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Entrevista central, miércoles 18 de octubre: Ricardo Pascale

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EC —Sigamos viendo manifestaciones de la economía comportamental. ¿Cómo juegan las emociones?

RP —Todo venía muy tranquilo, hasta aquí eran sesgos básicamente cognitivos. Todo esto viene en el fondo basado en Descartes, “yo pienso, luego existo”, Descartes fue […] el padre de la razón, uno de los padres del racionalismo. En el año 1994 aparece un libro de un neurólogo neurocientista que trabajaba en Estados Unidos, de origen portugués, António Damásio, un libro que se llama El error de Descartes. Así nomás. El error de Descartes es que Descartes se comió las emociones y obviamente la economía ni las menciona. No hay una mención en ninguna teoría económica, el hombre no tiene emociones, es lo mismo tomar una decisión cuando 10 minutos antes te dieron una pésima noticia que no tiene nada que ver de repente con la decisión, que si te dan una excelente noticia. O sea, un hombre contento y un hombre triste para la economía es exactamente lo mismo.

Cuando empezamos a ver que las emociones jugaban un papel fundamental se nos complicó todo. Y hay algunas emociones que en economía funcionan mucho, son muy importantes. Yo diría tres: una simple que es el miedo, que la traemos ya de niños, y dos que son más complejas, que son la codicia y la confianza.

La codicia, por ejemplo cuando Greenspan –el presidente del banco central americano– dijo aquella frase ante el Parlamento: “Una codicia contagiosa no sabemos cómo se ha apoderado de la comunidad de negocios”. La Reserva Federal no tenía teoría para ver por qué subía el precio de las tecnológicas en forma absolutamente fuera de la razón y de los fundamentos económicos.

Y la confianza, que es fundamental y cada vez más fundamental, es esa disposición que tenemos a ser vulnerables porque el otro va a cumplir de la forma que dijo sin que uno tenga que decirle “no olvides que me dijiste esto”. La confianza se da a nivel individual, a nivel grupal y se puede dar a nivel sistémico. La confianza es un constructo psicosocial que sube por escalera y baja por ascensor, y cuando se rompe no es fácil arreglarla, en algunos casos nunca se arregla, en otros casos lleva muchas décadas. Uruguay es un país que cuenta con una gran confianza en el mundo, en los mercados financieros, y no es casualidad, es porque ha cumplido permanentemente sus compromisos a lo largo de toda su historia. Y si no pudo pagar les dijo primero a los acreedores: “Voy a tener dificultades, vamos a reprogramar”, ha sido un país de una extremada prolijidad. Esto por suerte ha atravesado transversalmente como una política de Estado.

No todos los países están en esta misma situación de confianza. El mismo Estados Unidos, la crisis fue en 2007, 2008, el banco central bajó la tasa de interés a 0 % (Bernanki), y prácticamente sigue en cero. Si uno agarra cualquier libro de economía verá que cuando un banco central baja las tasas de interés, la tasa de descuento que tiene, los bancos prestarían más barato, el consumo crecería, la inversión crecería, las bolsas crecerían. Acá lo único que creció fueron algunas cosas, porque la confianza se quebró, y ahora todavía aparece un presidente con características muy peculiares, que no tiene las características de infundir confianza generalizada.

EC —Por el contrario, tiene como una de sus señas de identidad la imprevisibilidad.

RP —Claro. La confianza es vital.

EC —Una de las tantas preguntas de los oyentes es: “Entendido el concepto de la economía comportamental, ¿cómo se hace para trabajar en ella?, ¿cómo se mide, cómo se evalúa para, en función de esos otros parámetros, tomar decisiones, disponer políticas públicas, por ejemplo?”.

RP —Cuando le decía que había sesgos o había heurísticos o había problemas de confianza, la economía comportamental, más allá de desarrollar modelos, etcétera –que están pero no tenemos tiempo de mencionarlos ni es la idea de la entrevista–, tiene toda una artillería para mitigar esos sesgos, esos heurísticos. Sabemos por qué se rompe la confianza y sabemos cómo se gana la confianza, lo sabemos muy clarito, tenemos que elegir por qué camino vamos. Sabemos cómo se pueden desesgar los distintos sesgos, se sabe y se puede lograr, y tienen una importancia enorme en las políticas públicas. Por ejemplo este hombre que usted mencionaba, Thaler…

EC —El ganador del Premio Nobel 2017, Richard Thaler. Quizás podemos a partir de esta consulta bajar a tierra algunas de sus contribuciones que han sido motivo de la distinción.

RP —Una de las grandes contribuciones que tuvo junto con Robert Schiller, que fue Premio Nobel hace tres o cuatro años, que es uno de mis favoritos en este tema, fue algo que se llama nacht theory.

EC —La ‘teoría de los empujoncitos’, algunos la llaman así.

RP —Ahí está, de los empujones o los empujoncitos. Es una de las que tuvieron mayor repercusión. Por ejemplo, Obama creó en su gobierno una Behavioral Unit, una unidad de comportamiento; David Cameron también, más de 50 países ya tienen.

EC —Dentro de los gobiernos existen unidades dedicadas a analizar la economía desde esta óptica.

RP —Sí, es una de las contribuciones que lo hicieron más famoso a Thaler, su importancia en algunas políticas públicas. Por ejemplo, Cameron o su equipo les mandaron una carta a todos los vecinos que no habían pagado impuestos: “Señor Fulano de Tal, es un placer saludarlo, etcétera, etcétera. Quería comentarle que sus vecinos todos han pagado los impuestos con los cuales contribuimos tatatatá, al Reino Unido, y usted aún no lo ha hecho”. Entonces la reacción del individuo es ir a pagar los impuestos.

EC —Esa política en el caso de Cameron funcionó.

RP —Sí, y la de Obama también. Las contribuciones han sido impresionantes. En la donación de órganos, por ejemplo…

EC —Aclaremos cómo funciona lo de la nacht theory en el caso de la donación de órganos.

RP —En la donación de órganos usted tiene que poner “no dono órganos”. Lo ponen de una forma tal que si usted no dice que "no" explícitamente, ya está donando órganos. Más de 50 países han instalado estas unidades sobre economía comportamental; han sido muy importantes en término de políticas públicas.

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