Por Carol Milkewitz ///
No hay nada más lindo que un cuarto ordenado y no hay nada más feo que ordenar el cuarto. En invierno, ¿vas a gastar la poca energía que tenés en limpiar? Decís “lo hago en vacaciones”. Pero, ¿vas a dejar de descansar en tu único momento libre?
Ponele que sí, que te ponés las pilas en verano. Abrís la ventana para ventilar y te entra una bocanada de calor. Buscás una musculosa, pero solo hay buzos de lana y poleras porque nunca cambiaste la ropa de estación. Si recién volviste de vacaciones, todas tus pertenencias están en un bolso.
Después de mucho revolver, te ponés una remera roñosa. La apariencia es lo de menos. Lo único que te importa en este momento es iniciar un viaje espiritual. Vas a empezar a ser una persona ordenada por fuera para sentir orden en tu interior. Vas a tirar todo, estás decidida.
Abrís el cajón de la mesa de luz, te distraés viendo fotos viejas y leyendo cartitas. Cuando te querés acordar, se fue la tarde. Entonces tirás todo sobre una silla y decís “mañana sigo”. Gran mentira.
Ordenar el cuarto es como hacerte el PAP: te sentís incómoda, ves cosas que no querías ver y pasa una vez al año.
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¿Por qué a mí? es el blog de Carol Milkewitz, una veinteañera en la eterna búsqueda del equilibrio entre el estudio, el trabajo y la vida social. Por el momento, sale más bien poco. El último lugar al que fue con música, comida y alcohol: el supermercado. Actualiza los viernes.