Por Fernando Butazzoni ///
El pasado 4 de julio el presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira, anunciaba una “conflictividad gigantesca” en la sociedad uruguaya a raíz de las diferencias surgidas entre las pautas salariales marcadas por el gobierno y las proyecciones inflacionarias para el año en curso.
Pocos días después, el propio Pereira solicitaba audiencia con el presidente Vázquez para conversar acerca del tema. Tabaré le negó la reunión con un criterio tan criollo como razonable: no es posible conversar con un revólver arriba de la mesa. Las amenazas, o cuando menos los augurios catastrofistas del presidente de la central sindical, no le habían caído bien al gobierno.
Entonces las máximas autoridades del PIT le enviaron una carta aclaratoria a Vázquez, la que sirvió para que Vázquez diera por cerrado el entredicho y les concediera por fin al presidente y al secretario general de los sindicatos la solicitada reunión.
Esa reunión se celebró el lunes 8 de agosto en Suárez y Reyes, y a estar por los dichos de los dirigentes sindicales, fue muy alentadora. Para ellos fue un encuentro “cordial, fraterno y claro”. Vázquez se comprometió a responder a los planteos de los trabajadores a la brevedad, y así lo hizo: las pautas salariales se modificaron al alza, pese a que los datos de inflación se iban modificando a la baja.
Marcelo Abdala, secretario general de la organización, calificó esas modificaciones como “muy positivas” y agregó: “A primera vista nos encontramos con avances importantes que demuestran que el planteo riguroso de la central sindical y la disposición abierta del diálogo así como a la negociación, sin dejar de lado la movilización, da sus frutos”.
Pero el primer fruto terminó siendo un nuevo paro general, que se realizará en la primera quincena de setiembre y cuya fecha precisa y características se definirán en las próximas horas. En la Mesa Representativa, la votación para resolver el paro fue reñida, y al final acabó por imponerse la tesis de tirar de la piola tanto como se pueda, contra el criterio tanto de Abdala como de Pereira.
Uno de los secretarios ejecutivos del PIT-CNT, Ricardo Cajigas, resumió la discusión acerca de ese paro general de forma por demás original: "Hoy se dio una discusión política de muy alto nivel que viene corroborando un proceso, todo en un marco de unidad muy importante. Fue una votación dividida, con un debate muy franco y con muchos argumentos que nos dejó a todos muy contentos".
Perfecto. Todos los compañeros y las compañeras de la Mesa Representativa del PIT-CNT resolvieron un paro general y están muy contentos, porque la discusión, pese a ser peliaguda, lo que hizo fue “corroborar un proceso” y se dio en un “marco de unidad”, lo cual quiere decir que nadie amenazó con irse para la casa. ¿Y la gente? ¿Y los tres millones y medio de uruguayos que no integran ni el Secretariado ni la Mesa Representativa?
El que tampoco debe de estar para nada contento es Tabaré Vázquez. Ni él ni su equipo económico ni la mayoría de la población, que ve con fastidio cómo se implementan medidas sindicales que en el fondo lo que hacen es dirimir pujas internas y posicionamientos políticos.
La realidad es una, pero las interpretaciones son varias. Para el PIT-CNT el paro general del pasado 14 de julio fue “acatado” (palabra jodida si las hay) por un millón de trabajadores. Pero las cifras no coinciden: la encuestadora Equipos realizó un estudio en el que se concluye que “el 57 % trabajó, el 21 % no fue a trabajar porque no pudo, y el 14 % adhirió al paro”. Las diferencias de apreciación resultan abismales.
También son variadas las interpretaciones respecto al gesto que implica la decisión de convocar a un nuevo paro general tras los logros obtenidos por los sindicatos. Unos consideran que es una muestra de intransigencia, otros que es la única manera de lograr mejores condiciones de trabajo y otros que es un desafío por izquierda a Vázquez y a Astori. El gobierno en disputa asoma la cabeza.
Lo que no da lugar a interpretaciones es la resolución del Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT. Este nuevo paro general, que será parcial y en fecha a definir, viene a mostrar la contracara del espíritu negociador y dialoguista manifestado por Pereira y Abdala. A estas alturas son muchos los que sospechan que aquellos dirigentes sindicales que no hablan son los que cortan el bacalao, que como todos sabemos es muy sabroso pero huele fuerte.
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