Completamos el Mano a mano que comenzó la semana pasada con grandes figuras de la música popular española, apelando en este caso a entrevistas que fueron realizadas en forma telefónica. Estos fragmentos pertenecen a conversaciones publicadas en su momento en el semanario Brecha. A priori no tenía demasiadas expectativas con estas llamadas, pero resultaron ser realmente inolvidables.
Por Eduardo Rivero ///
Luis Eduardo Aute
Aute estaba en su casa de Madrid a punto de viajar a Montevideo para presentarse el 23 de agosto de 2011 en la sala principal del Sodre cuando escuché su voz en el teléfono. Descubrí en este polifacético artista a un tipo encantador que se largó a charlar sin apuro, como si tuviéramos un café y no un océano de por medio.
Músico, cantante, poeta, pintor, director de cine… ¿cómo han cohabitado dentro de Luis Eduardo tantos Luis Eduardos?
No soy ninguno de ellos. No me considero cantante solo por el hecho de cantar, ni me considero poeta por escribir poemas. Hago fotos y ruedo películas pero tampoco me considero un director de cine. Intento expresarme a través de lenguajes distintos, pero no me considero un profesional de ningunas de esas actividades. Soy, en todo caso un gran curioso y un gran amateur.
¿Cómo se dio aquello de ser el autor preferido de grandes cantantes españolas de fines de los 60 como Massiel o Rosa León, con canciones como Aleluya número 1 o Rosas en el mar?
¡Tuve suerte con las mujeres! Pues yo componía esas canciones y ellas quisieron grabarlas, pero no las hice especialmente para ellas sino para mí. El éxito de mis canciones cantadas por ellas fue lo que luego provocó que yo grabara mis propios discos, cosa a la que yo me negaba pero terminé cediendo antes las reiteradas propuestas y así arrancó mi carrera de artista discográfico. Yo estaba muy dedicado a la pintura y te confieso que no tenía la menor intención de ponerme a grabar discos. Más que nada por curiosidad y para que me dejaran tranquilo fue que empecé a grabar. En realidad fui el primer sorprendido con el éxito de Aleluya y Rosas en el mar tanto en España como luego en América Latina y resto del mundo ya que se han hecho versiones en muchos idiomas. Ese éxito me pilló desprevenido.
Tu primera actuación en Sudamérica fue en 1992. ¿Cómo recuerdas la Sudamérica de entonces?
Yo en ese entonces no daba conciertos, ni en América ni en la propia España. Grababa los discos y luego me volvía a mi taller de pintura. Había acordado eso con los sellos. Surgió de ir allí y claro que me interesó. Lo primero que recuerdo es la Argentina de la democracia recién restaurada, la Argentina de Alfonsín. Una Argentina contradictoria, con muchas rémoras y miedos del pasado, pero a la vez con mucha ilusión. Aquella Sudamérica me recordaba a España cuando Franco acababa de morir.
En el 2000 aparece Mira que eres canalla Aute. ¿Cómo fue la experiencia de ese disco en tu homenaje donde tantos amigos tan queridos y la vez músicos tan importantes -Serrat, Sabina, Fito Páez, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Ana Belén, Jorge Drexler entre otros- se unieron para cantar tu obra?
Fue, para empezar, una idea de la compañía discográfica. No me contaron nada y organizaron el disco a mis espaldas, y yo me enteré ya sobre el final. Uno de los músicos que tocó en el tema cantado por Fito se lo contó a mis músicos y ellos me lo contaron a mí y así me enteré. Lo llevaron en la clandestinidad más absoluta. Faltaban en realidad apenas dos canciones cuando pude escuchar ese disco. Como te imaginas, fue muy agradable, muy emocionante el homenaje que me hicieron todos esos compañeros. Además ha sido muy positivo desde otro punto de vista, ya que me gustaron tanto sus versiones ¡que yo he hecho mi propia versión de sus versiones! (ríe)
Esta pregunta es un tópico, pero no resisto la tentación de saber que conoces de la música uruguaya.
Pues, amigo mío, igual que no se conocen allí nuevas cosas de aquí, no conocemos aquí la mayoría de las cosas de allí. Es una tragedia pero es así. Fíjate que lo más novedoso que puedo nombrarte de la música uruguaya es Jorge Drexler… Pero, por cierto, no puedo dejar de citar a Alfredo Zitarrosa. Y quisiera nombrar también al desaparecido Eduardo Darnauchans con quien tenía mucha empatía y con quien me llevaba estupendamente. ¡Era todo un tipo!
¿Qué queda de ti de aquel niño que nació en Filipinas y allí vivió sus primeros once años?
Menuda pregunta. Estoy muy metido dentro de mi propio bosque como para ver los árboles de fuera. No encuentro una gran diferencia entre el niño que fui con este señor mayor que soy ahora. Creo tener la misma curiosidad que él tenía por conocer cosas. El mismo espíritu de meterme en terrenos donde no me llaman. Me gustaba, por ejemplo, romper los juguetes para ver qué había dentro y me sigue gustando romper las cosas para ver qué hay detrás.
Por último, ¿es cierta la leyenda de que Paul McCartney escribió Let It Be en respuesta a la versión en inglés de tu canción Aleluya, titulada Who Will Answer, dada la clásica frase "There will be an answer" que tiene la canción de McCartney?
En realidad algo hay, aunque no tiene nada de histórico y menos aún de demostrable. Todo arrancó con un comentario que me hizo el director de mi compañía discográfica, entonces la RCA, que había estado en Nueva York, donde la versión en inglés de mi canción era un gran éxito de Ed Ames un poco antes de que McCartney y Los Beatles sacaran Let It Be. El director de la compañía en Nueva York le comentó al director de la firma española que la canción de McCartney parecía claramente una respuesta a mi canción. Lo que es innegable es que McCartney debe haber escuchado Who Will Answer porque también había sido un gran éxito en Inglaterra poco antes de Let It Be. En fin, habría que preguntarle al propio McCartney…
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Paco Ibáñez
Nacido en Valencia, criado en el país vasco y doblemente exiliado en París, Paco Ibáñez fue pionero en la musicalización de grandes poetas. Hay un puñado de musicalizaciones suyas que hoy son enormes clásicos como Andaluces de Jaén (texto de Miguel Hernández), A galopar (texto de Rafael Alberti) y en especial Palabras para Julia (texto de Juan Goytisolo).
Su segundo disco, de 1967, La poesía española de hoy y de siempre, es también un clásico por derecho propio. Previo a nuestra charla tenía temor por su fama de huraño y peleador, al punto que en un estudio de radio montevevideano, hace muchos años, cuando quien lo entrevistaba le hizo una alusión política al color pardo de la camisa que llevaba ese día, Paco simplemente se puso de pie, giró alrededor de la mesa y tumbó a su interlocutor de un certero jab a la mandíbula. Sin embargo, al teléfono resultó ser un tipazo en todo el sentido de la palabra.
¿Qué influencia reconoces en tu obra de los grandes creadores de la música y la poesía latinoamericanas?
La influencia que va dejando cada gran autor, cada gran poeta, cada gran canción que vas escuchando. Todo es una influencia. Yendo a lo puntual de tu pregunta, pues Neruda, González Tuñón, Viglietti, Benedetti, el Cuarteto Cedrón, el gran Edmundo Rivero, Gardel, Pugliese… el continente latinoamericano es un manantial de inspiración.
¿Cómo fue que surgió el interés por musicalizar a los grandes poetas españoles en un amplio abanico que va desde Góngora a Lorca, por ejemplo?
Se pueden llamar vivencias; no es una escuela ni una decisión que has tomado; es una cosa que te busca y que, claro, te encuentra. Es como la influencia que tienes también por gente como Brassens o Yupanqui, quienes, dicho sea de paso, trabajaban sobre textos de poetas franceses o argentinos, Y de repente sin preguntártelo si lo vas a hacer o no, te llega un poema, como me llegó a mí en principio un poema de Góngora, que fue La más bella niña en 1956, y así como por contagio, te pones a buscar la música, porque consideras que allí hay una canción y aciertas -o no aciertas- y aparece una y luego otra y otra más.
Salvador Dalí diseñó la portada de uno de tus discos y además te brindó su amistad. ¿Como recuerdas esa relación?
A ver… Dalí como pintor… no soy un daliniano absoluto, yo prefiero a pintores como Matisse, por ejemplo, pero por cierto que reconozco su talento, y también su costado histriónico que me hacía mucha gracia, pero detrás de todo eso, rescato el gesto suyo hacia su amigo -que era como su hermano- Federico García Lorca, ya que cuando se enteró que yo había hecho La canción del jinete de Lorca, él mismo se ofreció para diseñar la portada, lo que es un gran gesto de su parte.
Tengo entendido que conociste a Neruda en París. ¿Cómo fue ese episodio?
Tuve la enorme suerte de acercarme a él y de darle la mano y de ver directamente sus ojos y escuchar su voz. Coincidimos en los estudios de una emisora de radio francesa y aproveché para cantarle un fragmento de su Alturas de Machu Picchu que había musicalizado. Luego lo acompañé al ascensor -yo mismo no creía lo que estaba viviendo- y en el viaje hacia abajo me dijo, con su inconfundible vocecita (lo imita): “Tú tienes que cantar mis poemas, porque tu voz está hecha para cantar mi poesía”. Y yo me decía “estaré alucinando”. Le hice caso y de allí salieron varias canciones musicalizadas de Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Hicimos un disco con el Cuarteto Cedrón y me siento particularmente orgulloso de haber hermanado a dos auténticos hermanos de poesía como eran Neruda y González Tuñón. Y allí estábamos todos: Pablo Neruda, González Tuñón, Cuarteto Cedrón y Paco Ibáñez. Un disco que se perdió por allí y que espero que un día reediten.
¿Cómo recuerdas la muerte de Franco y la recuperación de las libertades? Estando en España algún amigo me contó de la tradición de tener una botella de champagne en la heladera para el día en que el tirano muriera.¿Cómo recuerdas aquello?
Te digo la verdad, deseaba tanto que desapareciera de una vez el monstruo aquel -en realidad desapareció su cuerpo pero su obra aún permanece- que no conseguí siquiera alegrarme; sentí náuseas. Los cuarenta años de su régimen fueron demasiado, ni siquiera me alegré, porque sentí que no habíamos conseguido que el monstruo se marchase mucho antes.
Una pregunta amplia: ¿Cómo es la España de hoy?
Bueno, una España juguetona, completamente futbolizada, completamente rockeada, discotequeada, con una pérdida enorme de conciencia y una juventud bastante alejada de lo que se puede llamar “conciencia social”.
¿Porqué has rechazado importantes premios que te han sido otorgados muchas veces?
No tengo una razón escrita, elaborada o razonada; es instintivo. Seguramente viene de una relación con la autenticidad, con la verdad. Esos tipos que te están dando premios, pues te fijas y ¿quiénes son? ¿El ministro de Cultura? Y esos casi siempre son analfabetos. ¿Qué autoridad tienen para darme un premio? Los premios son especulativos, comerciales, y no vienen porque hayan profundizado realmente en tu obra. Ves las fotos y sucede que todos los que dan los premios tienen cara de gilipollas.
¿Algún nuevo proyecto por delante?
Vivir. Mi proyecto es vivir. Te lo digo así, porque una vez en París, a una señora en una silla de ruedas le preguntaron la edad y ella dijo “tengo la edad de amar”.
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