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Mano a mano: Los archivos de Eduardo Rivero (iv)

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Por Eduardo Rivero ///

Las entrevistas periodísticas nos dan la posibilidad de estar cara a cara con grandes creadores, al menos durante el cuestionario con que los abordamos. A veces la entrevista produce charlas posteriores, ya con el grabador apagado, que se vuelven un auténtico tesoro.

Exactamente eso me sucedió con León Gieco, a quien entrevisté en el Hotel Columbia de Montevideo el 30 de setiembre de 2012 para una nota en el semanario Brecha.

Mi mención entusiasta del baterista Jim Keltner y otros sesionistas norteamericanos que acababan de grabar en el entonces último disco de Gieco, El desembarco, allanó el camino para que León, un tipazo en todo sentido, me invitara a seguir la charla más allá del tiempo acordado y me autografiara su disco con la más sorprendente de las dedicatorias: “A Eduardo con mi admiración. León.2012”.

Soñabas que ibas a grabar en el estudio Ocean Way de Los Angeles, donde The Mamas and the Papas grabaron California Dreamin’, Ray Charles I Can’t Stop Lovin’ You y los Beach Boys Good Vibrations?
Por supuesto que no. Pero todo se dio para probar que soñar sirve. La persona que me consigue en EEUU los grandes músicos americanos con los cuales grabar, Gustavo Borner, me llamó y me dijo dos cosas tremendas, “lo tengo a Jim Keltner”, una leyenda absoluta de la batería, y “grabemos en cinta” a la vieja usanza.

De entrada me negué. “Quiero que toquen todos juntos en vivo y que suene bien real” agregó. A los pocos días me llamó y me dijo “conseguí un estudio histórico, Ocean Way”, uno de los pocos que tienen todavía la maquinaria perfecta para grabar con ese criterio de producción. Y cuando me dijo que ahí habían grabado los Beach Boys, los Stones, Sinatra, me convenció.

Nos metimos entonces en esa sala maravillosa, cargada de misterio y de música. Hicimos el disco y cuando estaba terminado, metimos grabada on line a la Sinfónica de Praga, que era el condimento que faltaba. Yo también llevé cosas ya grabadas en Argentina, como el reencuentro de Porsuigieco, la banda que en los 70 formamos con Raúl Porchetto, Charly García y Nito Mestre de Sui Generis y María Rosa Yorio que era entonces la mujer de Charly, también una voz de Spinetta grabada hace como cuatro años en un demo de la canción 8 de octubre, me llevé una grabación con Gustavo Santaolalla del tema A los mineros de Bolivia que tiene como letra un poema del Che Guevara y llevé una grabación hecha aquí en Montevideo con el Negro Rada, para el tema dedicado a Uruguay Las cruces de Belén.

Me encantó lo que pusiste en la carátula de El desembarco: “es el sonido de fines de los 60 y comienzos de los 70 que es la música que me marcó y que amo”. Y ese es exactamente el sonido de este nuevo disco.
El disco suena como si estuvieras escuchando el álbum Imagine de Lennon, o a Harry Nilsson. Los dos grabaron con Jim Keltner. Y Keltner también tocó en el Concierto para Bangladesh junto a George Harrison y Bob Dylan y dicho sea de paso, en todos los discos de Ry Cooder, que los tengo todos. Y toca también en la banda de sonido del film de Sam Peckinpah Pat Garret and Billy the Kid, de Bob Dylan. Y bueno, logré grabar con Jim Keltner. Desde el año 92 que vengo grabando con músicos estadounidenses, porque no soy tonto, y sé que el rock ellos lo tocan como nadie y que, por ejemplo, si voy a grabar un candombe tengo que venir a Montevideo y si voy a hacer una chacarera lo mejor es ir a Santiago del Estero.

Me quedo pensando en Jim Keltner. Tocó en Jealous Guy de John Lennon o en Knocking on Heaven’s Door de Bob Dylan pero también tenés en tu disco a los guitarristas Dean Parks, que tocó con Steely Dan, con Stevie Wonder, y a Mark Goldenberg que tocó con Willie Nelson y con Bonnie Raitt y Linda Ronstandt, y al bajista Jimmy Johnson que toca con James Taylor…
Yo estaba grabando en EEUU en un disco anterior y cuando me dijeron que James Taylor estaba en Buenos Aires y que me ofrecían conocerlo, me saqué un pasaje y paré por unos días el disco solo para poder conocerlo.

El baterista de James Taylor entonces, Carlos Vega, tocó conmigo en el disco Desenchufado y él me lo presentó. Tomamos un té en Buenos Aires con James Taylor, Charly García y Carlos Vega.

Hablemos de los temas de Desembarco. Empieza con Ella, dedicado a la señora Elda, tu mamá. ¿Cómo era ella?
Mi papá era un bohemio que desaparecía todo el tiempo y entonces yo era el hombre de la familia en realidad. Mi viejo era un alcohólico divino, todo un personaje que me dijo dos o tres cosas que me sirvieron para toda la vida, y que cantaba en la orquesta del pueblo, pero por ahí desaparecía veinte días. Entonces yo tenía que ir a trabajar a los siete años para bancar a mi vieja. Trabajé a esa edad en una carnicería y le hacía los mandados a una señora imposibilitada. Y con los primeros pesos, lo primero que hice, además de ayudar a mi vieja, fue comprarme una guitarra y empecé a tocar en el colegio. A mi mamá le encantaba que lo hiciera. Y que bailara folklore. Sé bailar todos los ritmos folklóricos que te imagines. Cuando yo bailaba y cantaba la vieja me conseguí las botas, las bombachas, las charreteras…era mi manager. Me aplaudía todo el colegio, pero yo siempre miraba donde estaba mi vieja. Fue una persona muy importante. Nos amamos. Y bueno, un día se me fue y le compuse esa canción.

En la canción El argentinito decís muchas cosas muy duras. Y en mi opinión la más dura de todas es cuando decís “festejó los goles de aquel Mundial” en referencia a 1978.
Si, pero quiero aclarar que dentro de todos los que festejaron ese Mundial había también otro tipo de personas, pero que el argentinito del que habla la canción festejó, de eso no tengas dudas. Como también ese argentinito del que habla la canción festejó el discurso que hizo aquel borracho desde el balcón de la Rosada cuando la guerra de Malvinas.

Las cruces de Belén es la segunda canción que hacés dedicada al Uruguay, luego de Uruguay Uruguay del disco Bandidos rurales. Me emociona mucho que nombres a pueblitos uruguayos como San Bautista, Santa Clara, San Javier, Santa Lucía, Zapicán, Palmitas o Mariscala. Hace poco dijiste “los argentinos somos los número uno en el mundo en bautizar lugares del país con nombres de militares”. Uruguay, en cambio, tiene muchos nombres de santos…
Te confieso que estoy organizando una gira por todos los pueblos de Argentina que tienen nombre de militares. Y la gira va a terminar con una especie de Woodstock en General Roca, uno de los máximos genocidas de la historia argentina. Yo bajé en internet el mapa de Argentina y había un pedazo grande del mapa de Uruguay y allí me di cuenta lo de los nombres de los pueblos uruguayos. ¿Qué te voy a decir? Me encanta venir una y otra vez al Uruguay, con el auto, y largarme por la costa hasta Solís o Pirlápolis… me encanta ir a Minas… Yo tenía la melodía y pensaba hacer algo con lugares de Argentina pero los nombres uruguayos pudieron más. Y es un nuevo homenaje a este país que adoro. Me encantaría venir a vivir acá, como hizo por ejemplo el Pelado Cordera de la Bersuit. Bien, y para grabar este tema me vine al Uruguay y grabé con Rada y con Hugo [Fattoruso]. Hay otro tema que grabé con ellos que no entró en el disco que se llama La banda de calitón donde Hugo hace algo con el acordeón que no se puede creer.

En el tema Fachos que va en plan hip hop decís una frase rotunda: “Tengo la vida que cuelga de un hilo/ ayer cumplía años, hoy cumplo días” que seguramente tiene que ver con cumplir 60 y ver la existencia bajo otra óptica.
Se me murió mucha gente al lado, loco. Spinetta, Pappo… Y muchos amigos eternos desde la infancia, y entonces digo “si se murieron ellos porque no puedo morirme yo en cualquier momento”. Hoy cumplo día. Hoy me tomo un vino y festejo.

8 de octubre es una coautoría con Spinetta. Me extrañó mucho saber que antes de esta canción casi no tuviste relación alguna con Spinetta.
Nunca tuve relación con Spinetta. Claro que siempre lo adoré. Para mí es el padre de todos nosotros. Junto a Litto Nebbia fue el inventor del rock argentino. Una vez quise que participara en una canción mía llamada El embudo y no me animé a llamarlo. Lo hizo un productor por mí y el tipo “me echó Flit”. Pasaron años y en un concierto callejero en homenaje a los pibes accidentados en el 8 de octubre me lo encuentro. Viene, me saluda, me dice “que suerte que estás acá”. Me contó que su hija casi viaja en ese micro accidentado, lo que le hubiera cambiado la vida a Luis. Poco después participé con él en un video clip de su hijo Dante. Ese día me dijo “estoy grabando una canción para homenajear a dos grandes. Uno sos vos”. La canción era La guitarra que yo hice con un texto de Yupanqui y la grabó para un disco que Sony produjo en mi homenaje. Me hizo el cuento y yo me dije “este tipo me empezó a querer… de tanto que yo lo quise ahora él me empezó a querer”. Y encima me dijo que tenía una melodía para intentar hacer una canción conmigo y ahí apareció entonces 8 de octubre. Me quise morir cuando me dijo eso. En dos días le hice la letra. Hicimos enseguida un demo, y de ese demo es la voz de Luis que aparece en este último disco mío.

¿A esta altura Solo le pido a dios es para vos un tema grato o una especie de síndrome? Fue un enorme éxito por sus valores y por la coyuntura del tema Malvinas y todo eso.
Yo estoy totalmente agradecido a esa canción. Ojalá a todos los músicos nos toque la posibilidad de tener un Solo le pido a dios o un Blowin’ in The Wind. La canción está poco menos que traducida a todos los idiomas del mundo. Me la piden todo el tiempo para libros… de todo…

¿Y en los espectáculos tenés que hacerla siempre?
Resolví algo bien simple: siempre es el último tema.

Sobre Los Salieris de Charly
Esa la compuse acá, en Uruguay.

¿Seguís pensando que todos somos Salieris de Charly?
Es un homenaje. Con lo que ya hizo Charly “ya está” en esta vida. Pero la idea, claro, la saqué de la película de Milos Forman y del caso de Salieri y sus celos de Mozart. Yo no me mordía la mano de odio como Salieri en la película pero sí quedaba totalmente de cara con cada pequeña nota que tocaba Charly. Fue en un reportaje que dije por primera vez “Yo soy una especie de Salieri de Charly”.

Una vez más veo en un disco tuyo una referencia a [Osvaldo] Pugliese, otro de tus héroes. ¿Habrá alguna vez otro Pugliese, otro Yupanqui, otro “Cuchi” Leguizamón, otra Mercedes Sosa?
Seguro que sí. Hay unos cuantos pibes de 15 años que ya están tocando y que son ellos. Solo dales tiempo.

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Urquiza esq. Abbey Road es el blog musical de Eduardo Rivero en EnPerspectiva.net. Actualiza los miércoles.

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