Por Carol Milkewitz ///
La gente piensa que si te quedás sola en tu casa mirando la tele, tu vida social se viene a pique. Pero no. Es exactamente al revés. Mirar series es un entrenamiento para cuando estés rodeado de gente y tengas que sacar tema de conversación.
Las series de ahora no son como las de antes. Vos en los 90 mirabas Friends, ¿y qué aprendías? ¡Nada! En cambio, ahora mirás Suits y quedás a punto caramelo para recibirte de abogado, mirás Dr. House y tenés casi un diploma en medicina y, bueno, si mirás Game of Thrones, como es mi caso, estás listo para tener un duelo de espadas, lo que es realmente útil para una persona que pasa su tiempo libre frente a la televisión.
En realidad nunca fui de engancharme con muchas series, pero este año, harta de quedar fuera de las conversaciones por no saber quién es Daenerys Targaryen, decidí emprender un plan de acción de un capítulo por día. Según mis cálculos, para fines de agosto mi vida social mejoraría exponencialmente.
Hay gente que tiene el don de mirar series y gente que no. Los que no tenemos el don, tratamos de seguir el ritmo de los que sí, pero cada vez que queremos avanzar con nuestra serie pasa algo que nos hace quedar por camino. Además de sufrir en ese momento, encima tenemos que soportar el bochorno de ir por la vida con un atraso de cuatro temporadas.
Y siempre están esos que quieren arruinarte la sorpresa. Como ellos ya vieron todo, no les importa quemarte lo más jugoso. Entrás a Facebook y un inepto publicó la foto de una escena terrible que vos ni sospechabas. Entrás a Twitter y otro hizo un chiste que devela un punto fundamental de la trama. Ya no tiene sentido que mire los próximos 20 capítulos. ¡Mejor! Así llego más rápido a agosto.
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¿Por qué a mí? es el blog de humor de Carol Milkewitz. Actualiza los viernes.