Por Ricardo Soca ///
Los espartanos, un pueblo de guerreros de la antigua Grecia, habitaron Laconia, país del sur de Grecia, a orillas del mar Egeo y del Mediterráneo, más precisamente, Esparta, su capital. Debido, tal vez, a los rígidos hábitos militares impuestos por su organización social, los espartanos eran gente de pocas palabras.
Se cuenta que Filipo de Macedonia amenazó en cierta ocasión con invadir sus tierras: «Si entro en Laconia, voy a arrasar y someter Esparta», dijo el padre de Alejandro Magno. La respuesta de los espartanos pasó a la historia como un ejemplo de laconismo: «Si…».
Por esa época surgió el adjetivo griego lakonikós ‘espartano’, ‘lacedemonio’, que pasó al latín como laconicus y llegó hasta nosotros como lacónico.
Del poeta español Baltasar Gracián se ha dicho, por ejemplo, que «esgrime un estilo breve y ceñido, lacónico, en el que las palabras, a fuerza de apurar sus posibilidades de expresión, vuelven a cobrar vida».
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Lengua curiosa, el blog de Ricardo Soca en EnPerspectiva.net, actualiza los martes con los secretos que albergan las palabras en su significado. El primer martes de cada mes incluye también una de sus Grageas de lenguaje.