Por Ricardo Soca ///
Se llaman así las dos cintas anchas que penden de la parte posterior de la mitra de los obispos, que representan la dignidad de la investidura episcopal. Sin embargo, la palabra es mucho más antigua que el cristianismo: los sacerdotes de las religiones europeas precristianas ceñían sus cabezas con una venda llamada en latín infulae, cuyos dos extremos caían hacia ambos lados, un adorno que también usaron algunos reyes de la Antigüedad.
Hoy la palabra se emplea en sentido figurado, para denotar la vanidad de una persona. Decimos que alguien “tiene ínfulas” cuando se comporta como si tuviera la investidura de un obispo. Un ejemplo lo tenemos en Matrimonio bien avenido (1836), de Fernán Caballero:
Mas… ¿qué es esto? (abre la esquela y lee): «Querido: una de las vecinas, bella como la aurora, irresistiblemente seductora y sin ínfulas de Vestal, me ha comprometido a llevarla al baile: ahí te dejo billetes y dominós para que podáis veniros a reunir con nosotros tú y García».
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Lengua curiosa, el blog de Ricardo Soca en EnPerspectiva.net, actualiza los martes con los secretos que albergan las palabras en su significado. El primer martes de cada mes incluye también una de sus Grageas de lenguaje.