impulso. El proceso de fuerte suba del PIB per cápita de hecho se vio interrumpido a partir de 2012-2013 y esa era otra señal de relativo agotamiento del modelo y de la necesidad de cambios. Y, por otro lado, hay otra mirada que hace foco en que más allá del éxito económico, el modelo tenía fallas importantes en materia social, porque a pesar de la baja de la pobreza, la desigualdad se mantuvo relativamente alta en Chile y existían reclamos significativos en segmentos importantes de la población por las dificultades de acceso y el costo de algunos servicios clave (como la educación o la salud).
En definitiva, es claro que el descontento social fue en aumento y es en ese marco que nace la figura de Gabriel Boric, con un discurso fuertemente reformista, que lo lleva a la presidencia en las elecciones de 2021.
EC: Está claro. Tras ese repaso más o menos rápido de la historia reciente, centrémonos ahora en la realidad actual. ¿Cómo viene siendo el desempeño de la economía chilena en estos últimos años?
FC: La economía chilena viene teniendo un desempeño realmente pobre en los últimos años. Después del rebote que tuvo en 2021 tras el shock de la pandemia en 2020, la actividad económica tuvo un freno notorio a inicios de 2022. De hecho, el PIB creció 2,5% en el promedio del año pasado pero exclusivamente por efecto arrastre de lo visto en 2021. Los niveles actuales de PIB son actualmente 2% menores a los de finales de 2021.
Y al mismo tiempo la inflación tuvo una suba muy fuerte a partir de 2021. Si bien eso se enmarca en una tendencia global de suba de la inflación muy generalizada, en Chile el aumento fue particularmente fuerte y la inflación llegó a un pico de más de 14% sobre mediados de 2022.
EC: ¿Y a qué se debe este mal desempeño de los últimos años?
FC: Son muchos los motivos detrás de esta evolución relativamente decepcionante de Chile en los últimos años. Como decía antes, el crecimiento ya se había moderado bastante tras el fin del auge de los commodities en 2014, luego llegaron los estallidos sociales en 2019 y eso evidentemente incidió negativamente en el clima de negocios y casi inmediatamente el shock de la pandemia, que se hizo sentir, como en todos lados.
Y a eso se agregaron algunas medidas de política económica que, a nuestro juicio, exacerbaron algunos desequilibrios e incidieron también en el deterioro de expectativas. Por ejemplo, desde antes del cambio de gobierno (ya en la fase final del gobierno de Piñera) y como parte de la respuesta a los efectos de la pandemia, se establecieron retiros excepcionales de una parte de los ahorros previsionales que se tenían en los fondos de capitalización individual. Eso supuso un impulso muy fuerte al ingreso y al consumo de los hogares, que exacerbó las presiones inflacionarias. El año pasado esta medida llegó a su fin y la política económica (tanto en lo fiscal como en lo monetario) se fue tornando más restrictiva y, en ese marco, la inflación viene bajando, pero todavía está en niveles altos, de más de 6% anual.
Y, por otra parte, a ese contexto económico se agregó el cambio de gobierno al inicio de 2022, con un proyecto inicial de reforma constitucional que fue muy polémico y alimentó un clima de incertidumbre alta.
En definitiva, han sido años muy movidos sin dudas y son muchos los factores detrás del desempeño pobre de la economía chilena, seguro hay varios más que no estoy mencionando.
EC: ¿Y qué proyecciones se manejan para adelante?
FC: Como mencionaba recién, la política económica se tornó restrictiva a partir de 2022 y estamos viendo señales algo más positivas en los últimos meses a nivel de fundamentos. La inflación todavía está arriba del 6% pero viene bajando y las proyecciones apuntan a una inflación en torno al 4% al cierre de este año y volviendo al eje del 3% el año que viene. Y al mismo tiempo, las cuentas públicas mejoraron, lográndose recuperar un superávit primario el año pasado.
Ahora, esas mismas medidas que están ayudando a bajar la inflación y mejorar las cuentas públicas, tienen costos en términos de actividad económica en el corto plazo. De hecho, ya sin el impulso de los retiros de fondos previsionales y en medio de una política monetaria y fiscal más restrictiva, el consumo ha tenido un freno apreciable en el último año y la inversión también está teniendo un pobre dinamismo. Además, a nivel de la demanda externa, Chile está sintiendo, como todos los exportadores de materias primas, el impacto del debilitamiento de la demanda global y de la caída de los precios de los commodities. Y con todo esto, los pronósticos apuntan a una caída del PIB en el promedio de 2023 (de 0,5% según la mediana de la encuesta de expectativas del Banco Central de Chile). Para 2024 los pronósticos son mejores, pero el ritmo de crecimiento seguiría siendo magro, de en torno al 2%.
EC: Un hito importante para el gobierno de Boric este año es el nuevo plebiscito por la reforma constitucional que está agendado para diciembre, ¿qué impactos ha tenido y tiene todo este tema a nivel económico?
FC: Indudablemente el tema de la reforma constitucional es un elemento importante, porque además es una condición clave para avanzar en varias de las reformas que el gobierno de Boric planteó desde su asunción.
En ese sentido, el rechazo de la población al primer proyecto de reforma presentado por el gobierno marcó un fracaso político relevante para Boric, que de alguna manera le quitó poder. Pero, el proceso llevado adelante desde ese momento por parte de todo el sistema político para construir el nuevo proyecto de reforma que se estará votando en diciembre de este año ha sido leído en el mercado como un elemento positivo, no sólo por plantear un camino de cambios más moderados que el proyecto inicial, sino también por algunos aspectos de forma en relación con el mismo proceso de discusión y construcción del proyecto.
Lo cierto es que, en medio de este escenario, estamos viendo mejores expectativas en general en torno a Chile más recientemente, que entre otras cosas se están reflejando en una baja relevante del riesgo país en los últimos meses, hacia niveles nuevamente menores a los 150 puntos básicos.
EC: Con todo esto, y antes de terminar, ¿qué podemos esperar para Chile en una perspectiva más larga? ¿cuáles son los principales desafíos para el gobierno de Boric en lo que resta de su administración?
FC: Sorteado el hito de la reforma constitucional, el gobierno de Boric tiene una agenda importante de reformas en las áreas de la salud, la educación, las pensiones, la vivienda y el trabajo. Hay un compromiso explícito en lograr avances relevantes en términos de reducción de la desigualdad y de mayor inclusión de las minorías.
Pero el éxito en esos procesos y la sostenibilidad de una estrategia de mejora social de los más desfavorecidos requiere de retomar un ritmo de crecimiento económico más fuerte y de consolidar la mejora de los fundamentos macroeconómicos tras el deterioro que habíamos visto en años pasados. Allí se juega el partido de los próximos años. El desafío de algún modo es lograr construir un mayor estado de bienestar con políticas sociales más inclusivas, sin perder las fortalezas de un modelo económico centrado en la apertura económica, la inversión, el aumento de la productividad y el mantenimiento de fundamentos macroeconómicos sólidos.