Por Mauricio Rabuffetti ///
@maurirabuffetti
Hace algunas semanas comencé un ejercicio de observación de la circulación de vehículos y personas en diferentes puntos de Montevideo. Primer apunte: algunas calles de zonas residenciales se han convertido en parkings a cielo abierto. Segundo: en los principales puntos de acceso a la ciudad desde lo que serían nuestros suburbios al este y al oeste, una mirada rápida hace pensar que la mayoría de los automóviles que ingresan a zonas más céntricas, se desplazan con un único ocupante. Los embotellamientos, sin revestir la gravedad que tienen en grandes megalópolis, son un problema por la pérdida de tiempo que ocasionan y la contaminación que generan.
Recorriendo zonas con radares, es notoria la disminución de la velocidad de los conductores, en algunos casos a un punto tal que enlentecen la circulación general. Por el miedo a una multa, se pasan para el otro lado, para decirlo claro. Seguramente, en algunas zonas, esa baja de velocidad irá de la mano de una caída en el número de siniestros. Aunque en general, en el país, se observó un incremento en el número de fallecidos por accidentes de tránsito en el primer semestre: un total de 239 personas perdieron la vida por esta causa en los primeros seis meses del año, cortando una tendencia a la baja que venía desde el año 2013, según informó El País en base a datos de Unasev.
Por otro lado, se rompieron récords de ventas de automóviles cero kilómetro en Uruguay entre enero y julio, es decir, más autos para la misma cantidad de espacio, un factor que seguirá alimentando una serie de problemas de circulación, estacionamiento y contaminación ambiental. Sumado a ello, cae la venta de boletos, lo cual preocupa a la Intendencia de Montevideo y con razón, porque el transporte público debería ser un factor que permitiera descomprimir una situación que, sin planes de contingencia realizables, tenderá a empeorar.
La semana pasada se conoció que el costo del boleto es un elemento principal que desalienta el uso del transporte público y que la cantidad de viajes en vehículos particulares se incrementa.
La Encuesta de Movilidad muestra que el 51,6% de los viajes que hacen 1,25 millones de personas en la zona metropolitana que abarca áreas de Montevideo, San José y Canelones, suponen el uso de vehículos particulares, autos o motos. “La brecha entre transporte público y privado se amplió diez puntos porcentuales” entre 2009 y 2016, señala este estudio que está disponible en la página de la Presidencia de la República.
Es decir, ingresamos en una fase de círculo vicioso en el que la desconformidad con el transporte público por su costo, tiempo o calidad, alienta el uso del vehículo particular, que complica los desplazamientos en una ciudad que no está, lógicamente, preparada para un crecimiento del parque automotor de la magnitud del que hubo en los últimos años.
Los parkings subterráneos que se harán, podrán ser un factor de ordenamiento o no, porque básicamente sacarán autos de la superficie pero podrían alentar a que más uruguayos utilicen sus vehículos para desplazarse a zonas con más espacio para estacionar.
El Intendente Martínez, a un año de su gestión en julio de 2016, dijo que el vehículo particular debería tener “menos derecho al uso de la calle” que el peatón, la bicicleta o el transporte público. Y tiene sentido, aunque su afirmación choca con la realidad del mercado. El proyecto de incluir transporte eléctrico por 18 de julio o la propuesta de hacer peatonal la Ciudad Vieja, como ocurre en otras ciudades del mundo con las zonas de gran afluencia de personas y que se quieren preservar, son buenas ideas que ojalá lleve a cabo la comuna.
Podrían acompañarse de otras de aplicación paulatina.
Hace algunos días, el semanario británico The Economist, en una nota que fue retomada por el diario La Nación, describía las tendencias para racionar el uso del espacio público destinado a vehículos. La mayoría de las alternativas plantean aumentar costos y precios para disuadir el uso del auto y la moto, y descongestionar.
Las opciones en el mundo van desde precios de estacionamiento diferenciados por zonas y horarios, pasando por impuestos incluidos en el precio de los combustibles, hasta, a futuro, el seguimiento de la frecuencia de uso que cada vehículo hace de las calles gracias a sistemas GPS. A más uso, más paga. Ya que nuestros combustibles no resisten más impuestos por ser los más caros del planeta y todavía no tenemos un uso generalizado de vehículos con GPS, podríamos imaginar alternativas que desestimulen la utilización innecesaria del vehículo particular, siempre y cuando vayan de la mano de una mejora del sistema del transporte público. Si eso ocurriera, con seguridad las compañías de ómnibus se beneficiarían, y podríamos pensar en tranvías y trenes que permitieran a más gente vivir fuera de Montevideo. Vehículos de alquiler como los taxímetros podrían coexistir con empresas como la polémica Uber. Si la tendencia al aumento del parque automotor continúa en Uruguay, entonces, como mínimo, habría que pensar en alentar mediante incentivos fiscales el uso de automóviles eléctricos, más silenciosos y menos contaminantes. Como paliativo.
Desde este programa, Gustavo Izús presentó el lunes su espacio En Bicicleta, donde seguramente aportará ideas para fomentar el uso de este medio de transporte. Y por cierto, con seguridad, será una combinación de ideas y alternativas la que aportará soluciones a un problema al que muchas ciudades se enfrentan.
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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 09.08.2017
Sobre el autor
Mauricio Rabuffetti (1975) es periodista y columnista político. Es autor del libro José Mujica. La revolución tranquila, un ensayo publicado en 20 países. Es corresponsal de Agence France-Presse en Uruguay. Las opiniones vertidas en este espacio son personales y no expresan la posición de los medios con los cuales colabora.