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Entrevista central, jueves 7 de setiembre: Fernando Cáceres

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EC —Cuando discutimos el tema el jueves pasado en La Mesa, el planteo inicial corrió por cuenta de Fernando Butazzoni y fue lapidario en contra. Butazzoni estaba disgustado con esta posibilidad. Y uno de los argumentos que manejó fue este que veníamos conversando recién, el de las inversiones, el de si tienen sentido, el de otras prioridades que el país podría tener. Usted de algún modo ya contestó a una parte de esa crítica. Pero otro de los argumentos fue distinto, fue por otro lado: que los socios en este proyecto no son confiables. Argentina, porque nunca tuvo “consideración” por Uruguay, independientemente del presidente de turno, y puede haber y va a haber cambios de gobierno más allá de la buena relación que hay hoy con el gobierno de Macri, y por otro lado la FIFA y la Conmebol por la corrupción sistémica que existe dentro de esas instituciones. ¿Qué contesta a este otro aspecto?

FC —Dos o tres comentarios. Primero, respeto mucho la opinión de Butazzoni y de otros ciudadanos y ciudadanas que se han manifestado en contra, lo cual era previsible en un país que tiene muy poca inclinación en estos últimos tiempos a emprendimientos de esta naturaleza, que se permite soñar muy poco. Si algo caracterizó al Uruguay que dio lugar a la construcción del Estadio Centenario hace casi 100 años, fue el espíritu emprendedor de generaciones de dirigentes deportivos y de gobernantes, de una ciudadanía que tenía esa capacidad de soñar y de pensar en el mediano y en el largo plazo y embarcarse responsablemente en el objetivo de cumplir sus sueños. Usted comenzaba la nota preguntando sobre la viabilidad y si era viable, y creo que los uruguayos deberíamos empezar por reafirmar la voluntad y el deseo de hacerlo antes de la viabilidad. Sinceramente en nuestro país las opiniones en contrario y las voces críticas, que son siempre bienvenidas y necesarias, suelen dominar la escena y son paralizantes.

EC —Ese puede ser un buen punto también, que aparecía en la discusión. ¿Qué consenso hay en torno a este proyecto? A la población no se la ha consultado, ¿y a los partidos políticos?

FC —Completo lo que le decía en la dirección de lo que me pregunta. No hay otra expresión de la cultura del ser humano como el deporte que permita alinear a las comunidades, a las naciones, a los países detrás de emprendimientos comunes que permitan superar las diferencias. No hay, no conozco, salvo que usted me mencione actividades rechazables, condenables, como la guerra, que a veces nos embarcan necesariamente en proyectos de unidad nacional. En este caso el deporte se ha transformado en quizás el espacio privilegiado para la construcción de proyectos de vocación nacional. Y este mundial recorrerá su proceso de postulación de Uruguay con Argentina, pero si no es asumido por su gente y defendido por una voluntad popular generalizada, no solamente en el sistema político, en toda la sociedad, no tiene sentido.

EC —Está bastante claro eso. Pero ¿qué se va a hacer a esos efectos, para comprobar que efectivamente es un proyecto en el que la sociedad uruguaya se embarca y se entusiasma?

FC —Estamos en ese proceso ahora. Creo que hay una instancia inevitable y necesaria en este proceso, que es el involucramiento y el compromiso de los partidos en virtud de que hay inversiones que superan los límites del actual período de gobierno. Por lo tanto también en esa dimensión de la inversión necesaria para alcanzar la postulación se debe requerir de voluntades plurales.

EC —Se va a trabajar en ese sentido, va a haber reuniones en esa dirección.

FC —Ya se está haciendo.

EC —¿Y yendo al punto que ponía sobre la mesa Butazzoni, el de los socios no confiables?

FC —En materia de socios… los vecinos que tenemos son los que tenemos, hay que convivir con ellos y lo estamos haciendo de manera creo que muy productiva, concentrándonos en el espacio de coincidencias y deponiendo las diferencias. Y hay un amplio campo de coincidencias, así que ha primado el espíritu práctico y nos hemos puesto de acuerdo. Con Argentina no solamente estamos impulsando la candidatura al Mundial 2030, acaba de terminar la AmeriCup, la fase previa de la AmeriCup en Uruguay, que compartió sede con Argentina en Bahía Blanca. Eso fue producto de un acuerdo que realizamos oportunamente, porque uno se tiene que preparar para emprendimientos conjuntos construyendo emprendimientos conjuntos.

Por eso también estamos postulando para ser sede del campeonato del mundo de básquetbol del año 2023, que será un desafío. No tan importante en materia de inversión y de gestión como un mundial de fútbol, pero un campeonato del mundo de básquetbol es un desafío realmente mayor y para el cual corremos con amplísimas ventajas de obtener la sede este fin de año. Y estamos trabajando con Argentina, con ese sentido práctico y con esa voluntad de apoyarnos en el amplio nivel de coincidencias que tenemos. Por ejemplo, en el mundial de básquetbol habrá ocho series, de las cuales, con el mismo sentido de responsabilidad de que hablábamos respecto al mundial de fútbol, Uruguay puede apostar a dos. Dos que se puedan disputar en el mismo escenario, que será el Antel Arena, que estará operativo a mediados del año que viene, en funcionamiento. A mediados del año que viene el Antel Arena se va a constituir en la mejor instalación deportiva cerrada de América del Sur, y allí se podrán realizar dos de las ocho series del campeonato del mundo de básquetbol. Una integrada por Uruguay y otros países y la otra por Estados Unidos y otros países. En el ámbito de la negociación con Argentina hemos encontrado puntos de acuerdo que ojalá se sostengan en el tiempo.

EC —Pero el cuestionamiento iba más allá, a los otros socios, la Conmebol y la FIFA.

FC —Por lo pronto son las instituciones que otorgan los derechos para organizar este tipo de eventos, son ineludibles. Así que en ese sentido hay que convivir y lo que hay que hacer es tratar de que los códigos de relación y los límites en los compromisos los pongan los gobiernos que están postulando para ser sede. Yo en eso no tengo ningún temor, Uruguay es un país serio, es un país creíble a la hora de poner en juego el patrimonio que podemos aportar para tener el derecho a ser sede. Ese es uno de los patrimonios más importantes, el de un país estable, con una democracia fuerte, con un sistema de partidos sólido y con una confiabilidad, una credibilidad acreditada.

EC —¿Cómo sigue esta historia? ¿Cuáles son los próximos pasos?

FC —Los próximos pasos son una reunión el 26 de setiembre en la República Argentina, tercera reunión del equipo binacional ya constituido, con su estructura, determinada en esta reunión de Montevideo. En esa instancia vamos a avanzar en la elaboración del plan de campaña, en la estrategia comunicacional, en la estrategia de mercadeo, y vamos a preparar la eventual llegada –habría que confirmarla antes, pero la voluntad está expresada– del presidente de la FIFA para la próxima fecha, la última de la clasificación para el Mundial de Rusia, que se va a disputar durante los primeros días de octubre.

EC —¿Se incorporaría Paraguay también?

FC —Oficialmente no hay nada y los candidatos a postular somos Argentina y Uruguay.

EC —¿Cómo recibieron el planteo que hizo Paraguay por distintas vías en los últimos días?

FC —Con sorpresa y con malestar.

EC —¿La idea original no había sido que fuera el Mercosur quien asumiera la sede?

FC —Claro, pero el respeto de las formas es esencial. Y cuando hay una institucionalidad ya establecida de común acuerdo entre los presidentes de Argentina y de Uruguay, hay que recorrer las instancias institucionales para tomar las decisiones de integración de otros países, que tal vez, quizás, sea necesaria. Pero ordenadamente, responsablemente, no por la vía de los hechos.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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