Asumió el izquierdista Gabriel Boric como presidente en Chile
Foto: JAVIER TORRES / AFP
El viernes pasado Gabriel Boric asumió como nuevo presidente de Chile.
Con solo 36 años, este exdiputado, que se hizo conocido en 2011 durante de las movilizaciones estudiantiles masivas y ahora promete un giro a la izquierda, se impuso en el balotaje de diciembre con el 55% de los votos, el mayor apoyo que ha recibido un presidente en la historia de Chile. Pero en primera vuelta había conseguido solo 25% de los sufragios, por lo que debió tejer varias alianzas para conformar su gobierno.
El gabinete ministerial que entró en funciones está compuesto por 14 mujeres y diez hombres. Al frente del área económica está Mario Marcel, un técnico de tendencia moderada que se desempeñaba como presidente del Banco Central hasta comienzos de este año.
Boric llega al poder con una retórica de búsqueda de la igualdad, feminista, ecologista, de respeto a los pueblos originarios, en un país que todavía busca un nuevo pacto social luego del estallido que sorprendió a todos a fines de 2019.
Así hablaba, en un momento de su discurso del viernes de tarde, desde los balcones del Palacio de La Moneda:
Mi sueño es que cuando terminemos nuestro mandato -y hablo en plural porque esto no es algo individual, esto no se trata de mí, esto se trata del mandato que el pueblo nos diera a este proyecto colectivo- cuando terminemos este mandato podamos mirar a nuestros hijos, a nuestras hermanas, a nuestros padres, a nuestras vecinas, a nuestros abuelos y sintamos que hay un país que nos protege, que nos acoge, que nos cuida, que garantiza derechos y retribuye con justicia el aporte y el sacrificio que cada uno de ustedes, de los habitantes de nuestra patria, hacen para el desarrollo de nuestra sociedad.
La Tertulia de los Lunes con Agustín Iturralde, Martín Bueno, Ana Laura Pérez y Santiago Soto.
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2 Comentarios
Es muy temerario juzgar al gobierno de Allende por sus resultados. Al presidente Allende lo volteó la CIA aliada a la ITT y a la oligarquía chilena que no estaba dispuesta a ceder sus privilegios –aprovecho que gracias a la existencia de los millonarios rusos podemos volver a hablar de oligarquía y nadie se sobresalta–
Luego de una durísima guerra económica de asfixia de la economía chilena, con un boicot interno que paralizó el transporte del país, que generó exprofeso desabastecimiento, luego de un intento fallido de golpe de Estado, al final los conspiradores locales y foráneos dieron con la ficha que les faltaba: Pinochet. Hicieron bombardear la casa de gobierno con el presidente adentro y ese mismo día moría Salvador Allende. ¿Cómo hubiera sido el gobierno de Allende si lo hubiesen dejado gobernar? ¿Si no lo hubiesen boicoteado? Preguntas contrafácticas que hacen que valorar al gobierno de Allende sea un sin sentido. Ningún gobierno sometido a esas agresiones ilegítimas e injustificadas puede exhibir buenos resultados.
Sobre Boric, hay que esperar. Es positivo que sea alguien que parece querer romper definitivamente con el legado pinochetista. Pero a mi hay muchas cosas que me hacen ruido, que son curiosamente las que les gustan a la gente de la tertulia: el énfasis en lo simbólico, en cuestiones identitarias y de género, en sensibilidades que parecen estar lejos del marco materialista en el que yo entiendo que vive la política real, la que saca o no a la gente de la pobreza. Si a pesar de eso hace reformas económicas estructurales que mejoren la distribución del ingreso y el acceso a los servicios públicos, habrá hecho algo grande (enorme) por su país. Si se desangra en símbolos, emociones, exaltación de lo étnico e identitario, de la cuestión de ir a una sociedad basada en cuotas de representación para todo colectivo que se organice y proteste, entonces será una oportunidad perdida. Todo el problema que tienen hoy las izquierdas es que están encandiladas por movimientos corporativos que no tienen una matriz ideológica (ni de izquierda ni de derecha). Ceden el espacio del discurso racional y materialista, espacio que incluso lo puede terminar ocupando gente de derecha. Como la derecha liberal defiende intereses de clase, piensan en términos de lucha de clases y no de lucha de identidades , géneros o sensibilidades.
Ya que estoy, comento lo siguiente: todo el mundo está interesadísimo contando mujeres en su gabinete y mucha gente resalta como un hito histórico que la nieta de Salvador Allende sea la ministra de defensa. Yo entiendo que eso no significa nada y que al final lo que importa es la gestión que recién empiezan a hacer.
En Uruguay, el FA tuvo una ministra que significó a mi juicio una mano firme del poder civil sobre el poder militar: Azucena Berrutti. En el pasado fue abogada de presos políticos, y claro, además es mujer. Para quienes siempre miran lo simbólico, eso ya era seguramente un valor en sí mismo. Pero lo relevante de Berrutti al frente del ministerio no fue su pasado o su género, sino su gestión y su firmeza, asumiendo que en una república el mando supremo de las FFAA es civil. Luego de breves gestiones (Gonzalo Fernández y Rosadilla), llegó «el ñato» Fernández Huidobro. Para quienes siempre miran lo simbólico, el pasado de rehén de la dictadura debía ser también algo simbólico, un valor en sí mismo. Este tipo al que lo tuvieron preso y lo torturaron, ahora era el ministro. El tiempo pasó y la gestión del ñato lo hizo ser un representante de los intereses castrenses ante el gobierno civil y no alrevés. Entonces, el tema no es lo simbólico, sino lo concreto, lo que uno hace.