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Disputatio periodística
El niño de la playa

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Por Darío Klein ///

Seguramente usted ya la vio en varios lados. Un niño de unos dos años, boca abajo, en la orilla. En la playa. Camiseta roja recogida, pantalones azules, medias oscuras. Al lado suyo, un rescatista turco.

Algunos calificaron esa foto como pornografía social. Otros como una imagen icónica, histórica, que marcará un antes y un después en la guerra de Siria y la crisis de refugiados que vive Europa. Casi sin término medio. Algunos medios decidieron publicarla. Otros no.

Lo cierto es que esa imagen de la fotógrafa turca Nilufer Demir, de la agencia Dogan, ya es parte de la historia, de la memoria colectiva mundial. Y parte de los futuros cursos de periodismo.

Entrevistada después, Demir dijo: “tenía que tomar esa foto y no lo dudé (…) Lo único que podía hacer era que el mundo escuchara su grito”.

Con distintos criterios, algunos medios la publicaron. Otros no. Algunos no explicaron por qué lo hacían. Otros sí.

El diario El Mundo de España fue uno de ellos. Difundió en su página web un fragmento de su “reunión de portada” de las 18.30 del miércoles 2 de setiembre. Allí, su director, David Jiménez, plantea: “Para mí esta es la foto que va a simbolizar el drama, esta es la imagen que va a quedar”. “La guerra es esto –añade el jefe de Fotografía, Carlos García Pozo, mostrando la fotografía– y la huida de los refugiados es esto. Y esta es una imagen que yo creo que tenemos la obligación, como medio, de publicar”. Más adelante, el mismo García Pozo argumenta: “Ni siquiera es una foto escabrosa. Es una foto dura, durísima, hacía mucho tiempo que no veía una imagen tan dura. Pero no es porque sea explícita. Es violenta. Es de una violencia emocional”.

La decisión de ese diario fue publicarla en portada y pixelar la cara del niño. En Gran Bretaña, por tomar otro país como ejemplo, la BBC no publicó la foto ni en la web ni en el aire. Pero el diario The Independent lo hizo en la primera página.

¿Cuál es la decisión correcta? No hay una receta unívoca. Pocas veces hay una respuesta simple.

Decisiones
La mayoría de los medios serios tienen reglas que impiden difundir cadáveres o imágenes truculentas y mucho más tratándose de niños. Sin embargo, esas reglas son singulares y deben reflexionarse caso a caso. Aunque cueste definirlo de manera lineal, las excepciones tienen que ver con el valor noticioso del hecho.

Recuerdo en particular dos decisiones en las que me tocó participar:

* El 22 de abril de 1997, el ejército peruano realizó una operación comando para rescatar a 71 de los 72 rehenes que estuvieron durante 125 días secuestrados en manos de guerrilleros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), dentro de la residencia del embajador japonés en Lima. En la acción militar murieron (hay denuncias de que fueron ejecutados) los 14 militantes del MRTA, incluyendo su líder, Néstor Cerpa Cartolini. Horas después, el entonces presidente de Perú, Alberto Fujimori, fue a recorrer el lugar de los hechos y se paseó entre los cadáveres.

En el grupo editorial de CNN en Español discutimos en aquel momento si esa imagen, en la que se veían cadáveres apilados, se podía mostrar.Yo sostenía que la imagen de Fujimori subiendo la escalera, junto al cuerpo inerte de Cerpa, el hombre al que se había enfrentado durante todos esos días, era la síntesis periodística perfecta de lo que había ocurrido. Era fuerte, pero era necesaria. Dentro del consejo editorial había otras opiniones que consideraban que la imagen era truculenta, que podía afectar la sensibilidad del espectador y que no valía la pena mostrarla. La discusión fue furibunda y duró más de una hora, que para un canal de noticias es una eternidad. No hubo consenso, pero sí una decisión: la imagen se usaría solo en los noticieros de la noche y con una advertencia previa de los presentadores.

* 11 de setiembre de 2001. Atentado contra las torres gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington. Antes de que las torres se desplomaran, las cámaras fijas sobre los edificios en llamas empezaron a captar cómo muchas personas desesperadas se arrojaban al vacío. En los monitores del control de CNN aparecían una y otra vez esas escenas. Eran demasiado duras. Demasiado gráficas. Pero resumían con claridad lo que allí estaba pasando. La discusión fue rápida: se usaron. A la noche, con más calma, la discusión fue más lenta. ¿Qué hacíamos? ¿Seguíamos mostrando esas imágenes? Decidimos no abusar de ellas. Las mostraríamos solamente en un informe específico sobre ese asunto, pero no las repetiríamos más allá de eso. Las utilizamos solo ese día. En los informes posteriores no volvieron a mostrarse.

No sé si las decisiones fueron correctas, pero implicaron una reflexión importante. De eso se trata en buena medida el trabajo periodístico: de tomar ese tipo de decisiones, de discutir y decidir en base a criterios periodísticos: no de morbo, no de rating, no de ventas. ¿Informamos más o menos usando la imagen? ¿Servimos más o menos a nuestro público si la difundimos? Esas son las preguntas a hacerse.

Lo cierto es que el impacto de la foto de Nilufer Demir fue global. La imagen fue mencionada en el parlamento británico y, según algunos analistas, incidió en la decisión alemana de abrir las puertas a miles de refugiados sirios, entre otras medidas europeas.

La foto de Kevin Carter en 1993, de un niño sudanés famélico y acechado por un buitre a su espalda. La imagen de un joven chino ubicado frente a un grupo de tanques al día siguiente a la matanza de Tiananmén en 1989. La niña vietnamita corriendo desnuda, llorando, huyendo de un ataque con napalm, captada por el fotógrafo Nick Ut en 1972. A esa selecta lista de imágenes que cambiaron el mundo ahora se suma la foto de Aylan Kurdi. El niño de la playa.

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Disputatio periodística, el blog sobre periodismo de Darío Klein en EnPerspectiva.net, actualiza en forma quincenal, los jueves.

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