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Nueva Troya
Top ten Montevideo (II)

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Vista de Montevideo desde la Rambla a la altura de Playa Ramírez. Crédito: Javier Calvelo/ adhoc Fotos.

Vista de Montevideo desde la Rambla a la altura de Playa Ramírez. Crédito: Javier Calvelo/ adhoc Fotos.

Por Alfredo Ghierra ///

Montevideo, bien sabido es, se despliega por más de 15 km sobre las costas del Río de la Plata, que a esta orilla ha tenido a bien de regarla con fina arena y una sucesión de playas y puntas rocosas. Este paseo, la Rambla, no precisa de ninguna reseña o sugerencia para que la gente vaya a visitarla: es el paseo mas popular y democrático de la ciudad, opinión compartida por propios y extranjeros. Probablemente ostente el número uno de este top ten montevideano. Sin embargo me permito hacer un par de apuntes para no perderse algunos detalles de su prolongada extensión.

El primero es una sucesión de pequeños clubes de pescadores a la altura de las canteras del Teatro de Verano. En la punta que da comienzo a la Playa Ramírez son varios los establecimientos que si bien se iniciaron como clubes de pesca hoy alternan la gastronomía con la organización de fiestas privadas, en un lugar privilegiado con vista al Centro de la ciudad y la Rambla Sur.

Hace algunos años se tuvo el buen tino de ampliar la propuesta peatonal de la Rambla a la altura de estos clubes, creando un pequeño paseo que se desvía de la rambla en dirección al río, conformando un pequeño recorrido íntimo, separado del tránsito y con los mejores atardeceres de Montevideo.

Justamente ahí es donde da inicio (o fin), la colosal Rambla Sur, fruto de una pujanza y una manera de concebir la ciudad para todos y para siempre, casi podríamos decir, difícil de encontrar hoy día entre los descendientes de aquellos montevideanos de los años 20 y 30 del siglo XX. Caminar sobre las portentosas losas de granito rojo, teniendo al costado la presencia del Río de la Plata, siempre cambiante, siempre presente.

Además nos da pie para visitar el centenario Parque Rodó, hecho a imagen y semejanza de los parques europeos de finales del siglo XIX, parques que combinan una colección botánica, falsas construcciones históricas (tan caras al paisajismo inglés) y un lago artificial con patos y cisnes. Imperdibles: algunas barandas que dan al lago, hechas de cemento imitando ramas y troncos: el puente de madera cerca de la fuente de Neptuno; el patio Andaluz, con su hermosa fuente azulejada; el Pabellón de la Música y el "castillito", ambos tristemente abandonados.

Ahora que nuestro paseo nos ha dejado en el parque Rodó, me es bastante difícil sugerir el siguiente itinerario con dirección al Centro. Volver a la Rambla Sur y dejarse llevar por el viento puede ser una excelente opción, pero si el sol o el viento fuesen demasiado fuertes, recomiendo iniciar un zigzag por las calles del barrio Parque Rodó, como Jackson, Gonzalo Ramírez, Paullier o tantas otras, en especial San Salvador y Blanes, porque ahí pervive y es posible degustar, la quintaescencia de Montevideo, la de las casas estándar alineadas sobre las veredas, la de los túneles verdes que forman los plátanos centenarios en primavera y verano. Con suerte nos toparemos con alguna vecina barriendo la vereda, con algún almacén de barrio de esos que resisten a las cadenas de supermercados, con algún bar de esquina.

Aquí, al sur del Centro de Montevideo, es posible tener al menos la sensación de que el tiempo pasa más despacio, pero no nos engañemos: habrá tránsito en todas las calles y casi ningún niño estará jugando en la vereda. Dependiendo de la hora del día y de la época del año veremos hojas secas quemándose contra el cordón en montoncitos armados por los vecinos, tambores sonando en cuerdas mas o menos nutridas, enormes colegios católicos de austeras fachadas renacentistas, algún zaguán abierto dejando ver un poco el patio con claraboya. Una vez mas, como en todo Montevideo, la invitación es a prestar atención a los detalles, a lo pequeño.

Siga hacia el Centro via calle San Salvador, Isla de Flores o Durazno y al llegar a barrio Palermo camine por calle Carlos Gardel: la trama de la cuadrícula se estrecha, las casas se acercan, parece que hemos viajado a un pueblito, lejos en el espacio y en el tiempo. Esta parte de la ciudad es de las pocas que sobraron cuando se remodeló toda la fachada sur de Montevideo durante la construcción de la Rambla. Barrios enteros fueron demolidos e incluso amplios terrenos fueron ganados al río. Muy cerca hay otro vestigio que ha permanecido incambiado desde tiempo inmemorial: el Cementerio Central.

Inaugurado en 1835, cuando la ciudad recién empezaba a abandonar sus murallas, este camposanto, diseñado por Carlos Zucchi, el mismo arquitecto que diseñara el proyecto original de la Plaza Independencia, conserva aun la atmósfera de aquellos tiempos y tiene una colección de estatuaria hecha por autores italianos que no se debería dejar de visitar. Y no puedo dejar de señalar que es de los pocos cementerios en el mundo con una extraordinaria vista al mar… Para volver a la rambla, camine por la calle Petrarca: cualquier semejanza con Sicilia no será mera coincidencia.

Hasta aquí, el top ten del título hace rato que fue colmado y rebasado. Pido disculpas y ensayo una explicación: Montevideo, en su escala humana, ofrece tantas facetas y tantos detalles que recorrerla es como tratar de conocer a una persona: a veces veremos sombras y arrugas que no habíamos percibido en un primer momento, otras veces la luz del sol o la niebla mostrarán u ocultarán gestos y detalles felices. No es fácil sugerir por dónde empezar a conocer a alguien que se quiere tanto.

Viene de…
Nueva Troya: Top ten Montevideo (I)

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Nueva Troya es el blog de Alfredo Ghierra sobre la ciudad de Montevideo y su patrimonio arquitectónico. Actualiza el sábado en forma quincenal.

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