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¿A qué se debe el desplome de la moneda en Turquía?

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Como ustedes saben, los mercados financieros internacionales han estado bastante movidos en lo que va de 2018. Con mucha frecuencia miramos lo que está pasando con nuestros vecinos, pero lo cierto es que ni Argentina ni Brasil son los únicos países emergentes que están enfrentando dificultades.

Emiliano Cotelo (EC): De hecho, en estos últimos días los analistas internacionales están poniendo la mira en Turquía, donde la moneda se desplomó hasta mínimos históricos y en donde viene intensificándose la incertidumbre política de cara a las elecciones anticipadas que convocó el presidente Recep Tayyip Erdogan.

Por eso, nos pareció interesante dedicar nuestro espacio económico de hoy a recorrer este tema, con un ojo puesto en Turquía pero con el otro puesto en las repercusiones sobre las otras economías emergentes. Lo conversamos con la economista Alicia Corcoll, de la consultora Deloitte.

Romina Andrioli (RA) – Alicia, es claro que desde Uruguay no sabemos mucho sobre la economía turca… ¿Te parece que comencemos repasando cuáles son los números claves de ese país?

Alicia Corcoll (AC) – Sí. Se trata de un país con unos 80 millones de habitantes y un PBI que, medido en dólares, supera los US$ 860 mil millones… eso deja a Turquía dentro de las principales veinte economías del mundo. En términos per cápita –y calculándolo en dólares corregidos por paridad de poderes de compra para asegurar la comparabilidad a nivel internacional- su PBI ronda los US$ 27.000, un nivel bastante alto y relativamente similar al de otras economías emergentes como Rusia o Malasia y algo superior que el que tienen Chile o Uruguay, por ejemplo. Es un país de ingresos altos dentro de las economías emergentes.

Cuando miramos su ritmo de crecimiento económico, lo cierto es que Turquía tuvo un desempeño relativamente destacado en los últimos quince años, promediando en ese período un crecimiento del orden del 5% anual y creciendo incluso a una tasa de 7% en 2017. Se trata, entonces, de un dinamismo muy significativo y que –en los años más recientes- fue superior al que mostraron las economías emergentes en su conjunto. De hecho, de acuerdo a las estimaciones del FMI, el año pasado los emergentes crecieron a un ritmo de 4,8%.

RA – ¿Y qué es lo que está sucediendo actualmente con la plaza financiera turca?

AC – Bueno, como comentaba Emiliano al inicio, el valor del dólar en Turquía tuvo un aumento realmente muy fuerte en estas últimas semanas. El dólar allí pasó de cotizar en torno a 4,05 liras a principios de mayo hasta alcanzar a 4,70 liras el viernes pasado… Y aunque en esta semana la moneda turca recuperó algo de valor y el tipo de cambio cedió hasta 4,50 liras por dólar (después de que el Banco Central aumentara las tasas de interés hasta 16% anual), la suba del dólar acumulada igual es de 12% durante mayo y de 20% en lo que va del año.

Si bien estas subas se dieron en un contexto de fortalecimiento generalizado del dólar a nivel mundial, el aumento del dólar en Turquía fue bastante más intenso que el que se vio en otros países emergentes.

RA – ¿Cuáles son los factores detrás de este desplome tan fuerte de la moneda en Turquía? ¿Cómo se entiende eso en un contexto de crecimiento económico tan fuerte?

AC – Al margen de la fortaleza del dólar en el mundo, los “fundamentos” macroeconómicos de la economía turca se han ido deteriorado en forma bastante marcada recientemente y eso no sólo pone en duda la sostenibilidad de ese crecimiento tan intenso que venía mostrando el país hasta el año pasado, sino que también pone presiones al alza sobre el tipo de cambio.

La inflación en Turquía ha venido subiendo sostenidamente desde 2010 a esta parte, alcanzando a 11% anual en la última medición.

Además, Turquía tiene un desequilibrio muy grande a nivel de las cuentas externas, con un déficit de cuenta corriente que fue de 5,6% del PBI el año pasado (y que se prevé cierre 2018 en torno a 6,5% del PBI). A ello se suma, además, que los flujos de inversión extranjera directa que recibe Turquía están bastante resentidos y no alcanzan a cubrir –ni por lejos- la magnitud del desequilibrio que tiene la cuenta corriente… Para este año, de hecho, se espera que la IED sea de sólo un 1,5% del PBI.

Y por otro lado, Turquía enfrenta una situación fiscal sensiblemente más frágil que la que tenía algunos años atrás. El déficit del Gobierno Central cerró 2017 en 1,5% del PBI, pero las proyecciones ya apuntan a un déficit cercano a 3% del PBI para este año.

Con este panorama, Turquía es uno de los países que queda más expuesto al proceso de suba de tasas de interés en Estados Unidos.

RA – Está claro, Alicia, pero ¿en qué medida los acontecimientos políticos también están detrás estos episodios de turbulencias en el mercado turco? Te lo pregunto porque, como es sabido, el presidente Erdogan ha ido tomando un giro notoriamente autoritario… ¿Cómo están evaluando los analistas internacionales esta mayor tensión en el plano político?

AC – Es verdad. Más allá de estos problemas macroeconómicos que veníamos repasando, la escalada de las tensiones políticas operó como un elemento disparador en esta suba del tipo de cambio.

Erdogan ha sido un líder político clave para Turquía desde hace muchos años. Ocupó el cargo de Primer Ministro entre 2003 y 2014, un período que, como decíamos antes, fue de crecimiento económico fuerte… Aunque Turquía es un país de amplia mayoría islámica, la constitución actual no reconoce como estatal ni promueve ninguna religión y, tradicionalmente, el Estado se mantuvo bastante al margen de asuntos de corte religiosos. Sin embargo, desde que asumió la presidencia en 2014 Erdogan se fue alejando de esa tradición secular y ha ido adoptando una estrategia de polarización política y religiosa.

Inclusive, después del confuso intento de golpe de estado que hubo en 2016, el presidente dispuso la encarcelación de muchísimos funcionarios y dirigentes políticos… Y promovió el año pasado un referéndum constitucional para cambiar la forma de gobierno y migrar hacia un esquema presidencialista. Justamente por eso, convocó a elecciones anticipadas para junio (que originalmente se iban a realizar a fines de 2019), para que así ya queden ampliados desde ahora sus poderes ejecutivos.

Estos acontecimientos ya venían afectando el clima de expectativas en Turquía, pero las declaraciones recientes de Erdogan en las cuales fue remarcando su intención de tener mayor injerencia en la conducción de la política monetaria terminaron siendo un factor clave en la suba del dólar que vimos en las últimas semanas.

RA – Para ir terminando, Alicia, ¿qué tan relevante puede ser lo que está ocurriendo en Turquía para el resto de las economías emergentes? ¿Se espera que haya, por ejemplo, algún efecto “contagio”?

AC – Bueno. Como ya fuimos repasando, dentro de las economías emergentes el caso de Turquía es una combinación de problemas macroeconómicos (inflación elevada, deterioro fiscal y fuerte déficit de cuenta corriente), que se suman a un fuerte deterioro en el contexto político… Porque ese giro de tono más autoritario que viene promoviendo Erdogan fue sembrando una mayor incertidumbre en los mercados y fue causando también una pérdida de credibilidad en la calidad de las instituciones.

Turquía entonces aparece como un país particularmente frágil… De hecho, el riesgo país que se le asignaba a Turquía ya era alto a fines del año pasado (cuando los mercados financieros todavía estaban en una fase de euforia respecto a los emergentes), ubicándose en el entorno de los 360 pbs, pero en lo que va de este año estuvo subiendo en forma más intensa que en otros emergentes… y alcanzaba la semana pasada los 400 pbs. Para tener una referencia, por ejemplo, el riesgo país de Brasil –que es otro emergente que enfrenta serias dificultades- hoy ronda los 270 pbs.

De todos modos y más allá de las debilidades propias de Turquía, la historia muestra que siempre hay elementos de contagio desde algunos países emergentes hacia otros, que terminan traduciéndose en frenos abruptos en el financiamiento externo para esas otras economías… Desde ese punto de vista y volviendo a tu pregunta, por eso nos debe importar sí lo que termine sucediendo en Turquía.

RA – ¿A que te referís concretamente, Alicia?

AC – A que estos contagios ya se han visto en el pasado… Luego de la crisis asiática del 97, por ejemplo, hubo impactos negativos muy importantes en varias economías emergentes: sobre Rusia en el 98, sobre Brasil en el 99 y también sobre Turquía… que atravesó una severa crisis en los años 2000-2001.

Por supuesto, no debemos esperar una situación tan dramática como la que hubo en ese momento, ni mucho menos… Porque hay varias diferencias frente al contexto que había a fines de los ’90. Para nombrar solamente algunas, las economías emergentes en general cuentan hoy con stocks de reservas bastante mayores que el que los que tenían en aquel entonces y también con un mejor perfil de endeudamiento.

Pero traigo aquel episodio a colación como forma de ilustrar que cuando los países emergentes tienen varios frentes de vulnerabilidad, quedan expuestos sí a factores de contagio. Por eso, es importante seguir atentos a cómo siguen evolucionando los acontecimientos en ese país.

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