Hace poco menos de un año asumía la presidencia de Argentina Mauricio Macri, tras 12 años de administración kichnerista. Ese cambio de gobierno, con una impronta más “pro mercado” motivó expectativas de un escenario económico distinto en el vecino país.
Emiliano Cotelo (EC): En los últimos días en Argentina se viene discutiendo mucho a propósito de la situación económica: un titular de La Nación el domingo por ejemplo decía: “El año se va y la economía no arranca. Para los empresarios ya es un desvelo; para otros, el preludio de un 2017 que retomará el crecimiento”. Ámbito Financiero planteaba ayer: "Siete de cada diez personas están preocupadas por la economía"
Recordemos que, en sus primeros meses, el Gobierno de Macri realizó un ajuste fuerte del valor del dólar, redujo significativamente los controles en el mercado cambiario, concretó un acuerdo con los “holdouts” y adoptó distintas medidas en dirección a liberalizar el comercio exterior. Con estos cambios incorporados ya hace un tiempo, en nuestro espacio económico les proponemos dar una mirada a la economía argentina. ¿Cuál es el panorama económico hoy, al completar casi un año de administración Macri? ¿Cuáles son las perspectivas para los próximos meses?
Para tratar estos temas, a continuación conversamos con el economista Leonardo Mangado, de la consultora Deloitte.
Romina Andrioli (RA) Leonardo, si te parece bien, comencemos repasando el desempeño económico reciente. ¿Qué vienen mostrando los últimos indicadores?
Leonardo Mangado (LM): Lo que los indicadores muestran de manera consistente es un escenario todavía recesivo en la economía argentina. Por ejemplo, hace algunas semanas el Indec divulgó su Estimador Mensual de Actividad Económica, que es cierto que arrojó un muy leve crecimiento en agosto en relación al mes anterior, pero si tomamos los primeros ocho meses del año, se observó una caída interanual bien significativa, de más de 2 %.
Además de este índice, también tenemos algunos indicadores parciales que son también consistentes con una economía en recesión. Si vemos el consumo, las ventas minoristas acumularon su décima caída mensual consecutiva, con un descenso verdaderamente llamativo, de 8 % interanual en octubre. Además, la contracción de las ventas minoristas fue generalizada… es decir, sin excepciones, cayeron las ventas de los 22 rubros que se consideraron en este indicador.
También tuvimos recientemente un dato oficial de industria, que continuó mostrando caídas muy importantes y bien extendidas entre las distintas ramas. La caída de setiembre fue la novena consecutiva, de más de 7 % interanual y solo con la industria química escapando a una contracción de la producción.
RA – O sea que las expectativas que tenía el Gobierno de una recuperación en la segunda mitad del año no se han concretado. ¿Por qué piensan que fue esto?
LM – Hay muchos factores. Por un lado, la economía argentina antes de que asumiera Macri se había quedado muy cara en dólares y, como decía Emiliano recién, una de las primeras medidas que adoptó el equipo económico fue devaluar el peso, liberalizando al mismo tiempo el funcionamiento del mercado cambiario. Con esa medida, el tipo de cambio dio un “salto”, desde $ 9,8 a casi $ 14 por dólar a comienzos de 2016. Sin embargo, desde entonces los aumentos del dólar han sido moderados y actualmente estamos con un dólar de $ 15,7.
Sin embargo, la inflación sigue siendo muy alta. El último dato marca una inflación anual de 44 % en octubre. Es cierto que parte de esta suba de precios recoge el ajuste de las tarifas de servicios públicos, que estaban muy atrasadas en relación al resto de los precios de la economía. Pero, en cualquier caso y por el motivo que sea, un incremento de esa magnitud de los precios “diluye” rápidamente las ganancias de competitividad. Con lo cual, hoy, la economía argentina se está quedando nuevamente cara en dólares.
RA – Me imagino también que una suba tan importante de los precios impacta en el poder adquisitivo de los consumidores, ¿no?
LM – Claro. No tenemos datos muy actualizados, pero los salarios estaban subiendo en torno de 30 % o 35 % nominal interanual en junio. Ese número está muy por debajo de la inflación, que como te decía recién está por arriba de 40 %. Eso significa que el poder de compra de los salarios ha caído considerablemente… Con este panorama, no es nada raro que el consumo esté cayendo como lo comentábamos al inicio, ni que las expectativas de consumidores se hayan deteriorado sustancialmente en lo que va del año.
Al mismo tiempo, la inversión privada, que con políticas más “amigables” con los mercados, uno a priori se podría imaginar impulsando a la economía en este año, la verdad es que no ha concretado una recuperación. O sea que, en definitiva, lo que está pasando es que, en este año, ni el sector externo, ni el consumo ni las inversiones están dando sostén a la economía, y en ese contexto es muy difícil que la economía crezca.
RA – Queda claro, Leonardo. Pero entonces, ¿cuáles son las perspectivas para 2017?
LM – Más allá del escenario recesivo que venimos viendo hasta ahora, la mayor parte de los analistas prevé una recuperación fuerte de la economía argentina en 2017. Esta expectativa está instalada ya hace varios meses y, pese a los indicadores negativos que hemos comentado, no ha tenido un ajuste relevante. En concreto, según la mediana de la encuesta de expectativas realizada por el Banco Central, que releva la opinión de unos 40 o 50 analistas, el año que viene el PIB se expandiría más de 3 %. Esa proyección es la misma que está desde junio. Hay que resaltar que estamos hablando de un crecimiento muy fuerte… más teniendo en cuenta que probablemente en 2016 la economía se contraiga en torno de 2 %.
RA – ¿En qué se sustentaría una recuperación tan significativa de la economía?
LM – A nuestro juicio quizás las proyecciones de 2017 de la encuesta son algo optimistas y probablemente veamos un crecimiento algo inferior. De todos modos, hay varios de los factores negativos que estábamos comentando que probablemente se reviertan el año que viene y que estén impulsando a la economía. En primer lugar, los agentes económicos están bastante convencidos de que la inflación va a bajar muy fuertemente en 2017, hasta aproximadamente 20 % al cierre del año. Asimismo, las negociaciones salariales para el año que viene están cerrando con ajustes superiores a 30 %. De esta manera, contrariamente a lo que esté ocurriendo ahora, la expectativa es que el salario de los trabajadores crezca significativamente por encima de los precios, y eso naturalmente repercutiría positivamente sobre el consumo.
Por otra parte, las proyecciones de los analistas presumiblemente asumen que se va a concretar un repunte de la inversión privada. Y, por último, otro elemento que hay que tener en cuenta es que el año que viene hay elecciones en las que se renueva parte de los miembros del Poder Legislativo. Normalmente en Argentina los años electorales están asociados a un mayor gasto público, por lo que también este componente de la demanda probablemente muestre más dinamismo en 2017.
RA – En muchas oportunidades que en este espacio hablamos de Argentina, el tema de las cuentas públicas aparecía como uno de las principales vulnerabilidades económicas. Teniendo en cuenta esto, ¿puede darse un nuevo impulso del gasto público?
LM – Las medidas en el frente fiscal no han sido demasiado decididas y por lo tanto el frente fiscal sigue suponiendo riesgos. En ese sentido, hubo un ajuste de tarifas fue en dirección de moderar déficit, pero otras disposiciones, como las partidas destinadas a resarcir a los jubilados de hecho implicaron más gasto… Actualmente, el déficit fiscal sigue siendo muy alto y está en torno de 5 % del PIB (eso sin descontar el financiamiento del Banco Central y de las Anses). Es cierto que Argentina ahora tiene un acceso algo más fluido al financiamiento, pero las condiciones externas pueden modificarse de manera más o menos abrupta.
Por lo tanto, la apuesta de las autoridades puede ser en todo caso a dar un impulso por “única vez” al gasto público para reactivar a la economía, con la expectativa de dar inicio a un ciclo de crecimiento que reinstale la confianza, pero más allá de eso no vemos espacio para un incremento sostenido del gasto público. Además, esta estrategia no está exenta de riesgos, y si finalmente la actividad económica no retoma una senda de crecimiento, eventualmente pueden aparecer problemas de sostenibilidad del lado del sector público. Igualmente, pensando exclusivamente en el año próximo, estos riesgos parecen ser hoy poco significativos.
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