Por Carol Milkewitz ///
Hoy festeja el cumple de 15 la prima segunda de mi prima segunda. Es decir que no solo se van a ver frustrados mis deseos de tener vida social sino también los de hacer dieta. ¿Por qué estos eventos son de noche, cuando más engordás? La solución para estar flaco es no tener contacto con seres humanos. Aunque entonces no importa que adelgaces: nadie te ve.
De los 150 bocaditos de la fiesta, siempre elijo el peor. Recién me doy cuenta cuando lo tengo en la boca y no hay escapatoria. La servilleta más próxima está a cientos de kilómetros, en la bandeja de un mozo acechado por la multitud, chiquito y lejano cual Mick Jagger en el show, solo por tener daiquiris de durazno.
Después de horas y horas de vals, baile carioca y cotillón, por fin llega el postre. Lo pruebo y sigo probando, a ver si aparece el gusto a chocolate. Cuando me doy cuenta, engordé dos kilos sin disfrutar. ¿Qué clase de sádico inventó el concepto “símil chocolate”?
Me atraganto un saladito mientras la gente corre desesperada por ubicarse. Llego última a la foto y quedo abajo del todo, agachada, donde parezco todavía más gorda. Sé lo que se aproxima: la van a subir a Facebook. Pero bueno, no es tan grave. Solo le va a llegar a mis amigos y a los amigos de mis amigos. En una multiplicación matemática, la recibirán, ¿qué? un millón de personas ponele, que van a seguir compartiéndola.
Siempre está el familiar obsesionado con sacar fotos; en nacimientos, casamientos, fiestas, cumpleaños de 15, despedidas, velorios. Le pregunto: “¿Para qué querés tantas fotos mías?, ¿para extorsionarme?”. Responde que “son de recuerdo”. Ya me imagino en 30 años, mirándolas y acordándome de toda la ropa que no me entra.
Apenas vuelvo de la fiesta, por alguna misteriosa razón, tengo hambre. Agarro uno de esos postres prefabricados, sin gusto, pero que se hacen rápido (salvo limpiar la olla pegoteada, que lleva 15 horas más que haberlo hecho casero). La noche de hoy me dejó exhausta. Ya necesito que sea fin de año. Aunque es la época con 30 millones de reuniones. Si sigo así, para diciembre me voy a estar transformando en el lechón de Navidad.
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¿Por qué a mí? es el blog de Carol Milkewitz, una veinteañera en la eterna búsqueda del equilibrio entre el estudio, el trabajo y la vida social. Por el momento, sale más bien poco. El último lugar al que fue con música, comida y alcohol: el supermercado. Actualiza los viernes.