Por Fernando Butazzoni ///
La semana pasada, el miércoles 21 para ser más preciso, se celebró (es un decir) en todo el mundo el Día Internacional de la Paz, que fuera instaurado por resolución de la ONU en el año 1981, durante la 36ª Asamblea General. Igual que ocurre cada año, en esta ocasión se leyeron proclamas, se enviaron mensajes y se reiteró por parte de gobernantes y líderes mundiales la necesidad de construir un mundo sin guerras.
Pero, mientras las palomas vuelan en los jardines del poder, las guerras siguen siendo uno de los principales negocios del mundo desarrollado. La empresa estadounidense Lockheed Martin, que es el mayor fabricante de armas en el mundo, facturó el año pasado unos US$ 40.000 millones. Le sigue Boeing, también de EE. UU., con más de US$ 30.000 millones.
Los rusos no se quedan atrás. Las siete principales empresas armamentistas de ese país se metieron en el bolsillo 20.000 millones en 2015. Entre ellas se destaca el consorcio Almaz-Antéi, que se dedica a la fabricación y venta de misiles de todo tipo, entre ellos los portátiles antiaéreos Neva/Pechora. Uno de esos misiles fue el que derribó en julio de 2014 el vuelo 17 de Malaysia Airlines sobre Ucrania, matando a las 298 personas que viajaban a bordo.
Según el Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), una de las más serias e independientes fuentes de información sobre los conflictos armados y sus implicancias económicas en la actualidad, las 100 empresas de élite en el negocio mundial de armamento facturaron en 2014 un total de US$ 401.000 millones. Para ser gráficos: U$S 401.000.000.000. Eso es más que el Producto Interno Bruto petrolero de los Emiratos Árabes, más que el de Dinamarca, Chile o Israel. Es más que el de otros 160 países en el mundo juntos.
En el marco de este Día Internacional de la Paz, se acordó un alto al fuego en Siria que, por supuesto, duró lo que un lirio. Esa guerra le cuesta, sólo a los Estados Unidos, unos US$ 250 millones a la semana, y eso porque ahora el conflicto para las tropas estadounidenses es de “baja intensidad”. Vale la pena señalar que, mientras una hora de vuelo de un caza F-22 cuesta US$ 68.000, el mayor campamento de refugiados sirios –ubicado en Jordania– gasta US$ 6,25 por día en cada refugiado, o sea unos US$ 0,26 por hora. La ecuación es simple: 68.000 contra 0,26. Esa es la verdadera escala del conflicto.
En este contexto, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) acusó el martes con inusual franqueza a las grandes potencias, las que tienen, según dijo, “las manos manchadas con sangre”. Ban Ki Moon fue más explícito: "En este salón hay hoy representantes de gobiernos que han pasado por alto, facilitado, financiado o participado en atrocidades perpetradas por todas las partes de Siria contra civiles sirios".
Este Día de la Paz 2016 nos encuentra con enfrentamientos armados graves o muy graves en países de América Latina, África, Asia y Europa. En Colombia, el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, aún pendiente de aprobación por la ciudadanía, dejó por el camino a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (2.000 combatientes) y a los grupos paramilitares que todavía operan (5.000 combatientes). En México la guerra de los cárteles de la droga mata cientos de personas cada mes. Se puede mencionar también a Irak, Libia, Afganistán, Pakistán, Nigeria, Mali, Congo, Turquía, Ucrania, Yemen, Sudán del Sur, Eritrea. Esos son solo algunos de los países que en estos momentos están con guerras en sus territorios. Como se ve, los países ricos ponen las armas y los pobres, los muertos.
La lista no es exhaustiva, pero basta como ejemplo de un estado de situación que no tiene nada de esperanzador. Un dato curioso, que muestra de forma descarnada la hipocresía reinante en esos ámbitos, es que la mayoría de los gobernantes de esos países en guerra comparecieron por estos días en la ONU. Algunos de ellos se dirigieron a la comunidad internacional para expresar sus deseos de paz en el mundo. Obama fue uno de los que hizo su profesión de fe pacifista, al tiempo que, según The New York Times, la Casa Blanca estudia entregarles armas a los kurdos para que combatan contra el Estado Islámico en el Kurdistán.
En ese escenario, la salida de tono del secretario general de la ONU, justo en el Día Internacional de la Paz, parece un acto de sinceramiento digno de resaltar, en especial cuando se conocieron, en la sede de la propia ONU, los datos más actualizados sobre la cantidad de refugiados en el mundo: 16.212.400 personas.
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