“Europa no debe ser dura, pero sí muy clara con el Reino Unido”. Así se refería el primer ministro italiano Matteo Renzi al camino de negociación que se abre tras el referéndum de la semana pasada, en el que los británicos se pronunciaron a favor de dejar la Unión Europea.
Análisis económico
Jueves 30.06.2016
EMILIANO COTELO (EC) —¿En qué términos se hará la separación? ¿Será el Reino Unido un país cualquiera para Europa? ¿O puede mantener un esquema de relacionamiento económico con ciertos privilegios? En el espacio de análisis económico de hoy les proponemos recorrer las alternativas que parecen estar sobre la mesa en diálogo con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
ROMINA ANDRIOLI (RA) —Tamara, el lunes conversábamos sobre la reacción de los mercados al voto de “Brexit” y decíamos que se espera que la separación acarree costos recesivos para el Reino Unido. Sin embargo, tú comentabas también que los impactos van a depender de cómo termine siendo el relacionamiento del Reino Unido con la Unión Europea. ¿Qué se sabe hasta ahora sobre los parámetros que van a guiar esa relación en materia económica?
TAMARA SCHANDY (TS) —Todavía no hay definiciones y es un tema esencial en las negociaciones que van a abrirse una vez que el Reino Unido dé el anuncio formal a Europa. Hasta ahora hubo una expresión popular de la voluntad de separarse, pero el proceso recién comenzará a encaminarse cuando el Reino Unido haga esa notificación según está previsto en las reglas del bloque.
A partir de allí comienza un período de negociación, en el que justamente empezarán a emerger con más claridad estos asuntos. ¿Se aplicarán aranceles en las exportaciones e importaciones de bienes? ¿O podrá conservarse un esquema de libre acceso? ¿Qué pasará con las exportaciones del Reino Unido hacia terceros mercados a los cuales las empresas británicas accedían por más de 50 acuerdos que hoy existen entre la Unión Europea y otros países? ¿Qué pasará con las ventas de servicios y en especial con los servicios financieros, que son clave para la economía británica? Las cosas pueden cambiar y mucho, pero también hay quienes sostienen que el Reino Unido puede lograr en este par de años generar una serie de acuerdos que permitan preservar un entorno de negocios no muy distinto al actual.
RA —¿Pero es posible que el Reino Unido termine consiguiendo un status similar al que tenía en lo que hace al comercio y las relaciones económicas estando fuera de la Unión Europea?
TS —Posible es, pero tiene un precio… El precio de aceptar ciertas condiciones y también de realizar aportes económicos al funcionamiento del bloque… Y ahí es donde comienza el debate que tendrá que procesarse en el Reino Unido. Para evitar cambios abruptos en el relacionamiento económico probablemente haya que ceder en temas que eran resistidos, temas que estuvieron en el seno de la campaña del “Brexit”.
Quizás con algunos ejemplos se entienda mejor. Veamos el caso de Noruega, que esencialmente tiene un régimen de libre comercio con la Unión Europea.
RA —¿Cómo funciona ese esquema? ¿Podría aplicar para el Reino Unido?
TS —Noruega, al igual que Lichtenstein e Islandia, forma parte de lo que se llama el Área Económica Europea (o EEA por sus siglas en inglés) conjuntamente con los países miembros de la Unión Europea (hasta ahora 28). Como decía, estos países tienen acceso al mercado de la Unión Europea sin barreras arancelarias, pero a cambio deben pagar una contribución para el presupuesto europeo y además deben aceptar varias de las reglas del bloque (y en particular la libre movilidad de personas). Los europeos son libres de vivir y trabajar en Noruega.
Aparecen entonces dos temas que son críticos. Uno, que si va por este esquema el Reino Unido no tendría un ahorro fiscal significativo. El tema de las contribuciones a la Unión Europea había sido uno de los pilares de la campaña del “Brexit”, con lo cual puede ser difícil de llevar un camino que signifique seguir aportando para un presupuesto ajeno. El otro es el tema de la libre movilidad de personas. Allí el argumento es similar, pero se suma además el hecho de que terminarían aceptando reglas europeas sin tener voz ni voto en los ámbitos en los que se hacen esas reglas.
RA —¿Qué otras alternativas pueden plantearse?
TS —Hay varios otros “modelos” de relacionamiento. Los impulsores de “Brexit” han dicho que no están 100 % alineados con ninguno y que el Reino Unido debería recorrer su propio camino de negociación, pero las referencias a estos otros esquemas existentes son inevitables. Además del caso noruego que recién mencionaba, hay otros dos esquemas o modelos que se mencionaron bastante en los estudios sobre cómo sería un escenario fuera de la Unión Europea y en la estimación de los costos que ello tendría para la economía. Uno es el modelo de Suiza y el otro el de Canadá.
RA —¿En qué se diferencian de ese modelo noruego al que te referías antes?
TS —Suiza no es miembro de la EEA pero sí de la Asociación Europea de libre comercio. El acceso a la Unión Europea está dado por una serie de acuerdos bilaterales y cubre muchas (aunque no todas) las áreas de comercio. Suiza hace una contribución económica al presupuesto europeo (aunque menor que la que hacen los miembros de la EEA) y también tiene que aplicar varias normas europeas, incluyendo la libre movilidad de personas.
En los términos que comentábamos recién, hay una “ventaja” respecto al modelo noruego en el sentido de que habría un mayor ahorro fiscal (aunque no total)… pero tiene la “desventaja” que el esquema es menos abierto en lo que hace a los servicios… Y esto es muy importante, por el rol de Londres como capital financiera y porque en términos más generales los servicios constituyen más de tres cuartas partes del PIB británico.
RA —¿Y el de Canadá?
TS —En realidad el acuerdo de libre comercio con Canadá todavía es un proyecto en negociación, pero aun así se suele mencionar como ejemplo de modelo posible. El acuerdo le daría a Canadá un acceso preferencial al mercado de la Unión Europea sin imponer todas las obligaciones que tienen Suiza o Noruega. Las empresas canadienses deben acreditar que la producción es 100 % hecha en Canadá, para evitar que productos de otras partes del mundo hagan by-pass de la protección arancelaria y entren desde Canadá. Eso es un poco engorroso… Pero el principal tema es que en este acuerdo los servicios igual están sólo cubiertos en forma parcial… Así que este es un formato que puede solucionar el tema del comercio de bienes, que libraría al Reino Unido de tener que aportar al presupuesto europeo, de tener que seguir las políticas inmigratorias del bloque, pero que no soluciona la intención que seguramente tiene el Reino Unido de preservar lo más posible el rol de Londres como principal centro financiero europeo.
RA —En definitiva, Tamara, la principal fuerza negociadora de Europa va a estar en el tema de los servicios, ¿verdad?
TS —Sí. En cuanto a comercio de bienes los intereses están más o menos alineados (el Reino Unido ya cumple con todos los estándares y regulaciones de la Unión Europea y es un mercado grande, por lo que los demás países les interesa mantener el acceso a él), pero en los servicios es distinto.
Y también hay otros temas sobre la mesa. Por ejemplo, las áreas más pobres del Reino Unido, como Irlanda del Norte y Gales, reciben financiamiento por montos significativos de programas de desarrollo de la Unión Europea. Se van a perder subsidios agrícolas (lo cual quizás es bueno para la economía en su conjunto, pero no para ese sector).
Otro ejemplo: el Reino Unido era hasta ahora el tercer receptor de fondos de investigación e innovación. Es muy difícil que el gobierno británico solo pueda reemplazar todo ese financiamiento europeo.
RA —Van a ser dos años de negociaciones duras y por lo que decís el Reino Unido puede, irónicamente, terminar no “saliendo” de muchos de los temas que motivaron el voto del “Brexit”.
TS —Es así. Los que hacían campaña por el “Remain” antes del referéndum insistían en temas como los que mencionaba recién para ilustrar que Reino Unido tiene flancos débiles en la mesa de negociación, sobre los que se pueden afianzar los europeos para intentar que los británicos terminen haciendo concesiones en lo que hace a presupuesto, o en lo que hace a temas delicados como el movimiento de personas.
Es en este marco que se deben entender frases como la que citaba Emiliano al principio, de que “Europa no debe ser dura pero sí clara con el Reino Unido”: no va a haber acceso sin concesiones… Y la verdad es que mirándolo desde un punto de vista estratégico, no debe sorprender que Europa busque presionar, porque en definitiva esta salida sienta un precedente… Y dado el actual contexto político en Europa, probablemente los líderes europeos no quieran tener un ejemplo de un país que sale del bloque, se ahorra los aportes fiscales, gana autonomía en temas sensibles como la inmigración e igual logra preservar “todo lo bueno” de la integración económica.
Con esto no quiero decir que estén decididos a hacer una separación “ejemplarizante” o innecesariamente dura, pero sí que no tienen incentivos políticos a ser muy benévolos con el Reino Unido.
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Foto en Home: Dos personas despliegan banderas del Reino Unido y la Unión Europea en Neufchâtel-Hardelot, 24 de june, 2016. Crédito: AFP Photo/Philippe Huguen.