Por Ricardo Soca ///
Esta palabra es un uruguayismo que cobró vigor a partir de los años ochenta, sustituyendo algunos usos de relación, forma habitual en otros países hispanohablantes, probablemente a partir de la intensificación de los contactos con Brasil desde el lanzamiento del Mercosur.
Una lengua puede tomar palabras de otra en cualquier momento y en cualquier situación, pero generalmente este fenómeno –que en lingüística se llama préstamo– ocurre con peculiar intensidad cuando los hablantes de ambas lenguas entran en contacto, ya sea por guerras, intensificación de las relaciones entre diferentes áreas o aumento del comercio entre países o regiones. Así, el latín ibérico adquirió una buena cantidad de palabras germánicas cuando los bárbaros llegaron a la Península Ibérica en el siglo IV, o a partir del siglo VI, cuando los primeros invasores árabes llegaron por el sur.
Pero también hubo abundantes casos de adquisición léxica con el crecimiento de las relaciones comerciales en Europa que viene ocurriendo del Renacimiento, y que propició el ingreso a la lengua de italianismos como archipiélago, bagatela, gaceta, miniatura o galicismos como desapercibido, bastardo o edecán. Más recientemente el inglés inundó las principales lenguas, el español incluido, con un torrente léxico proveniente principalmente de la tecnología.
La palabra relacionamiento, que aparece en el Diccionario del español del Uruguay (DEU, 2011), irrumpe a partir de la época arriba señalada, en Paraguay y Uruguay, dos países pequeños y fronterizos con Brasil. Desde los años setenta hasta el comienzo de este siglo, el número de casos de esta voz hallados en los corpus aumenta veinte veces, es decir, alrededor del 2.000 %, según el corpus de Google.
La activación del uso de este término coincide con el comienzo de una era de integración económica, política y cultural en la región, que ocurre cuando Brasil empieza a abandonar su aislamiento continental y mirar hacia sus vecinos de América Latina a partir de las primeras negociaciones tendientes a la creación del Mercosur.
El sufijo -miento es uno de los más productivos en español para la formación de sustantivos deverbales, como como fingimiento, de fingir; estacionamiento de estacionar o acatamiento, de acatar. Sin embargo, relacionamiento, por ser un préstamo de otra lengua no es un sustantivo deverbal sino que se forma como alargamiento de relación, aunque con ligeras diferencias semánticas.
Relacionamiento equivale a ‘relación’ pero solo cuando se trata de personas, organizaciones, sistemas o países. No sustituye a relación en los sintagmas en relación con ni con relación a.
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A partir de la próxima semana, Lengua curiosa, el blog de Ricardo Soca, actualizará todos los martes con los secretos que albergan las palabras en su significado. El primer martes de cada mes incluye también una de sus Grageas de lenguaje.