¿Cuál es el panorama para los próximos meses?
EMILIANO COTELO (EC): Como saben, el COVID-19 está teniendo impactos económicos sin precedentes a nivel mundial. Ya hemos conversado otras veces en este espacio sobre los efectos que se han visto en China, sobre las particularidades en Argentina y Brasil y sobre los primeros datos que se fueron divulgando aquí en nuestro país.
Hoy les proponemos poner la mira en Paraguay, aprovechando que hace unos pocos días se conoció que la actividad económica en ese país cayó un 12 % en abril. Para eso, estamos en diálogo con Alicia Corcoll, economista de Exante.
Alicia, si te parece comencemos repasando los números más recientes. Se conoció que la actividad económica en Paraguay cayó a tasas de dos dígitos en abril. Es una caída enorme sin lugar a dudas, pero ¿cómo compara ese descenso con el que se está viendo en otras economías?
ALICIA CORCOLL (AC): Sí, como tu decís Emiliano las primeras señales en Paraguay son muy negativas. El Banco Central todavía no publicó las estadísticas oficiales de PBI para el primer trimestre, pero sí publicó este indicador adelantando que mostró justamente una baja de 7 % en marzo y caída adicional de 12 % en abril (o sea que, contra febrero, la caída acumulada es de casi 20 %).
Está claro que es una caída súper fuerte, pero la verdad es que igual está relativamente alineada con las caídas que se están viendo en otras economías. Por ejemplo, dentro de nuestra región, vimos en ese mismo período una caída de 14 % en Chile y de más de 15 % en Argentina según estimaciones privadas. En Brasil no hay datos de abril, pero sólo durante marzo hubo una caída de 6 %.
Así que, desde esa perspectiva, no es que a Paraguay le esté yendo necesariamente peor que a otros países, la intensidad de la caída quizás es un poco más fuerte, pero no está siendo mucho más intensa que en otros lugares.
Lo que sí es diferente en Paraguay frente a Argentina o Brasil – o incluso frente a Uruguay – es que el COVID lo encontró en un punto de partida distinto, porque allí la economía venía creciendo a un ritmo bastante intenso previo a este shock.
EC: ¿Podemos detenernos en este punto? ¿A qué te estás refiriendo concretamente?
AC: Lo digo porque si bien Paraguay no está teniendo cifras de actividad particularmente peores que las de otros países, l su economía venía creciendo antes del COVID a tasas bastante fuertes, mientras que Brasil y el propio Uruguay estaban creciendo a un ritmo muy lento y Argentina ya venía en recesión.
Paraguay estuvo muy afectado por factores climáticos en la primera mitad del año pasado, pero después ya en la segunda parte de 2019 había vuelto a crecer a tasas de 3 % – 3,5 % anual y de hecho se venía acelerando en enero y febrero de este año según ese indicador mensual que venimos comentando.
Entonces, ahora incluso con esta caída, estamos hablando de que la economía paraguaya está operando en niveles comparables a los de 2015. Es un retroceso enorme, sin dudas, pero no tan marcado como en Argentina o Brasil. Hace unas semanas hablábamos de Brasil en el programa y decíamos que allí, con la caída de marzo, la actividad económica había bajado hasta niveles como los de 2009 (una década entera para atrás) y en Argentina la situación es todavía peor: estamos en niveles como los de 2006. Por eso digo que la dinámica previa hace la diferencia.
EC: Ahora, ¿hay cifras más actuales? ¿Qué dicen los números bajo la “nueva normalidad” en Paraguay?
AC: No, no hay datos oficiales para mayo, pero sí hay algunos indicadores parciales que nos dan alguna pista. Claro que es esperable que las caídas sean más leves en mayo, porque abril fue el mes en que se reflejó de lleno el impacto de las medidas de restricción a la movilidad. Y Paraguay fue, dentro de nuestra región, uno de los primeros países en establecer medidas de aislamiento para contener la propagación del virus.
Ahora, ya desde comienzos de mayo que se vienen desmantelando gradualmente (y el virus allí está teniendo una evolución muy controlada). Por eso es de esperar que ya las cifras más nuevas muestren una mejora.
En ese sentido, están disponibles por ejemplo los datos de movilidad de Google, que indican que en los primeros momentos de la crisis sanitaria los desplazamientos cayeron entre un 60 % y un 80 %, pero que ya desde mayo vienen mejorando gradualmente. Hoy por hoy la movilidad estaría “sólo” entre un 20 % y 40 % abajo según el tipo de desplazamiento.
También hay cifras de comercio exterior, que apuntan a una moderación en el ritmo de caída, con las importaciones de bienes cayendo en volumen un 14 % en mayo (luego de haber bajado más de 30 % en abril).
Entonces, en términos generales los analistas paraguayos son optimistas respecto a la recuperación que podría tener la economía ya a partir de mayo-junio.
EC: Sobre eso quería consultarte ¿cuáles son las perspectivas que se manejan en Paraguay?
AC: Obviamente hay dispersión, pero todos los pronósticos contemplan una recuperación relativamente rápida versus lo que se espera en otros países.
Concretamente, los analistas paraguayos esperan una recuperación significativa ya en la segunda parte del año (con tasas de crecimiento trimestral en torno a 2 %) y también crecimiento hacia 2021 (a tasas de 1,5 % trimestral en promedio). Con esas proyecciones, ya para el cierre de 2021 Paraguay habría recuperado todo lo perdido durante esta crisis, lo cual sería un escenario muy positivo porque para otras economías se espera que la brecha respecto al nivel pre-COVID todavía siga siendo grande incluso pasados varios trimestres.
EC: ¿Y cómo han evolucionado las variables financieras en Paraguay? Te lo consulto porque los mercados internacionales estuvieron bastante movidos en estos meses.
AC: Paraguay no escapa a las tendencias globales, pero la verdad es que las variables financieras tuvieron un desempeño bastante benévolo en este último tiempo.
Por ejemplo, el dólar en Paraguay subió un 2 % desde mediados de marzo, que es un aumento mucho más leve que el que hubo en otros países emergentes. Además, hace unas semanas fue noticia que el Tesoro paraguayo hizo una emisión de deuda en los mercados internacionales que fue evaluada muy positivamente (por la altísima demanda que tuvieron los títulos y por la tasa de retorno que exigieron los inversores que fue “baja” para un país cuya deuda no tiene “grado inversor”, como lo es Paraguay).
Y esta evolución es destacable, porque en buena medida es reflejo de las expectativas relativamente positivas que se descuentan para Paraguay.
EC: ¿Cuáles son los factores detrás de estas mejores perspectivas para Paraguay? ¿Qué es lo que lo está diferenciando de otros países de la región?
AC: Seguramente varios factores. Puede estar pesando el hecho de que el virus esté teniendo una evolución controlada, porque justamente uno de los grandes temores que había en Paraguay hace un tiempo era la posibilidad de que hubiera un desborde en lo sanitario (lo cual no sucedió).
Lo otro que incide mucho es la situación de partida. Además de venir creciendo a un ritmo fuerte desde hace años, Paraguay también recibió este shock con la inflación bajo control y con mucha más holgura que otros países de la región desde la perspectiva de las cuentas públicas.
Paraguay tenía en febrero una inflación del orden de 2,5 % anual y un déficit fiscal de sólo 3 % del PBI y eso le dejó a las autoridades un mayor margen para adoptar medidas de estímulo a la actividad económica. En respuesta al COVID Paraguay tomó muchísimas medidas, incluyendo una baja muy agresiva de las tasas de interés y distintos programas de inversión y de protección social. Y como el punto de partida era mejor, incluso luego de estas medidas la situación fiscal y de la deuda en Paraguay no queda tan comprometida como la de otros países emergentes.
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Foto: AFP