Por Ricardo Soca ///
Este nombre refiere a una ‘asociación de trabajadores que se forma para defender los intereses de sus miembros en relación con su salario y sus condiciones de trabajo’. Tales como los conocemos hoy, los sindicatos se formaron en Europa en el siglo XIX, pero la palabra proviene, por lo menos, de 25 siglos atrás. En efecto, los griegos llamaban sýndicos a los abogados públicos, voz formada por syn=‘con’ y diké= ‘derecho, justicia’.
En la Francia del Antiguo Régimen, el syndicat era una región administrativa regenteada y representada por un síndico. Más adelante se formaron syndicats profesionales, de inversión, de copropietarios de un edificio, de trabajadores de una determinada actividad.
La palabra apareció registrada lexicográficamente por primera vez en el Diccionario Salvá (1846), con el significado de ‘el oficio y empleo del síndico’, que, por su parte, era definido como ‘el que en un concurso de acreedores ajusta las cuentas y recauda lo que pertenece a la quiebra’ y también ‘el que tiene el dinero de las limosnas que se dan a los religiosos mendicantes’.
Solo en 1917, en el diccionario español de Alemany y Bolufer figura sindicato con el significado de ‘agrupación formada para la defensa de intereses económicos comunes’ y pone como ejemplo “sindicatos obreros”. La Academia Española recogería esta acepción ocho años más tarde.
Ningún diccionario ha recogido hasta ahora la misión que reivindican más recientemente los sindicatos, de participar en la elaboración de políticas económicas y docentes de los países.
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