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Nueva Troya
Con ojos de extranjero

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Por Alfredo Ghierra ///

Tengo la firme convicción que muchos de los problemas que arrastra Montevideo desde hace tiempo tienen una raíz común: la dificultad de nosotros, sus habitantes, de reconocer las bondades y posibilidades de la ciudad que habitamos por herencia. Algo así como una ceguera parcial, que permite ver lo malo con lujo de detalles y que sin embargo nos vuelve ciegos a todo lo bueno que nos da. Me dirán que cómo digo esto, si a todos nos gusta la rambla, y el Estadio, y el monumento a la Carreta y el Palacio Legislativo, y alguna que otra imagen más de nosotros mismos a la que nos han acostumbrado las viejas postales que se venden en Plaza Independencia.

Pero serán muchos menos los que levanten su mano para decir que les gusta Montevideo por el túnel verde que forman los árboles en muchas de sus calles; o que les alucina la repetición constante y llena de variables de la casa con claraboya y sus fachadas de delicada ornamentación; y serán muchos menos los que se acuerden que en esta ciudad vivieron y trabajaron genios mundiales de la arquitectura como Cravotto, Vilamajó o Dieste, que hicieron, al mismo tiempo, y en algunos casos antes, lo que en Europa, siempre considerada La Meca, por momentos ni siquiera se soñaba construir.

Capaz que nos hemos simplemente acostumbrado a un estado de cosas, a naturalizar situaciones de desidia y abandono. ¿O acaso no es de locos aceptar que en las áreas centrales de la ciudad haya algo así como 20 manzanas de edificaciones abandonadas si juntamos todos los inmuebles que están en ese estado?

Se habla del mercado y de su libertad, pero se olvida que en las ciudades más liberales del mundo hay políticas férreas que limitan el accionar de ese mercado. No se trata de sociedades compuestas por seres superiores; apenas son sociedades que ya vieron lo que pasa cuando se cortan los nexos con el pasado, por la guerra o por la especulación desenfrenada. Nosotros ni siquiera tendríamos que devanarnos mucho el cerebro pensando políticas y soluciones, simplemente porque en el mundo esas fórmulas se están ensayando desde hace años con relativo éxito.

No en vano los extranjeros que llegan hasta aquí logran un consenso en sus opiniones sobre la ciudad física y sus construcciones: Montevideo es realmente original pero muy mal conservada. Eso que los de afuera logran ver, para la mayoría de nosotros es inexistente. Vemos las casas “viejas” pero casi nunca las consideramos “patrimoniales”. Ensuciamos inmisericordemente el espacio público porque, total, no es de nadie. Nos molestan las espículas de los plátanos durante un mes al año y queremos erradicarlos, pero olvidamos la sombra redentora que nos regalan durante el verano.

Trabajamos como locos para comprar un auto per cápita (como símbolo incuestionable de que estamos progresando) y tenemos un transporte público deficiente que no logra desalentar esa sed de consumo ni el uso generalizado de vehículos privados; vemos con horror la degradación del área comercial del Centro pero no consideramos que en el mismo período la ciudad y sus ciudadanos, eligieron, con conciencia o no, ir a pasear y hacer las compras en centros comerciales cerrados e independientes del resto la ciudad.

Parece que me gustara sólo el pasado, cuando en realidad lo que no me gusta es que me vendan espejitos de colores. Hay una multitud de eslóganes, propagandas e imágenes acerca de lo que está “in” y lo que está “out”. Lo moderno no es la vigilancia 24 horas en un edificio enrejado. Lo moderno sería no precisar de rejas ni de vigilancia. El confort no es el apartamento donde si ponés el sofá no entra la tele. El confort es aprovechar una casa con zaguán de mármol y 5 metros de altura en las habitaciones para multiplicar el espacio y hacer volar la imaginación. Lo realmente “in” es aprender a ser montevideano, haciendo cada día el ejercicio de mirarla con ojos de extranjero: contemplar la ciudad como si la vieras por primera vez puede ser el inicio de una nueva era en la que terminemos por entender y aceptar la belleza de la ciudad en la que vivimos.

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Nueva Troya es el blog de Alfredo Ghierra sobre la ciudad de Montevideo y su patrimonio arquitectónico. Actualiza el sábado en forma quincenal.

Sobre este blog
Montevideo vive en el presente un asedio muy particular, similar a los que supo resistir durante el siglo XIX, que la enclaustraron e impidieron por décadas su normal desarrollo extramuros. Pero el de hoy tiene un signo muy diferente en cuanto a la naturaleza de sus sitiadores: mientras que en el pasado los enemigos eran “los de afuera”, en el presente parecen ser muchos de sus propios habitantes y el sitio que sufre, lejos de ocurrir al aire libre, se desarrolla subrepticia pero incansable en una mente colectiva que no logra verse en el espejo de la realidad.

Sobre el autor
Alfredo Ghierra (Montevideo, 1968) es artista visual y desarrolla desde el año 1994 permanente actividad en Uruguay y el exterior. Sus obras a lápiz y tinta son las mas reconocidas, pero trabaja también la animación, el ensamble de objetos, la pintura al óleo y la fotografía. Desde 1995 es director de arte para el medio audiovisual. Sus campañas performáticas como el personaje Ghierra Intendente han unido arte y política en un colectivo de creadores que trabajan por la ciudad.

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