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¿Por qué a mí?
Hay que tener un buen celular

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Por Carol Milkewitz ///

Lo primero que hice con mi nuevo celular fue bajarme una aplicación para aprender idiomas. El tema es que se configuró automáticamente en Griego III, cuando aún no cursé ni el uno ni el dos. Ahora, todos los días, me suena una notificación recordándome que tengo que estudiar Griego III, pero ni siquiera tengo tiempo de estudiar para la facultad.

En casa por suerte tenemos dos celulares por persona. Mi hermano tiene uno al que solo le funciona la batería y otro al que solo le marcha el cable USB. Mi padre tiene uno al que no le anda el número 9. Mi madre nunca supo si agendar los contactos en el chip o en la tarjeta de memoria, así que se quedó con su celular anterior para conservar la información. Y yo tengo el que me compré recién y el que usaba antes, que anda perfecto, salvo que no puede hacer llamadas. Nunca sé qué hacer con los celulares viejos: si reciclarlos o donarlos o venderlos. Al final me los quedo por miedo a que me hackeen y me roben esa selfie horrible que me saqué.

Los celulares exigen que pongas cada vez más información privada. Fotos, mails, tarjetas de crédito. Antes te robaban y solo perdías el teléfono; ahora te roban y perdés la dignidad. Si el ladrón se escapa en Uber, se lo tenés que pagar vos.

Los arreglos de ahora también son más caros que los de antes, y cada vez hay menos relación entre lo que comprás y lo que llevás. Te sale lo mismo cambiar la pantalla rota que comprarte un celular nuevo o comprarte uno nuevo, romperlo y arreglarle la pantalla.

Me doy cuenta de la ansiedad que me genera el celular cuando llueve. Sé que si lo saco se va a mojar y me apuro para llegar a casa y mirar la notificación que me acaba de llegar. O cuando voy en el ómnibus y suena, bien al fondo de la mochila. En la desesperación por atender, saco todo lo que tengo: 85 resúmenes traficados, sobrecitos de té de tilo, sobrecitos de café recargado y, ahí, por fin, lo veo tintinear. Lo agarro, deslizo el dedo sobre la pantalla y leo: ¡Hola, Carol! Tiempo de practicar Griego III.

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¿Por qué a mí? es el blog de humor de Carol Milkewitz. Actualiza los viernes.

 

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