
EC —Tú estudiaste ciencias sociales y viniste a Uruguay para cursar un Doctorado en Ciencia Política en la Universidad de la República en el año 2015.
AA —Más o menos por ahí va orientada la cosa. Yo soy periodista, hice mi Maestría en Estudios Políticos y me vine para acá a continuar los estudios.
EC —Y decidiste quedarte.
AA —Y decidí quedarme, sí. Felizmente con mi señora, que es venezolana también, tenemos una hija que nació acá, una hija uruguaya, nació hace ocho meses. Estamos muy contentos, pero obviamente sin desprendernos de la realidad de Venezuela y haciendo cosas para Venezuela, enviando ayudas y todo. En realidad no es una cosa particular ni mía ni de mi grupo de trabajo, sino una cosa de todas las personas.
EC —La producción de En Perspectiva se comunicó ayer con Sandra Rodríguez, que es uruguaya, pero que cuando tenía 10 años se fue a vivir a Venezuela con sus padres. Allá pasó 35 años, hasta que volvió a Montevideo en 2013. Hoy se dedica a asistir a los inmigrantes que llegan desde Venezuela. Vamos a escucharla hablando sobre las necesidades inmediatas que tienen cuando arriban a Uruguay.
(Audio Sandra Rodríguez.)
Lo que ellos necesitan inmediatamente es trabajar porque vienen sin nada en el bolsillo. La mayoría de las cosas que pudieron vender allá y recoger allá las tuvieron que gastar en el viaje. Entonces necesitan trabajo. Es lo que nos piden inmediatamente, andan desesperados por trabajar. Entonces buscan cualquier tipo de trabajo que los saque del paso, algo sencillo, en supermercados o call centers. Y después van escalando y buscando en sus áreas.
(Fin audio.)
EC —Tus comentarios…
AA —Sí, tal cual. Hay algo que hay que explicar, porque habrá mucha gente en la audiencia que quizás no entienda ese proceso. El venezolano que emigra de hace unos tres años para acá, este inmigrante nuevo que estamos viendo en la región, es un venezolano que sencillamente no tiene ningún tipo de capital. Porque vendió su casa, su carro, sus pertenencias, su poco patrimonio, pero cuando eso lo traduce en dólares es una cifra diminuta, minúscula, que apenas le permite cubrir los gastos del pasaje para llegar a su destino, bien sea Colombia, que es el principal destino de la emigración venezolana, o Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Perú, Bolivia y demás.
Entonces ese venezolano cuando llega a destino se encuentra con la realidad de una economía real, verdadera, en que la gran mayoría de los precios están dolarizados, y si no tiene al dólar como moneda referente, y son costos radicalmente diferentes de los que se manejan en Venezuela. Cuando llegan tienen que habitar en una pensión o en una casa de precio mínimo, lo menor posible, viven dos, tres, cuatro, cinco personas en una habitación para abaratar costos, y salen a la calle a buscar lo primero que encuentren como opción laboral, bien sea cuidando coches, lavando automóviles, trabajando como cajeros en una feria…
EC —Sí, el sector servicios es un rubro en el que se encuentran una cantidad de venezolanos hoy. Hoteles, supermercados, empresas de seguridad, justamente, como el caso que ahora tenemos dramáticamente arriba de la mesa.
AA —Seguro. Ahí los venezolanos comenzaron a ingresar más a finales de 2016, era un rubro en el que había básicamente inmigrantes del Caribe. Pero con esta explosión de migración –estamos hablando de que el año pasado nada más se aprobaron 3.178 residencias para venezolanos– en un año ingresaron al mercado 3.000 personas que necesitaban comer, que necesitaban un ingreso y que obviamente salieron corriendo a buscar cualquier oferta. Y es verdad que la plaza laboral de Uruguay es pequeña, pero sí hay oportunidades laborales, es mentira que no hay trabajo en Uruguay, sí hay, capaz no el volumen que la sociedad lo precisa o que la comunidad venezolana lo precisa, pero sí hay oportunidades. Muestra de eso es que también hay muchos venezolanos haciendo emprendimientos. Llegaron dos, tres personas, se juntaron y tienen un ingreso pequeño, y poco a poco van levantando un pequeño restaurante y por ahí van emprendiendo su camino, entonces salen de una relación de dependencia y más bien generan empleo para otras personas. Y así sucesivamente. Hoy en día en Montevideo hay más de 12 restaurantes venezolanos, y en la principal feria vecinal, la feria de Tristán Narvaja, hay como seis puestos de venezolanos, y así en varias ferias barriales. Y así sucesivamente, en el mundo de la belleza, por ejemplo, en el área de servicios de belleza, uñas, masajes, hay un montón de venezolanas y venezolanos emprendiendo y generando cosas, que a su vez también –es importante decirlo– generan empleo y generan una nueva dinámica económica que está buena para el país.
EC —Te estás atajando allí, estás haciendo una defensa de los venezolanos ante el riesgo de que haya gente que los mire mal porque vienen a competir por plazas de trabajo.
AA —Sí, es probable que se genere eso.
EC —Sí, “compiten”, pero al mismo tiempo generan empleo.
AA —Está claro que es pequeño, son emprendimientos pequeños, no tienen nada que ver con el número macro, pero es una intención de generar cosas nuevas.