Por Fernando Butazzoni ///
Voy a tomarme un descanso. El diario del lunes supuso para mí un desafío que cada semana me colocó al borde de un ataque de nervios. Fue un ejercicio extremo, como cualquiera que tenga que ver con el periodismo de verdad. Mi tarea consistió, durante el año que ya termina, en pensar los jueves y escribir los viernes una crónica breve para publicar los lunes y que fuera de actualidad.
Como se comprenderá, muchas cosas ocurren durante los sábados y los domingos. Tenía que tratar de anticiparlas empleando el sentido común y el olfato periodístico, sin caer en la tentación de los augures y sin quedar en offside con los papeles atrasados.
No hubo trucos. Nunca intenté jugar al adivino con una bola de cristal, sino estar bien informado, lo cual en el Uruguay actual a veces es más difícil que el ejercicio de la clarividencia. Me propuse capturar cada semana algo interesante del ambiente público y de la atmósfera general de la sociedad, y proyectarlo a través de un hecho concreto para encontrar allí elementos que sirvieran a la reflexión.
Mucho más que las respuestas, lo que busqué fueron las preguntas. Más que opiniones firmes, me propuse formular dudas razonables. La incertidumbre siempre crispa, pero jamás empobrece.
Lo hice durante 43 semanas. En varias oportunidades las discusiones con mis compañeros tertulianos de La Mesa de los Jueves, tan respetuosas como apasionadas, me sirvieron para entender otros puntos de vista y, en ocasiones, para modificar ideas que yo tenía previamente sobre algunos asuntos. Eso también se reflejó en este blog, y lo celebro.
A raíz de estas crónicas a lo largo del año hubo, debo admitirlo, algunos encontronazos que hubiera preferido no tener. Me refiero en especial a aquellos suscitados con mis parientes políticos del Frente Amplio. La recomendación del ministro de Defensa Nacional a que la población se armara para defenderse, y su pintoresca exhortación posterior a que “no me hiciera el rana”, fue uno de ellos. La descolgada de un cuadro naif de Mujica y Topolansky, comisario mediante, fue otro. Confieso que para mí esos momentos implicaron un malestar, porque marcaron una distancia que, si bien ya existía, se hizo pública y explícita a través de este espacio.
Y luego, por encima de todo, estuvo el vínculo con los lectores, con la audiencia de Emiliano, con el público en general. Han sido incontables las veces que, a propósito de En Perspectiva, intercambié opiniones con personas a las que yo no conocía. Arriba de un ómnibus, en el supermercado, en la escalinata del edificio Victoria Plaza, a la salida de la radio.
Muchos otros lectores se comunicaron por correo electrónico porque son uruguayos radicados en el exterior, que viven en lugares tan remotos y distantes entre sí como Sídney, en Australia, o mi muy querida Växjö, en Suecia. Internet no anula las distancias, pero hacen menos gravosa la lejanía. Debo decir que esos mensajes me sirvieron de poderoso aliciente. Los agradezco de corazón.
Fue un año de trabajo feliz entre libros, películas, viajes, nuevos proyectos, polémicas y hasta descubrimientos compartidos, como ocurrió en el caso del currículo del señor Drew Sullivan, a propósito de los Panama Papers (gracias, Camilo). Siempre, en toda ocasión, aparecía la mención a En Perspectiva como punto de referencia obligado, sin que importaran demasiado ni el lugar ni el motivo.
Estas experiencias que aquí he enumerado, vividas de manera intensa durante las últimas cuarenta y dos semanas, estuvieron llenas de cariño y respeto. Han sido muy emocionantes y también, por qué no decirlo, un tanto abrumadoras. Por eso, para honrar ese respeto y ese cariño, me pareció juicioso abrir un paréntesis en este diario del lunes, repasar lo realizado y mirar las tareas por venir con la misma alegría y el mismo compromiso de la primera vez.
Nos encontraremos pronto, siempre con más preguntas que respuestas.
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El diario del lunes es el blog de Fernando Butazzoni en EnPerspectiva.net. Hoy se despide de los lectores sin una fecha de regreso pero con la promesa de un futuro reencuentro.
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