Análisis Económico

Nobel de Economía 2024: Acemoglu, Johnson y Robinson fueron los galardonados, ¿cuáles son sus principales contribuciones a la ciencia económica? (Exante)

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Foto: AFP

EMILIANO COTELO (EC): Esta semana la Real Academia de las Ciencias sueca concedió el Premio Nobel de Economía a los economistas Daron Acemoglu y Simon Johnson del MIT, así como al economista James Robinson de la Universidad de Chicago.

En el anuncio oficial, la Real Academia informó que el premio se otorgó a estos tres economistas por sus contribuciones al entendimiento de cómo las instituciones se forman y cómo las mismas tienen efectos sobre la prosperidad de los países.

Tomando esto como disparador, les proponemos adentrarnos un poco más en las contribuciones más importantes de estos autores a la ciencia económica. Para eso estamos con el economista Luciano Magnífico, gerente en Exante.

ROMINA ANDRIOLI (RA): Luciano, ¿cómo vieron el anuncio de los ganadores del Nobel de este año? ¿Estaba dentro de lo esperado o fue una sorpresa?

LUCIANO MAGNÍFICO (LM): El Nobel premia los aportes que han hecho los ganadores a la ciencia económica durante su trayectoria académica. Por tanto, predecir los ganadores de un año en particular es complejo.

Sin embargo, también es cierto que desde hace un buen tiempo se daba prácticamente por descontado que Daron Acemoglu iba a ganar este galardón en algún momento, por la enorme contribución que ha hecho a diversas ramas de la economía.

En este caso, el comité del Nobel decidió premiarlo por su contribución más destacada, incluyendo también en el premio a quienes han sido sus coautores habituales en esta temática (que vale decir también cuentan con una trayectoria notable).

RA: Recién Emiliano comentaba que el Nobel fue otorgado por los aportes de los premiados al análisis de las instituciones y a los efectos que generan sobre la prosperidad de los países. ¿Qué implica concretamente esto?

LM: Las diferencias de prosperidad que existen entre países suelen estar en el debate de tanto en tanto. En particular, las últimas cifras apuntan a que el 20% de los países más ricos son unas 30 veces más ricos que el 20% de los países más pobres. A su vez, esa brecha ha mostrado bastante persistencia a lo largo del tiempo, más allá de que los países más pobres hayan mejorado respecto a su propia historia.

Estos son datos que en mayor o en menor medida los economistas solemos manejar, pero lo que no es trivial son las razones que están por detrás de esta realidad.

Una de las grandes contribuciones de los tres galardonados de este año es la construcción de una posible narrativa a esa persistente brecha en la riqueza de los países. En concreto, estos autores plantean que las diferencias que existen a nivel de las instituciones juegan un rol fundamental para explicar las diferencias en términos de prosperidad. Pero aún más importante, estos autores también han contribuido en el diseño de investigaciones que permitan poner sobre la mesa evidencia más o menos robusta que respalde esa teoría.

RA: Que las instituciones y el desarrollo que alcanzan los países está relacionado parecería ser algo intuitivo, ¿por qué es tan difícil encontrar evidencia de esa relación?

LM: Tal como decís, la relación entre estas variables viene siendo discutida desde hace mucho tiempo. El considerado como padre de la Economía, Adam Smith, escribió sobre esto en el siglo XVIII. Más cerca en el tiempo, otros autores han ganado premios Nobel por temas relacionados, como el caso de Douglass North en la década del 90.

Sin embargo, la dificultad en encontrar evidencia robusta se basa en un concepto que los economistas repetimos mucho y es que correlación no es lo mismo que causalidad.

La existencia de correlación entre dos variables implica que el comportamiento de una variable está asociado de algún modo al comportamiento de otra variable. La existencia de causalidad implica el cumplimiento de un requisito más exigente, que es que el movimiento de una variable no solo está relacionado al movimiento de otra variable, sino que además causa esa reacción de la segunda variable.

Yendo al ejemplo concreto que estamos considerando, la relación que existe entre las instituciones de una sociedad y la prosperidad de ese país no significa de por sí que la fortaleza de las instituciones sea lo que cause la mayor prosperidad. Por ejemplo, podríamos tener otras variables que ayuden a explicar las diferencias en prosperidad entre países, además de las instituciones. También podría existir una relación de causalidad pero que vaya en el sentido opuesto, esto es, que la prosperidad de un país sea de hecho lo que cause un fortalecimiento de sus instituciones y no viceversa.

Por tanto, como decía antes no es nada fácil diseñar mecanismos que nos permitan encontrar evidencia robusta de que instituciones más fuertes explican niveles de prosperidad más altos, que es lo que proponen estos autores.

RA: ¿Y cómo hicieron estos autores para sortear esas dificultades y aportar evidencia de esta conexión entre prosperidad y calidad institucional?

LM: Más allá de algunas críticas metodológicas, lo que en general se destaca de estos autores es la creatividad para generar evidencia relativamente sólida de sus teorías. Un ejemplo de ello es que gran parte de la investigación que han realizado sobre este tema se basa en analizar los procesos de colonización europea en diferentes partes del mundo.

RA: ¿Y cuál sería el vínculo que intentan establecer allí con su teoría general?

LM: Ellos proponen que la prosperidad que ostentan los territorios que fueron colonias europeas está condicionada por los distintos sistemas económicos y políticos que los colonizadores introdujeron.

En concreto, en el libro titulado “¿por qué fracasan las naciones?” de Acemoglu y Robinson, se analiza la existencia de dos posibles tipos de instituciones en dichas colonias, las “extractivas” y las “inclusivas”.

Las instituciones “extractivas” están relacionadas a sistemas en los que los recursos existentes fueron explotados a expensas del grueso de la población, con la complicidad de un pequeño grupo social (la élite) y con limitaciones democráticas muy grandes.

Este tipo de sistemas se desarrolló en aquellos territorios más densamente poblados por pueblos autóctonos, en los que los niveles de hostilidad hacia los colonos eran presumiblemente más grandes y que evitaron una inmigración masiva de estos colonos.

Por su parte, las instituciones “inclusivas” están asociadas con el desarrollo de esquemas democráticos, en los cuales los derechos políticos se encuentran extendidos en la sociedad.

Estos sistemas se vieron en colonias que inicialmente estaban menos densamente pobladas y por ende, eran más propicias para una radicación de colonos en dichas tierras. En ese sentido, para generar los incentivos adecuados para que esos colonos participaran activamente en el desarrollo de esa colonia se optó por la implementación de sistemas que salvaguardaran los derechos de esos ciudadanos.

Para ir al grano entonces, el resultado al que arriban en ese análisis es que los lugares en los que se generaron instituciones “extractivas” tuvieron un peor desempeño posterior, mientras que los países con instituciones “inclusivas” tuvieron niveles de prosperidad más altos. Esto está asociado a la existencia de una “reversión de la fortuna”, que es un término acuñado por estos economistas.

RA: ¿Qué es esta “reversión de la fortuna”?

LM: Básicamente implica que las colonias que eran inicialmente más ricas y por ende, estaban más densamente pobladas, hoy en día son relativamente más pobres (por ejemplo, la zona donde se encontraba el Imperio Azteca).

Por otro lado, las colonias que inicialmente eran más pobres y que por ende, estaban menos densamente pobladas, hoy están entre los territorios más ricos (por ejemplo, el área de Estados Unidos y Canadá).

Como dijimos antes, esas condiciones iniciales influyeron en el tipo de instituciones que fueron promovidas en cada lugar, afectando con eso la trayectoria posterior de prosperidad.

Ahora, más allá de los procesos de colonización europeos, estos autores también intentaron tomar casos de estudio más actuales que abonaran a su teoría de la importancia de las instituciones en el desarrollo.

RA: ¿Podemos repasar alguno de esos ejemplos?

LM: Sí, por ejemplo, en uno de sus trabajos tomaron como referencia a Nogales que es una ciudad en la frontera entre México y Estados Unidos, que tiene la particularidad de estar dividida a la mitad (un 50% en territorio mexicano y un 50% en territorio estadounidense).

En ese caso, es claro que no hay diferencias geográficas y además los habitantes de ambas partes de la ciudad tienen ancestros comunes (por lo cual, tampoco habría mayores diferencias culturales). Sin embargo, la parte de la ciudad que se ubica en territorio de Estados Unidos es más rica que la parte que se ubica en el territorio mexicano. Por lo tanto, los autores concluyen en ese estudio que la única diferencia significativa entre ambas zonas es el tipo de instituciones que las rigen, una enmarcada en el contexto institucional más fuerte de Estados Unidos y la otra en un contexto de mayor inestabilidad como el caso de México.

RA: Por lo que estuvimos discutiendo, las instituciones pueden tener efectos de muy largo plazo sobre la prosperidad. Ahora, ¿pueden instituciones del tipo “extractivo” que mencionabas antes cambiar eventualmente o están condicionadas por el devenir histórico?

LM: A ver, los galardonados construyeron un modelo en el que intentan explicar cómo pueden transformarse las instituciones, basado en tres componentes.

El primer componente es el conflicto sobre quién toma las decisiones (si la élite o las masas). Luego, el segundo es que incluso en sistemas menos democráticos, las masas sociales pueden a veces ejercer el poder a través de la movilización y el desafío a las élites. Y, el último, es el llamado problema de compromiso, que significa que ante la falta de credibilidad que pueden tener sus promesas de reformas, a veces las élites tienen como única alternativa entregar el poder de decidir a la población.

De hecho, este modelo ha sido usado para explicar por ejemplo los procesos de democratización en Europa Occidental a finales del siglo XIX y principios del siglo XX y da una cierta luz a esos territorios más condicionados por sus instituciones.

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