En Dresde, Alemania, unas 20.000 personas participaron el lunes de una manifestación que pedía expulsar de ese país a los inmigrantes que han estado llegando en los últimos meses desde Medio Oriente.
La marcha fue organizada por el grupo ultraderechista islamófobo Pegida (sigla que en alemán significa "Patriotas Europeos Contra la Islamización de Occidente").
Esta no es la única señal que se ha visto en los últimos días sobre el cambio que parece comenzar a producirse en la sociedad alemana respecto a la llegada de inmigrantes.
Según la agencia AFP, los círculos económicos consideraron inicialmente que el fuerte aflujo humano constituía una verdadera oportunidad para una sociedad en vías de envejecimiento y para un mercado laboral falto de mano de obra cualificada.
Una actitud que fue acompañada por la calurosa bienvenida brindada por los alemanes a quienes huían con lo puesto de la guerra en Siria e Irak o de otros conflictos en Medio Oriente y África. Pero el entusiasmo inicial se fue enfriando, tanto en los ámbitos empresariales como entre los alemanes de a pie.
El presidente de la federación del sector de la construcción, Michael Knipper dijo el martes que no entiende “la euforia carente de todo matiz que impera en amplios ramos de la industria alemana y de las federaciones económicas sobre el arribo de refugiados". "Es ilusorio creer que se podrá encontrar rápidamente trabajo" para los centenares de miles de personas que llegan a Alemania, agregó.
El empresario también fustiga el optimismo del ministro de Economía Sigmar Gabriel y de muchos economistas que desde hace varias semanas sostienen que el aluvión de migrantes tendrá el efecto de "un pequeño programa de reactivación" sobre la economía de Alemania.
Este fue uno de los temas tratados en La Mesa con Teresa Herrera, Juan Gabito, Daniel Supervielle y Gabriel Mazzarovich.
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