Análisis Económico

Pobreza sigue concentrada en niños y jóvenes, entonces "deberíamos reflexionar sobre la conveniencia de reducir el IASS que grava las pasividades", dice Exante

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Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

La pobreza bajó en 2021: ¿Qué dice este dato en el contexto de los últimos años?

EMILIANO COTELO (EC): Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, la pobreza en Uruguay presentó una caída en el promedio de 2021. En concreto, el porcentaje de personas en situación de pobreza pasó de 11,6% en 2020 a 10,6% el año pasado. A su vez, la indigencia cayó de 0,4% a 0,3% en la misma comparación.

Tomando estos datos como disparador y siendo cifras que siempre generan gran polémica y debate en la sociedad, nos pareció oportuno dedicar el espacio de análisis económico de hoy a este tema. Para eso estamos en contacto con el economista Luciano Magnífico, de la firma Exante.

ROMINA ANDRIOLI (RA): ¿te parece si empezamos ubicando a los oyentes en cuáles son los criterios de medición de la pobreza en Uruguay?

LUCIANO MAGNÍFICO (LM): Perfecto. Lo primero que hay que marcar es que los datos que mencionaba Emiliano recién se construyen a partir de la Encuesta Continua de Hogares que hace el INE, haciendo foco en el nivel de ingresos de los hogares. Esto en la jerga se conoce como estimación en base al método del ingreso.

Entonces, este indicador lo que hace es comparar el ingreso per cápita del hogar versus un umbral, ya sea la línea de pobreza o la línea de indigencia y si el ingreso corriente per cápita del hogar está por debajo de la línea de pobreza, ese hogar y todos sus integrantes son clasificados como pobres y lo mismo se hace para la indigencia.

Por ese motivo, era bastante lógico a priori que la pobreza medida de esta manera tendiera a bajar este año, tras lo que había sido un 2020 condicionado por la pandemia. Como sabemos, tras lo que fue el impacto del covid, la actividad económica y el mercado de trabajo han venido procesando una recuperación importante, por lo que era de esperar que también los datos de pobreza exhibieran una mejora tarde o temprano.
De hecho, los propios datos del primer semestre de 2021 que se conocieron a finales del año pasado parecían indicar una mejora, que se terminó confirmando (aunque en menor medida) con el dato del conjunto del año.

RA: A eso iba justamente. El INE además de publicar los datos del conjunto de 2021, también en línea con la nueva metodología divulgó las cifras correspondientes al segundo semestre, que de hecho marcaron una evolución desfavorable de la pobreza y de la indigencia respecto al primer semestre de 2021. ¿Cómo se puede explicar eso? Te lo pregunto porque otros indicadores económicos marcaron más bien lo contrario: un segundo semestre con más empleo y más crecimiento económico que el primero.

LM: Tenés razón y a priori no es muy intuitivo. De todas formas, hay que considerar que algunas fuentes de ingresos de los hogares tienen estacionalidad. Por ejemplo, los ingresos correspondientes al salario vacacional suelen percibirse en el verano. Por tanto, hacer comparaciones de un semestre con años anteriores o incluso comparaciones entre semestres de un mismo año no es del todo correcto.

Si a esto sumamos que esta información sale de encuestas, que tienen su margen de error, a nuestro juicio la comparación relevante continúa siendo entre los promedios de los diferentes años (en este caso particular, 2021 vs. 2020 por ejemplo).

El otro énfasis que me parece necesario hacer es que cuando medimos la pobreza con el método del ingreso estamos midiendo cuántos hogares tienen ingresos por encima o por debajo de la línea de pobreza. Pero no estamos midiendo cuán cerca o cuán lejos están. Entonces es una cifra que se puede modificar con variaciones relativamente chicas de los ingresos.

RA: Sí, recuerdo que la última vez que tratamos las cifras de pobreza en el programa ustedes advertían sobre eso.

LM: Sí, el método del ingreso tiene la gran virtud de ser objetivo y de facilitar comparaciones temporales o relativas a otros países, pero es claro que el fenómeno de la pobreza es multidimensional y no únicamente monetario. Un hogar puede no ser pobre según esta definición de pobreza en base a ingresos, pero igual tener muchas otras carencias que lo sitúen en un contexto de exclusión social. Y puede ocurrir también que algún hogar esté algo por debajo de la línea de pobreza pero que otras condicionantes lo dejen en una mejor situación socioeconómica (por ejemplo, un nivel educativo más alto o un mejor respaldo familiar).

En ese marco, nos parece que en los últimos años ha habido un excesivo énfasis en la evolución de este indicador de pobreza por método del ingreso y demasiada poca atención en otros aspectos centrales de esta problemática. De hecho, es probable que la situación de un hogar que cayó un poco por debajo de la línea de pobreza en 2020 y que ahora superó por poco ese umbral en 2021 no haya presentado cambios muy sustanciales, aunque ya no esté clasificado como pobre.

RA: Está claro. Volviendo a las cifras de 2021 que acaba de publicar el INE, Emiliano decía recién que la pobreza bajó a 10,6% de la población y la indigencia se redujo a 0,3%. Para llevarlo a un plano más fácilmente entendible, ¿qué suponen estos porcentajes en términos de cantidad de personas?

LM: En un ejercicio indicativo y considerando las estimaciones de población del INE, esos porcentajes corresponden aproximadamente a 380.000 personas en situación de pobreza y unas 10.000 en situación de pobreza extrema o indigencia. En términos de la variación de la pobreza en cantidad de personas, esas cifras suponen aproximadamente 35.000 pobres menos que en 2020, pero 65.000 pobres más que en 2019.

RA: Una de las preocupaciones en torno a esta temática es que la pobreza es un problema muy importante entre los niños y adolescentes en nuestro país ¿Qué marcaron los datos de 2021 en este sentido?

LM: Tal cual. Sobre ese punto, los datos de 2021 siguieron marcando que hay diferencias claras según las características de los individuos o de los hogares. Una de esas diferencias pasa por el aspecto geográfico, donde la pobreza sigue siendo un fenómeno más grave al norte del Río Negro y en Montevideo. En la capital, el 9,1% de los hogares y el 12,9% de las personas son pobres, cuando en la media del interior tenemos a menos del 7% de los hogares y a menos de 10% de las personas en situación de pobreza. En los departamentos de Río Negro, Flores y Florida la incidencia en hogares está debajo de 4% según un mapa que publicó el INE ayer.

A su vez y yendo a tu pregunta, también hay diferencias marcadas por tramo de edad. Esto ha sido siempre así y las cifras de 2021 volvieron a mostrarlo de forma marcada. En concreto, los niveles de pobreza entre los menores de 6 años alcanzaron a 18,6% el año pasado. Si bien esto marca un descenso de casi tres puntos respecto a los niveles de 2020, sigue siendo un guarismo muy superior al promedio del país y continúa en niveles más elevados que los pre-pandemia (17%).

También sigue siendo muy alta en los demás estratos de población infantil y adolescente (se ubicó en torno a 19% el año pasado). En el otro extremo, la pobreza afecta solo a poco más del 2% de los mayores de 65 años.

RA: ¿Qué debería hacerse desde las políticas públicas? Siempre cuando se conocen estos datos surge el reclamo de que deben otorgarse más transferencias destinadas a niños y adolescentes.

LM: Esto obviamente pasa más por un tema de valoración personal, pero yo y en Exante en general, tendemos a pensar que sí, que las transferencias a los hogares con niños y adolescentes en situación de pobreza deben ser mayores. Estos datos también nos deberían llevar a reflexionar sobre la prioridad o la conveniencia de reducir el IASS que grava a las pasividades, frente a otros usos alternativos de cualquier “espacio fiscal” que pueda identificar el gobierno.

Ahora, como hemos señalado en alguna otra oportunidad al hablar de este tema en el programa, en términos generales el objetivo no puede ser diseñar una política que ataque al “índice” de pobreza. Reitero, la pobreza es un fenómeno multidimensional, por lo que no deberíamos conformarnos con llevar a los hogares pobres a niveles de ingreso apenas superiores a la línea de pobreza y pensar que de esa manera el problema está resuelto.

La estrategia debe atacar otros elementos, además de lo estrictamente monetario, como lo son por ejemplo: el acceso a la educación y a la vivienda. Intentar resolver el flagelo de la pobreza sin atacar estos otros aspectos claramente está destinado a fallar en cumplir el objetivo a mediano y largo plazo.

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