El déficit fiscal bajó en octubre a 2,9% del PIB. Sin embargo, la mejora vino dada esencialmente por los fondos que salieron del sistema de AFAPs y volvieron a la órbita del sector público por el cambio de régimen de algunos “cincuentones”.
Emiliano Cotelo (EC): ¿Cómo se computa formalmente ese movimiento en los números fiscales? ¿Qué muestran las últimas cifras si se excluye ese ingreso extraordinario de fondos? Les proponemos conversarlo con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
Romina Andrioli (RA): Tamara, empecemos por ubicar a los oyentes en el tema de los “cincuentones” y por qué el cambio de régimen de seguridad social de estas personas tiene un impacto tan fuerte en las cuentas públicas.
Tamara Schandy (TS): Supongo que muchos oyentes recordarán que el término “cincuentones” refiere a un conjunto de personas que eran menores de 40 años cuando en 1996 comenzó a regir el sistema mixto de seguridad social y se vieron obligados a afiliarse a una AFAP. Algunas de esas personas, que hoy tienen “cincuenta y tantos” años y están próximos a jubilarse, encuentran que las jubilaciones que obtendrán bajo el régimen actual son inferiores que las que hubiesen tenido permaneciendo en el régimen anterior.
En su momento se debatió mucho si estas personas tenían derecho o no a “volver” al BPS. A fines del año pasado finalmente se aprobó una ley que estableció algunos criterios para habilitar el cambio… y ahora lo que estamos viendo es la materialización de esa posibilidad. Según datos del BPS, ya hay más de 14.000 “cincuentones” que optaron por desafiliarse de las AFAPs, lo que implica que los saldos que tenían acumulados hasta ahora en sus cuentas de ahorro individual en las AFAPs “vuelven” con ellos a la órbita del sector público… Formalmente, ese capital pasa a ser propiedad del BPS, aunque será administrado por un fideicomiso. Hasta ahora, ese fideicomiso ha recibido algo más de US$ 600 millones y es lo que ha generado que en octubre se viera una mejora fuerte del déficit fiscal, porque estos fondos se computan como ingresos del sector público.
RA: – Tamara, el impacto fue grande: el déficit fiscal bajó a 2,9% del PIB, cuando venía prácticamente en 4% del PIB en las mediciones anteriores. ¿Está bien que baje el déficit por un elemento tan puntual y que al mismo tiempo también implica que el sector público está asumiendo nuevas obligaciones? Te lo pregunto porque esos fondos vienen a cuenta de las pasividades que el BPS le pagará a esos cincuentones en el futuro.
TS: – Absolutamente, Romina. Vayamos por partes. Antes de publicar las cifras de octubre el MEF sacó un comunicado explicando los criterios con los que computaría esto en las cuentas públicas. Son criterios en línea con las prácticas habituales a nivel internacional… El impacto está bien computado.
Ahora, eso no quita lo que tú señalabas, que es absolutamente cierto. Lo que sucede y que no podemos olvidar es que la contabilidad fiscal se lleva en “base caja”. Por lo tanto, computa los ingresos que efectivamente está recibiendo el sector público por esta operación, pero no las pasividades que pagará en el futuro.
RA: – ¿Y entonces? ¿Cómo hay que leer las cifras fiscales?
TS: – Lo bueno es que el MEF optó por anotar en un renglón separado esos ingresos.
A nuestro juicio es inequívoco que a la hora de juzgar la evolución de las cuentas públicas se debe depurar el efecto positivo que tiene ahora el ingreso de fondos. La razón sustantiva es que la posición fiscal del sector público no está mejorando sino todo lo contrario… porque es de presumir que el pasivo que implícitamente está asumiendo el gobierno es mayor que el activo que recibe, porque de lo contrario las personas no se hubiesen cambiado de régimen. En otras palabras: los cincuentones vuelven al BPS porque tienen una expectativa de recibir una jubilación más alta que la que recibirían bajo el régimen mixto en función de su ahorro acumulado en las AFAPs hasta el momento.
RA: – O sea que el mejor diagnóstico de la situación fiscal sigue siendo que tenemos un déficit en torno de 4% del PIB.
TS: – Sí. La verdad es que excluyendo el efecto de los “cincuentones” no ha habido en los últimos meses mayores novedades… Estamos lejos de las metas que se habían planteado en la Rendición de Cuentas para el cierre de este año y el que viene.
RA: – ¿Podemos repasar cuáles eran esas metas?
TS: – Para el cierre de este año se preveía un déficit global de 3,3% del PIB, con un resultado primario equilibrado. La situación en el año móvil a octubre (corrigiendo el efecto “cincuentones”), es que tenemos un déficit global de 3,9% del PIB y un resultado primario deficitario en 0,4% del PIB. Y eso cuando además estamos computando otro efecto “por única vez”, que es el que el gobierno evaluó que había espacio para reducir el Fondo de Estabilización Energética y por eso hay otras tres décimas del PIB que se computaron como ingresos públicos. No viene al caso discutir si esa decisión es acertada o no, sino que lo menciono porque es algo que no va a repetirse en el futuro. Sin ese movimiento, de hecho estaríamos con un déficit de 4,2% del PIB y un resultado primario deficitario en 0,7% del PIB.
RA: – ¿Dónde están los desvíos respecto a lo que se había previsto en la Rendición de Cuentas?
TS: – Tuvimos un pago de intereses algo mayor al previsto, pero esencialmente tuvimos también un desvío importante a nivel primario. La recaudación de la DGI y del BPS (excluyendo el tema de los “cincuentones”) ha venido por debajo de lo previsto, porque la economía, el mercado de trabajo y los salarios se comportaron peor a lo que se suponía en el escenario macro que se usó al momento de la Rendición de Cuentas.
Del lado del gasto, además, tuvimos algunas partidas con crecimientos relativamente importantes. Los gastos de funcionamiento subieron 4% real interanual en enero-octubre y las inversiones (tomando el consolidado del gobierno y las empresas públicas) subieron 13% en términos reales.
Y por último también hay un desvío en el resultado corriente de las empresas públicas. Hay varios elementos que pueden jugar allí, pero esencialmente tuvimos en buena parte del año un petróleo relativamente caro y ANCAP sin subir los combustibles. Ahora el petróleo bajó y esa presión se alivió, pero hasta octubre seguramente fue un elemento que contribuye a explicar la diferencia.
RA: – ¿Y cómo ven el panorama para 2019, Tamara?
TS: – Hemos comentado otras veces en el programa que a nuestro juicio el gobierno no va a lograr cumplir las metas de la Rendición de Cuentas para 2019, que eran de un déficit global de 2,8% del PIB y un superávit primario de 0,6% del PIB.
La brecha con los últimos datos a octubre (corregidos por el tema de los cincuentones y por el ingreso por única vez del Fondo de Estabilización Energética) es muy grande, de 1,4% del PIB a nivel global y de 1,3% del PIB a nivel primario.
Y a esto se suma que 2019 es año electoral. La experiencia histórica muestra que en Uruguay el resultado fiscal no mejora sino que tiende a empeorar el último año de gobierno frente al promedio de los últimos cuatro años previos. En el 89 el deterioro fue de 0,7% del PIB, en el 94 de 1,3% del PIB, en el 99 de 2,1% del PIB… El 2004 fue una excepción porque tuvimos un ajuste fuerte con la crisis y el déficit resultó 1,4% del PIB mejor que en el promedio 2000-2003, pero luego volvimos al mismo patrón. En 2009 el déficit fue 0,9% del PIB mayor que en 2005-2008 y en 2014 fue 1,7% del PIB peor que en 2010-2013.
RA: – Visto así parece realmente difícil escapar a esa regla…
TS: – La verdad que sí… Es que alcanzar la meta de déficit de 2,4% del PIB que el gobierno se planteó para 2019 implicaría que el resultado del último año de este gobierno sea casi un punto superior al promedio de los cuatro años previos. En función de lo que decía recién, eso no ocurrió nunca desde la vuelta a la democracia, salvo en el 2004 (cuando veníamos de un tremendo ajuste fiscal, con aumento de impuestos y mucha licuación del gasto público luego de la devaluación).
Además, tampoco en las declaraciones recientes del equipo económico se avizora mayor vocación de introducir cambios el año que viene. Más bien todo parece indicar que el ajuste de las cuentas públicas quedará para la próxima administración. Y bajo esa premisa, nuestra visión es que en 2019 el déficit no mejorará respecto a los niveles actuales y que incluso podría tender a aumentar, ya sea por un incremento del gasto que suele ser típico de los años electorales o porque la economía y por tanto la recaudación tienen un peor desempeño (recordemos que la Rendición de Cuentas preveía para 2019 un crecimiento de 3,3%, bastante lejos de lo que es el ritmo actual de crecimiento del PIB y de lo que nosotros en Deloitte prevemos para el año que viene).