Por Ricardo Soca ///
Proviene del antiguo demientras o demientre, empleadas en castellano en el siglo XIII, procedentes de la expresión latina dum interim, que se usaba en el latín hablado. En la época clásica, Tito Livio decía interim dum con el sentido de «mientras»: Interim dum populus Romanus per diversa terrarum districtus est, Cilices invaserat… (Mientras el pueblo romano está esparcido por diferentes tierras, había invadido a los cilicios…).
De modo que, cuando oímos a alguien decir demientras —incluso hoy en algunas zonas rurales—, antes de pensar que está hablando de manera incorrecta, deberíamos apreciar que está utilizando un delicioso arcaísmo.
En efecto, aquí tenemos un ejemplo de esa palabra en el castellano de fines del siglo XIII, en un texto de Pero López de Ayala sobre Tito Livio:
El omne sabio fue movido por devoción a creer al consejo de aquel sacerdote; e por ende, a fin que su entención non fuese enbargada, él quería conplir aquello que le consejava, e fuese al Tibre a lavar. Mas por verdat, demientras que él yva al río, el sacerdote romano fue e sacrificó a la deesa Diana el buey, a fin que los romanos oviesen el inperio; la qual cosa le fue muy agradescida por el rey e por la cibdat.
En los primeros años del siglo pasado, el escritor argentino Roberto J. Payró escribe demientras para recrear el habla del campesino rioplatense:
Ansina mismo es, don —me contestó—; demientras se caliente l’agua y medio si asa el churrasco. ¿Quiere dentrar y prenderle a un verde?
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Lengua curiosa, el blog de Ricardo Soca en EnPerspectiva.net, actualiza los martes con los secretos que albergan las palabras en su significado. El primer martes de cada mes incluye también una de sus Grageas de lenguaje.