Entrevista con Mario Lubetkin, director de Comunicación Corporativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
EN PERSPECTIVA
Viernes 10 de julio, hora 8.14
EMILIANO COTELO (EC) —¿Recuerdan los Objetivos del Milenio? En el año 2000 la comunidad internacional asumió una serie de compromisos, y el primero de ellos era que para 2015 el porcentaje de la población con hambre debía ser la mitad que en 1990.
Ahora que el plazo expiró, aparentemente la humanidad se acercó mucho a la meta. Uno de los elementos para evaluar el grado de cumplimiento de aquel objetivo es el informe “El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2015”, que fue presentado el mes pasado. De acuerdo a ese trabajo, al día de hoy casi un 13 % de los habitantes del planeta no pueden consumir alimentos suficientes para llevar una vida activa y saludable. Esto es casi la mitad de las personas que estaban en esa situación en 1990, cuando representaban algo más del 23 % de la población de entonces.
¿Qué evaluación podemos hacer de esos números? ¿Es posible trazarse ahora objetivos más ambiciosos, por ejemplo el de erradicar el hambre del mundo?
Vamos a charlarlo con Mario Lubetkin, director de Comunicación Corporativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), una de las instituciones que han trabajado en el informe.
Mario Lubetkin durante años fue nuestro colaborador en Roma.
Tú eras periodista, durante añares estuviste dedicado al periodismo duro y puro, estabas como director general de la agencia IPS. El cambio se dio…
MARIO LUBETKIN (ML) —… en febrero del año pasado. Fui invitado y participé en un proceso de elección de la figura de director corporativo y portavoz de la FAO en Roma.
EC —Eso en principio no te implicó un cambio de residencia, porque tú vivías en Roma y la sede de la FAO está en Roma.
ML —Exactamente, el único cambio que me determinó, que me dejó una gran tristeza, fue tener que dejar ese intercambio regular entre nosotros dos y con mucha gente.
EC —Contigo seguíamos muy de cerca la política italiana, por ejemplo.
ML —Y la política europea. Lamentablemente en estas nuevas funciones no puedo seguir teniendo esa forma de vínculo tan bonito que teníamos en ese entonces.
EC —Sí podemos conversar de estos otros temas, que son los de tu especialidad.
Empecemos por dar algunas pistas de cuál es el trabajo de la FAO, y de qué modo trabaja para cumplir el objetivo de reducir el hambre en el mundo.
ML —La FAO tiene como objetivo desarrollar acciones en el campo de la orientación en el escenario agrícola, en el escenario forestal, en el escenario de pesca global. Esa ha sido su tradición. (Con Uruguay ha hecho incluso muchísimos proyectos en el campo ganadero, en el campo rural, en el campo agrícola.) Al mismo tiempo ha tenido la principal responsabilidad en el Sistema de Naciones Unidas en el proceso de reducción de la cantidad de gente con hambre. Proceso que ahora se ha modificado, porque ya no se trata de reducir el hambre sino de eliminarla. Eso es parte de la nueva agenda que se está madurando a nivel global, la agenda global de políticas de desarrollo para los próximos 15 años.
EC —Pero hasta ahora, ¿de qué manera ha trabajado en esta materia? Algún ejemplo.
ML —Proyectos hay muchos con relación a la capacitación del sector rural, por ejemplo el año pasado se hizo un trabajo muy intenso con las empresas de la agricultura familiar, que representan el 70 % del trabajo de tierras a nivel global. En ese trabajo se incentiva en tecnología, en conocimiento, en formación, en transferencia de conocimiento. Porque la FAO, con sus expertos y sus científicos, es el principal centro de conocimiento, de ciencia, de orientación en los grandes temas relacionados con el tema forestal, con el tema agrícola, con el tema de la pesca, etcétera.
EC —Detengámonos en el término “hambre”. ¿Qué es “hambre” para la FAO?
ML —Es la condición por la cual el ciudadano no tiene posibilidades mínimas de nutrirse en condiciones básicas que le permitan vivir de una manera digna.
EC —En algunos de los documentos se define “subalimentación” como “el estado, con una duración de al menos un año, de incapacidad para adquirir alimentos suficientes”. La subalimentación sería un nivel de ingesta de alimentos insuficiente para satisfacer las necesidades de energía alimentaria. Y el hambre sería la subalimentación crónica, permanente, consolidada.
ML —Y que pasa de generación a generación. Eso determina un estrato social de las poblaciones absolutamente marginal, con todo lo que afecta en el escenario del desarrollo de la propia sociedad, el desarrollo de las propias economías, etcétera.
EC —Vamos a los números que surgen del informe “El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2015”. Según ese trabajo, hoy padece hambre una de cada nueve personas en el mundo, y si bien el número es malo, chocante, implica una mejora, se acerca bastante a los objetivos que se había planteado la comunidad internacional para este año 2015.
ML —Hay un gran debate acerca de cuál es la tendencia. Esto que señalás es muy importante, porque si le preguntás a un ciudadano medio si aumentó o disminuyó el hambre en el mundo, la respuesta más fácil es “aumentó”. Y efectivamente la tendencia es la opuesta. En números reales, en el 90 había 1.000 millones de personas que pasaban hambre, y, según el informe que tú estás señalando, ese número se ha reducido a menos de 800 millones, se ha reducido en términos reales, más de 200 millones de personas han salido del escenario que tú señalabas.
Sin duda es positivo que en 25 años 200 millones de personas hayan salido de esa situación. De cualquier manera, quedan exactamente 795 millones, cifra que sigue siendo extraordinariamente alta en la perspectiva de un mundo más estable y sostenible, eso es parte de los grandes debates que hay hoy a nivel internacional.
EC —¿Qué pasa si vemos los datos por regiones? ¿Dónde se han dado los avances principales, qué países aparecen rezagados?
ML —La zona que ha mejorado sustancialmente más ha sido América Latina.
EC —Sí, me impresionaron esos números.
ML —Hay un debate técnico acerca de si América Latina como tal logró cumplir el objetivo del milenio 1. Según nuestros números, América Latina prácticamente alcanzó la meta de reducir el hambre a la mitad en su contexto regional, lo que no significa que cada país lo haya logrado.
EC —O más de la mitad, porque se señala que la proporción de gente con hambre en América Latina y el Caribe bajó de 14,7 % a 5,5 % desde 1990.
ML —Correcto, estamos hablando de promedios. En promedio se estaría pasando la línea del objetivo del milenio 1, que era reducir a la mitad los niveles de pobreza. Las situaciones más difíciles se notan en ciertas zonas de África y en ciertas zonas de Asia. Pero también ha habido una mejora sustancial en los países africanos, los éxitos han sido muy grandes, como también en las realidades de Asia, como es el caso de China, que ha mejorado sustancialmente y ha habido cambios. Los números de China empujan mucho los números globales de contexto, pero ha habido mejoras.
La señal es que la mejora ha sido realmente importante. Como FAO hace dos años empezamos un proceso de reconocer a los países que iban logrando esas metas. Hace pocas semanas hicimos el último reconocimiento en el marco de nuestra conferencia en Roma, allí reconocimos a 72 países sobre 139 que estamos monitoreando. Los países que están con problemas de hambre son 139, pero 72 países, más del 50 %, lograron cumplir las Metas del Milenio. Estamos hablando de países de África, de Asia, de Europa del Este, de América Latina, se marcaba mucho la presencia de los países de América Latina en este proceso.
EC —¿Cuáles son los obstáculos, cuáles son los principales impedimentos que la FAO encuentra para avanzar a mayor velocidad en busca de este objetivo?
ML —Los obstáculos son muchos y están muy articulados. Primero, no puede haber una fórmula global, hay fórmulas país, cada país tiene sus peculiaridades en cuanto a cómo realizar ese proceso. Se han acumulado muchas experiencias positivas, con resultados de éxito. Es decir, se ha acumulado experiencia que llevan a decir: es posible, las metas son posibles. Porque uno de los grandes temas que están en la opinión pública es “acá se tiran números, y esos números nunca se van a alcanzar, son sueños de los burócratas, estamos lejos de la realidad”. Este proceso sobre el tema del hambre está demostrando que no es así. Pero después tiene que desarrollarse en las políticas país.
Esta mañana hubo una conferencia de prensa en Roma en la que se anunció cuál sería el costo económico de la eliminación del hambre al 2030. Ese aspecto del costo económico determina cuál es la política país. Antes se decía “hay hambre, tienen que venir los países ricos a resolver el problema de los países pobres”. Esa ecuación no camina. Si no hay políticas nacionales, de reversión de tendencia, con respaldo internacional pero políticas nacionales, que integren en el presupuesto de los estados una línea muy clara de reducción y eliminación del hambre y todos los capítulos que tienen que ver con la pobreza, no va a haber solución posible. Esa es la experiencia de los 72 países que han tenido éxito. En esos países no fue que fueron los ricos noruegos o daneses o suecos a decirles “señores, acá tienen el dinero para resolver el problema”. No, son políticas de Estado, complejas políticas sociales de Estado que tienen que tener un aspecto fundamental: presupuesto.
EC —Claro, no todos los países que tienen estos problemas en su mayor gravedad están en condiciones de afrontar esos presupuestos.
ML —Eso pasa por una estrategia. Porque pobreza y hambre son costos para un país, cuando tú defines el presupuesto los incorporas como una inversión para mejorar los costos país o no. Si lo pones como un problema agregado y no como una lógica de inversión social para el desarrollo país, efectivamente, al fin de cuentas es una cosa que te pesa. Si no lo incorporas en el presupuesto como otros aspectos para el crecimiento país, vas a estar planteándolo en forma equivocada con relación al propio desarrollo del país. O sea, ¿cuáles son las inversiones en el sector rural? ¿Cuál es la inversión para el pequeño productor rural? ¿Cuál es la inversión en el sector urbano para la mejora de la formación de los sectores más pobres? Si no incorporás eso como parte del presupuesto de tu país, los costos que ese pobre te va a generar y que ese señor o señora con hambre te va a generar son costos económicos también, por lo tanto se trata de un equilibrio en la discusión del presupuesto para el propio desarrollo.
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EC —Entonces, ¿es posible pasar a un objetivo más ambicioso? Parece que sí, tú lo mencionabas recién al pasar: ya está planteado ir ahora hacia el hambre cero.
ML —Exactamente, ese es uno de los grandes objetivos que se plantea la FAO en la próxima fase de gestión del actual director general, el brasileño José Graziano da Silva, que fue el ministro que llevó adelante el programa Hambre Cero en Brasil durante la gestión del presidente Lula, que sacó 50 millones de personas del hambre y sacó a Brasil del mapa global de países con hambre.
EC —Está planteado ese objetivo entonces.
ML —Es el objetivo principal. Es más, nos estamos planteando el objetivo Generación Hambre Cero, que haya una nueva generación que parta de un escenario sin hambre. Eso va a determinar una serie de cambios sociales extraordinariamente importantes.
EC —¿Ya se ha fijado algún plazo para eso?
ML —En la reunión de Naciones Unidas de jefes de Estado que se va a realizar en el mes de setiembre en Nueva York culminará el proceso de los Objetivos del Milenio y se lanzarán los Objetivos del Desarrollo. Ese es el cambio de calidad. En esa oportunidad se va a hacer un último análisis de los resultados del proceso iniciado en el 2000 y se va a construir la nueva agenda global para los próximos 15 años, básicamente. Se planteará un nuevo conjunto de objetivos, más de 10, se tomará como base la síntesis de los Objetivos del Milenio para plantear los Objetivos del Desarrollo para el próximo período.
EC —Entonces hay que pensar que se propondría ese objetivo de erradicar el hambre en un horizonte de 15 años, no está confirmado todavía…
ML —Los acuerdos ya están. El acuerdo 2 de los Objetivos del Desarrollo –que se van a llamar así, para que el ciudadano empiece a acumular Objetivos del Milenio, Objetivos del Desarrollo, incluso ese es un cambio de concepto– plantea eliminar la subalimentación crónica para el 2030. O sea, el desarrollo de este tema plantea la eliminación definitiva del hambre en el 2030.
EC —¿Cómo? ¿Con qué herramientas?
ML —Sobre eso fue la conferencia de prensa que hicimos esta mañana en Roma. Primero cuánto cuesta. Los números de nuestros técnicos determinan que la eliminación del hambre al 2030 cuesta 267.000 millones de dólares por año en forma consecutiva durante estos 15 años. Puede parecer una cifra enorme, pero estamos hablando del 0,3 % del producto bruto interno global, estamos hablando de nada. Si nos ponemos a pensar en lo que costó el rescate de los bancos, si nos ponemos a pensar en la crisis que todos conocemos, si nos ponemos a pensar en otros costos, por ejemplo la inversión en armas… si pensamos en esas cifras este es un costo ridículo. Estos son costos estructurados y analizados que determinan que la inversión para cada ciudadano que pasa hambre y hambre crónica es de 160 dólares por año. Eso es lo que significa eliminar este escenario al 2030, con una serie de objetivos muy claros de inversión en el sector rural y en el sector urbano.
EC —Veamos cada uno de los dos, a grandes rasgos.
ML —Antes, un elemento más. Lanzamos estos números, primero, porque hay que ser muy concretos, el proyecto Generación Hambre Cero tiene que tener políticas de Estado, tiene que tener la participación de todos los grandes actores de la sociedad civil, del sector privado, todos tienen que actuar, con su forma, con sus propios intereses, en esta […]. No es simplemente una responsabilidad de los estados, los estados tienen que ayudar a dirigir e impulsar grandes líneas, pero tienen que participar todos los actores en este juego.
Segundo, lanzamos estos números porque la próxima semana se va a realizar en Etiopía una conferencia extraordinariamente importante, la Conferencia Internacional de Financiación para el Desarrollo, en la que se va a discutir esto: qué dinero, cuánto dinero, para qué.
EC —Y quién lo pone.
ML —Y cómo se pone, no quién lo pone. Porque volvemos a lo mismo. Si decimos “quién lo pone”, significa que se espera que los países ricos resuelvan la situación de los países que están en situaciones de crecimiento de un nuevo tipo. Porque tampoco podemos hablar en los viejos formatos tradicionales de los ricos y los pobres, porque objetivamente los países de América Latina –pongamos el caso de Uruguay– han tenido un crecimiento notable, por lo tanto ya no es el escenario de ricos y pobres de otro período. Esto se puede plantear en algunos escenarios africanos, asiáticos, pero no en el caso de América Latina.
Aparte, esto se enlaza con la discusión de Nueva York de setiembre: llegar a los objetivos, pero ¿cómo se financia? Y volvemos a lo mismo: sin políticas de Estado, sin inversión de los estados, junto con la responsabilidad de los países ricos, por toda la historia que ya sabemos, no va a haber posibilidad de hacer la modificación. Este es un cambio sustancial y es una de las experiencias de este período de los Objetivos del Milenio: si no hay políticas e inversiones nacionales que sean parte del presupuesto de Estado no va a haber ninguna posibilidad. Dicho de otra manera: si se sigue el desarrollo actual del proceso de reducción del hambre, sin ninguna modificación sustancial, al 2030 va a haber 650 millones de personas que van a pasar hambre.
EC —Habremos mejorado un poco más…
ML —La cantidad se habría reducido en otros 150 millones, pero no se habría resuelto el problema de Generación Hambre Cero. La Generación Hambre Cero significa un salto de calidad de la combinación de protección social con inversión en el desarrollo rural. Son las dos cosas, no es solamente la inversión, sino combinada con protección social. El juego de ambos elementos es lo que tiene que determinar políticas muy importantes en los países. Y lo están asumiendo, cuando reconocimos a los 72 países hace unas semanas en Roma, muchos jefes de Estado vinieron personalmente a recibir el reconocimiento para testimoniar que ha habido políticas de Estado. Después están las políticas de los países para la reducción del hambre y la pobreza, pero objetivamente se está tomando a ese nivel hoy el principal desafío, que es la reducción y la eliminación del hambre.
Eso se combina con otros aspectos de los Objetivos del Desarrollo del próximo período. Porque ¿qué va a pasar con la eliminación del hambre? Tú generás la Generación Hambre Cero, y esa persona que va a comer va a exigir salud, educación y otros elementos de su calidad de vida de nuevo tipo. Entonces la pregunta es: la sociedad equis del país equis, ¿va a estar a la altura para resolver las nuevas exigencias de educación y salud de ese ciudadano que se va a incorporar porque va a comer y va a pensar?
EC —La experiencia de Brasil, que hemos tenido muy cerca, es interesante y es un caso de estudio en cuanto a los reclamos y las movilizaciones que vinieron después de que se avanzó con el programa Hambre Cero.
ML —Exactamente. Eso también está planteado como síntoma en otros países de América Latina y en otros países de África, no pasó solo en Brasil. Quizás en Brasil se dio de forma más impactante, y aparte fue en el marco de la Copa del Mundo, pero eso está pasando en varios países. Por lo tanto los Objetivos del Desarrollo del 2015 al 2030, lo que popularmente se llaman los objetivos pos-2015, tienen una cantidad de componentes que tienen que ver en forma transversal con cómo ir afrontando cada uno de los aspectos. Y eso lo incorporamos a la acción de la FAO.
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EC —Decías que para eliminar el hambre habría que invertir 267.000 millones de dólares por año. Estuve revisando los números de Grecia, y los dos rescates que tuvo Grecia hasta ahora fueron de 240.000 millones cada uno.
ML —Y en el último rescate, de los 240.000 millones, 230.000 fueron directo a los bancos. Por lo tanto, volvemos al mismo esquema, el dinero está, no es que no esté el dinero. Eso es una falacia, el dinero está.
EC – ¿Y cómo se utilizaría ese dinero? ¿De qué manera?
ML —En la conferencia de prensa de esta mañana en Roma los técnicos, ante la pregunta de algunos periodistas de The Guardian y de CNN, fueron más a lo concreto. En el ámbito de la inversión en el sector rural –que sería adonde iría la mayor parte de los fondos anuales proyectados, 221.000 millones–, la orientación es que el dinero tendría que ir para invertir en riego para pequeños campesinos, reducir el desperdicio poscosecha, reducir el desperdicio alimenticio, tener un marco más sólido de tenencia de tierras y de aguas –todo un tema que creo que también se discute en Uruguay y es parte de una discusión global estratégica–, políticas de crédito, políticas de regulación laboral, facilitar el acceso a mujeres y jóvenes en el campo rural.
En los temas urbanos, uno de los aspectos que se platean es la formación profesional de los sectores que saldrían del escenario de hambre, formación laboral, líneas de crédito, vivienda, otros aspectos de orientación en el campo de la nutrición. Porque no se trata solo de comer más, sino de comer mejor, ese es uno de los grandes desafíos de este período. No se trata solamente de eliminar el hambre. Uno de los aspectos que van a estar presentes en la discusión de setiembre es que se pega continuamente el tema del hambre con la nutrición, se trata de eliminar el hambre y de comer bien, es parte del desafío. Y eso se enlaza con los temas de salud, con los temas de educación, etcétera.
En síntesis, se trata de eliminar el hambre y el hambre oculta, que tiene que ver con el límite de los micronutrientes para cada ciudadano, para que mejore su dieta y por lo tanto coma y coma regularmente bien para tener un crecimiento lógico.
EC —No sé si esto tiene que ver estrictamente con otro dolor de cabeza, que es el del sobrepeso. En el mundo hay casi 800 millones de personas con hambre, pero hay una cantidad bastante similar de personas con sobrepeso, 500 millones.
ML —De los cuales, 140 millones son niños. Eso es parte de este mundo, esas dos cifras son el emblema de este mundo. Son parte de las nuevas tendencias. No es solamente el hecho de comer, sino que se trata de comer bien. Esos 500 millones de obesos tienen riesgo de muerte similar al riesgo de muerte que tienen los 800 millones de personas que pasan hambre. O sea, por un lado no se come y por otro lado se come muy mal. Eso es parte de lo nuevo. Por lo tanto se incorpora el tema de la nutrición, y en este caso la obesidad, como un aspecto fundamental.
En noviembre del año pasado organizamos la Segunda Conferencia Mundial de Nutrición. Algunos países que tienen una política muy importante en esa área, uno de ellos es Estados Unidos. La administración Obama ha trabajado mucho en el tema nutrición, con una cantidad de componentes muy importantes, que van desde qué tipo de dieta, qué tipo de valores, hasta en el campo comercial lo que ellos llaman “nutrición cero kilómetro”. El objetivo es facilitar la obtención de alimentos y de nutrientes equilibrados no yéndolos a buscar en la otra punta del país, sino trabajando con las familias campesinas de la cada zona para abastezcan con su producción sobre todo a los comedores infantiles y estudiantiles de su zona, lo que favorece el crecimiento de la propia zona. Por lo tanto el hambre tiene que ser puesto en el contexto del desarrollo económico permanentemente, cualquier movimiento con relación al tema del hambre y de la nutrición va inmediatamente combinado con el tema salud, con el tema educación y con el tema desarrollo económico del país.
EC —¿Y cómo entran en juego acá la sustentabilidad, el desarrollo sustentable y sobre todo el planeta visto desde ese punto de vista? Porque si se precisa alimentar a más gente o alimentar mejor a una gran cantidad de personas, se requieren más alimentos. ¿El planeta banca, da abasto?
ML —Si escuchamos al papa Francisco y escuchamos a los expertos de la FAO, que decimos exactamente lo mismo, hoy las condiciones de alimentación están… si, por ejemplo, se afronta todo el tema del desperdicio alimenticio, del desperdicio de alimentación, que equivale a un tercio de la producción alimenticia mundial en este momento. Estamos hablando de cifras muy altas desde el punto de vista económico.
EC —¿A qué se le llama “desperdicio”? ¿Qué entra en esa categoría?
ML —El ciudadano tira un tercio de su alimentación por equis razones: o porque se le pasa o porque no la mantiene bien o porque llega mal o porque no tiene la calidad. En fin, que cada ciudadano piense qué es lo que hace con sus propios alimentos y cuánto tira diariamente –sobre todo en los países más desarrollados– para llegar a las cifras globales que determinan que un tercio de la producción alimenticia se tira, se desperdicia. Si se recuperara eso no habría ninguna dificultad. Hoy el mundo está en condiciones de afrontar, esa es la gran contradicción. Por eso el tema de la obesidad, ¡comida hay! También se come mal, se come muy mal. Ese es un componente.
En números proyectados, en el 2050 va a haber 9.000 millones de personas en el mundo. Si se va a eso, la producción alimenticia, que hoy estaría en condiciones, tendría que aumentar en un 60 %, si todo fuera en una cierta dirección. Las condiciones están, proyectado puede ser, no estamos alejados de la realidad. Eso significa que los estadistas, la sociedad civil, el sector privado, el ciudadano deben tomar conciencia de hacia dónde se va para poder actuar en esa dirección.
Ahí te planteo dos temas rápidamente. Uno, el cambio climático. Parecen todos temas alejados que no se tocan, pero se está tocando todo. Si se sigue en esta línea de modificación del cambio climático que afecta el escenario agrícola, y el sector ganadero y agrícola es uno de los responsables del cambio climático, se tendría que ir en una cierta dirección. Lo digo porque el actual presidente de la República dijo que uno de sus pilares durante estos cinco años va a ser el tema del cambio climático. Imagino que él lo estará planteando en términos de país agrícola y país de producción alimenticia, porque es la responsabilidad. Y dentro de pocos meses se va a realizar la Conferencia Mundial de Cambio Climático, que es clave para que se llegue a una serie de acuerdos estratégicos para modificar una línea de tendencia que nos va a afectar a todos, va a afectar la alimentación, va a afectar el proceso de recuperación de gente con hambre, va a afectar el tema de la obesidad, etcétera.
El otro aspecto, también reflexionando con relación a Uruguay, es su capacidad de inserción con relación al proceso de producción de alimentación y al tema agua hacia el 2050.
EC —¿Qué es eso?
ML —Claro, ¿qué tipo de país va a ser el Uruguay en el futuro? Se dice que Uruguay tiene hoy capacidad para producir alimentos para 30 millones de personas. Se dice que Uruguay va en un camino a lograr en una serie de años producir alimentación para 50 millones de personas. Pero ¿cómo se posiciona un país desde el punto de vista de su riqueza nacional natural, en el crecimiento, cuando se habla de que en el 2050 va a haber que aumentar la producción de alimentación en un 60 %, una alimentación equilibrada, justa, con las dietas adecuadas, dieta mediterránea? ¿Qué clase de país puede ser Uruguay en una perspectiva de 10 años si se enlaza y se pone en esta carretera?
EC —¿Qué quiere decir eso? ¿Que Uruguay tiene una oportunidad?
ML —Extraordinaria, absolutamente extraordinaria.
EC —Pero al mismo tiempo tiene que cuidar el recurso suelo.
ML —Eso tiene que ver con el tema de la sostenibilidad. A la conferencia en Roma vino el ministro de Agricultura de Uruguay, Tabaré Aguerre, e hizo una exposición muy interesante sobre algo en lo que Uruguay puede ayudar, que es la trazabilidad de los suelos. Uruguay, por lo que él explicó, tiene todo el proceso de trazabilidad en la parte ganadera, y está muy avanzado en el desarrollo de todo el tema de la trazabilidad de tierras, que es fundamental. Es la recuperación y la sostenibilidad de la tierra para que sea productiva en el futuro, manteniendo todos los equilibrios que tiene que tener y con todas las contradicciones que eso genera. Desde el punto de vista conceptual es una muy buena contribución del país. Pero desde el punto de vista estratégico, si Uruguay logra esto, significa que puede tener una capacidad de producción alimenticia extraordinariamente importante e insertarse en la gran avenida del crecimiento del 60 % al 2050, con una capacidad de crecimiento económico extraordinario. Ahora, hay que mirar hacia ahí, no hay que mirar a los próximos días.
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Transcripción: María Lila Ltaif