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A tiempo y sin miedo

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Por Fernando Butazzoni ///

La polémica surgida a partir del acuerdo entre el Plan Ceibal y Google merece toda la atención por parte de la ciudadanía, ya que las decisiones que se tomen en ese asunto van a afectar de manera silenciosa pero significativa al conjunto de la población uruguaya, la actual y la futura.

Dos elementos confluyen en la problemática planteada: uno conceptual y otro operativo. Respecto al primero, debe decirse que el gran motor del desarrollo informático ha sido la habilidad de unos para detectar necesidades colectivas y plantear las maneras de satisfacerlas.

Desde el principio fue evidente que las ceibalitas necesitaban aplicaciones educativas variadas y eficaces. En eso trabajaron cientos de técnicos desde que el plan se implementó hace ocho años. La inclusión progresiva de cientos de miles de niños y de sus familias en la sociedad de la información exige cada día nuevas respuestas de forma ágil y eficiente, dos palabras que no aparecen en el léxico de quienes miran con ojeriza el referido acuerdo.

Dos son las objeciones en contra del acuerdo Ceibal-Google. Una está relacionada con la creación de conocimiento, la que debería reunir a juicio de los objetores dos requisitos: ser de factura nacional y pertenecer al ámbito público. La otra objeción es la seguridad de los datos que se manejan en Internet y los peligros que eso conlleva. Ambas plantean problemas que, en el universo Ceibal, ya son obsoletos.

El desarrollo tecnológico nacional está ligado al conocimiento producido en diversos lugares del mundo: Guadalajara, Bogotá, Las Palmas, Cracovia. También en Montevideo: Ceibal es un ejemplo. Apoyarse en la interrelación con esas palancas es indispensable. Internet es una herramienta extraordinaria, aunque insuficiente. Las fronteras en ese rubro no existen. Pensar en un desarrollo autárquico de software parece una estrategia poco razonable.

En cuanto a la seguridad, hablemos claro: a estas alturas la privacidad en la web es una ilusión. La vulnerabilidad es mayúscula. La propia Internet ha devenido en una gigantesca plataforma para recolectar información, casi siempre de forma no consentida, de personas, organismos, empresas y gobiernos. Proteger a los niños uruguayos de Google no resuelve el problema, porque el problema no es Google sino el mal uso de Internet.

El Plan Ceibal, que es el más formidable proyecto de inclusión social construido por el Uruguay en el último medio siglo, se hizo a tiempo y sin miedo. Su sostenimiento a lo largo de los años es clave para que alcance los grandes objetivos planteados. La academia ocupa su lugar en ese proyecto. Pero debe adecuarse a los tiempos del mismo, sin pretender que los procesos se detengan a la espera de que ciertos miedos desaparezcan.

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