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Disputatio periodística
Objetividad, independencia y honestidad

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Por Darío Klein ///

Los uruguayos amamos las etiquetas. Nos encanta encontrarle una explicación a las actitudes, opiniones, preguntas y al trabajo de los periodistas en una eventual camiseta. No permitimos la imparcialidad ni la honestidad intelectual. Todo está bajo presunción de partidarismo. Cuando alguien dice algo, enseguida queremos saber quién es “realmente”, qué bandera defiende, que ideología profesa. Cuando un periodista osa investigar o denunciar un hecho, inmediatamente los implicados, incapaces de desmentir el mensaje, intentan apuntar contra el mensajero.

Es más fácil argumentar motivaciones que asumir errores. Cuando alguien opina, el interlocutor de inmediato se pregunta desde qué plataforma lo hace. Esto es válido para periodistas, pero también para comentaristas deportivos, para intelectuales, para funcionarios y prácticamente cualquier otro oficio con visibilidad pública.

Una de las adivinanzas preferidas por los amantes del fútbol suele ser averiguar qué camiseta tiene debajo cada uno de los futbolistas, cada relator, comentarista o vestuarista. Y en un país en el que a veces la política recibe una mirada casi futbolera, con lealtades que suelen ir más allá de ideas, preferencias que se trasladan de generación en generación y expresiones como “ganar” y “perder” o, peor, “ganamos” y “perdimos”, etiquetar se convierte en una obsesión. Así, cada periodista queda bajo sospecha. Todo lo que diga o escriba será analizado bajo la óptica del brazalete que le atribuyan, sea o no real. Tenga o no tenga etiqueta.

La prensa de este país proviene de una tradición partidista. Los diarios históricos fueron fundados por partidos políticos y desde esa óptica los leía cada ciudadano. Algunos argumentaban que la verdad surgía de la lectura de varios diarios o semanarios a la vez. Cuando a partir de la década del 80 y 90 comenzaron a surgir publicaciones independientes, los lectores rápidamente intentaron ubicarlos en algún nicho que satisficiera y redujera la incomodidad de no saber desde qué bandera les estaban hablando.

Algunos medios con el tiempo les dieron la razón a los que les buscaban etiquetas. Las explicitaron claramente o las fueron dejando entrever. A otros les buscaron intencionalidades ocultas por determinado apellido en su dirección o su nómina, determinado editorial, gesto o alguna obsesión particular. Fuera o no fuera cierto. En definitiva, lo importante es que hoy parece haber triunfado la tesis de que todo medio debe ser independiente de cualquier partido político. Aunque la lista de matices de esa independencia es enorme.

Están quienes reivindican una filosofía o sensibilidad política, pero demuestran independencia de cualquier partido. Están los que dicen ser independientes pero muestran una y otra vez una línea editorial y decisiones periodísticas que apuntan en determinado sentido, tanto opositor como oficialista. Están los que tienen una historia de filiación partidaria, los que sin tener ese pasado demuestran un presente de sumisión a un grupo político, los que defienden causas pero no partidos. Están los que defienden la bandera de la información pura separada de la opinión, los que se afianzan en el periodismo interpretativo y los que mezclan permanentemente información y opinión, sin tener la deferencia de avisarle a su público cuál es cuál.

Hay que evitar las etiquetas, reconociendo que la objetividad es una utopía, que la verdad pura es un horizonte inalcanzable que solo podemos aspirar a describir desde lejos, pero a cuya búsqueda nunca debemos renunciar. En ese sentido, algunos medios prefieren transparentar cuál es el punto de partida, decirle a su público desde dónde le están hablando, y otros consideran mejor plantearse una difícil –pero admirable– asepsia de origen.

No hay consenso. Esas dos opciones son debatibles. Pero a esta altura, lo único innegociable para tener un periodismo que realmente sirva a la ciudadanía es que cada medio garantice, defienda y potencie lo más básico: la honestidad intelectual, la independencia de cada periodista y la búsqueda de la verdad como simple y elemental antónimo de la mentira.

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Disputatio periodística, el blog sobre periodismo de Darío Klein en EnPerspectiva.net, actualiza en forma quincenal, los jueves.

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