Por Gabriel Díaz ///
La obligatoriedad del uso del velo o el hiyab impuesto a las mujeres iraníes es un asunto que está presente en las conversaciones informales, en los pueblos y ciudades del país, pero también en programas especiales de la televisión local. Por ejemplo, PressTV, canal en inglés financiado por el Gobierno, lanzó hace no mucho tiempo la campaña I love the hiyab ("Amo el hiyab"), promoviendo las “bondades” de su uso. Esto podría entenderse como una respuesta a otra campaña que en sentido contrario circula en Internet desde el año pasado, titulada My Stealthy Freedom ("Mi libertad sigilosa"). En ella pueden verse fotos de mujeres iraníes sin velo y leerse miles de comentarios que reclaman el derecho a decidir si llevarlo o no. Son cientos de miles.
“A nadie le gusta comer un plato que no le gusta. Con esto pasa igual”, me dijo Saphura, una chica de 28 años en referencia al velo que cubría su pelo y cuello. Por su parte, los gobernantes religiosos y sus partidarios abren el paraguas y defienden su vigencia porque así está escrito en el Corán, libro sagrado del Islam. “Las mujeres somos las personas más instruidas de este país y por eso seremos las protagonistas de la próxima revolución. Queremos poder decidir”, me dijo otra joven. Es cierto: el 62 % de la población universitaria está compuesta por mujeres. Pero solo 9 de los 290 legisladores son mujeres. La mujer no puede ser presidenta del Gobierno ni tampoco ejercer altos cargos judiciales. “Esto es como una botella de gaseosa que en cualquier momento puede explotar”, me comentó otro estudiante.
De hecho, la mujer no puede viajar sin el permiso del marido y en caso de conflicto judicial el valor de su testimonio vale la mitad que la palabra del hombre. En materia hereditaria la mujer también se encuentra en desventaja con respecto al varón y el jefe de familia siempre es el hombre. Estos ejemplos de sexismo que figuran en la letra de la ley son regulados en la vida diaria por la propia familia. Suele decirse que cuanto más conservadora o religiosa es una familia, más estrictas son las reglas de convivencia, pero esto no siempre es así. Tras visitar uno, dos, tres hogares iraníes, se puede comprobar el protagonismo de la mujer en la casa y fuera, en las calles, cómo muchas desafían la norma, dejando su pelo casi al descubierto. El deslizamiento del velo y sus colores vivos son un claro gesto de protesta.
Si nos remontamos al siglo pasado, encontraremos que el uso del hiyab o velo no siempre fue la norma. En 1936, bajo el mando del rey persa Reza Pahlavi, se prohibió el uso de todo símbolo religioso en los espacios públicos. En ese entonces, quienes llevaban el velo fueron brutalmente perseguidas. Pahlavi, admirador y amigo de Adolf Hitler, fue alejado del poder en la Segunda Guerra Mundial. Le siguió su hijo, Mohamad Reza Pahlavi, quien permitió que las mujeres decidieran usarlo o no.
Pero Pahlavi fue un megalómano apoyado por EEUU y Gran Bretaña, países que en 1952 orquestaron un golpe de estado que derrocó al primer ministro iraní Mohamad Musadeq, impulsor de la nacionalización del petróleo controlado por los ingleses. Décadas más tarde, Pahlavi sería depuesto por la Revolución Islámica de 1979, que impuso las actuales normas, como el uso obligatorio del velo en lugares públicos.
La historia de Irán está cargada de vaivenes políticos, muy marcada por la “conquista” o “invasión” árabe del año 631, que supuso el desembarco del Islam como religión oficial. Pero la fuerza del Islam no ha borrado los 2.500 años de civilización persa como los cristianos católicos no consiguieron eliminar siglos de cultura precolombina. En esa dirección, por el siglo X, el escritor Ferdosi rescató la lengua persa en su monumental Libro de los Reyes, escrito a lo largo de 30 años. Con esa obra no solo evitó que la lengua local se perdiera sino que inmortalizó a mujeres llenas de iniciativa, aguerridas y desafiantes, también sensuales y amorosas. De sumisas, nada. El Libro de los Reyes es citado con pasión por los jóvenes iraníes y es inevitable tropezar con sus versos libertarios en el living de cualquier casa, en cualquier barrio. Sin duda sus páginas contienen muchas de las respuestas que hoy podemos formularnos sobre Irán, sobre su futuro, y en particular sobre el papel de las mujeres en la sociedad.
Esta crónica fue escrita íntegramente fuera de Irán debido al compromiso asumido por su autor de no realizar ninguna actividad periodística en territorio iraní.
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Corresponsal itinerante es el blog de Gabriel Díaz en EnPerspectiva.net.
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