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"¡Oh, el Brasil!": Un residente de San Pablo sobre la situación política en ese país

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Nelson Almeida/AFP Photo

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Más de tres millones de personas salieron el domingo a las calles de las principales ciudades brasileñas para exigir la destitución de la presidenta Dilma Rousseff. Este tema fue tratado en La Mesa de Análisis Político del martes 15 de marzo y ese mismo día recibimos de un oyente que vive en San Pablo el siguiente mensaje con su visión sobre la crisis política que atraviesa el país.


¡Oh, el Brasil! Analizar la situación política brasileña resulta muy difícil o imposible si se utilizan los conceptos de "partido político" que se usan en Uruguay en particular y en el mundo occidental en general. En Brasil no hay partidos políticos que encajen en esos conceptos (excepto, con mucha buena voluntad, el PT y algunos pequeños partidos sin peso político).

Los "partidos políticos" que pesan son grupos creados con el fin de defender intereses económicos muy importantes, por medio de diputados y senadores y de altos cargos en el área jurídica de los Estados y, fundamentalmente, del Gobierno federal. En ellos jamás se consideran los programas partidarios (cuando los hay) y al votar se ignora lo que le conviene al país, solamente se contemplan intereses particulares.

El pueblo vota creyendo que los candidatos van a cumplir con las promesas que le hacen. Esto explica por qué reeligió a Lula, que –para asombro de la población–, cumplió muchas de sus promesas electorales. Y como volvió a cumplir en el segundo Gobierno, llevó a Dilma al sillón presidencial.

Este fue el mayor error de Lula. Como muchos líderes de nuestra "América Lapobre" (Peloduro dixit), Lula no pensó que le podía pasar algo que lo inhabilitara para otro mandato presidencial. Y colocó a alguien que creyó que haría lo que él mandara, pero que no tenía estatura para dirigir –con menos de medio timón– la nave brasileña.

Desde Uruguay es imposible imaginar la triste melange movida a egoísmo, consumismo, prepotencia y ostentación que es el Brasil visto por dentro. Esas características hacen que las personas normales no quieran ni siquiera estar en el mismo ambiente en que están los que así proceden, y por lo tanto el país no cuenta con su aporte de capacidad e integridad, con lo que el mal crece y crece. En fin…

Francisco Piedrahita, desde San Pablo
Vía correo electrónico


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Foto: Protestas en contra de la presidenta Dilma Rousseff y el oficialista PT en las calles de San Pablo, 13 de marzo de 2016. Crédito: Nelson Almeida/AFP Photo.

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